Y todo, es todo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 8, 1-10

EVANGELIO
La gente comió hasta quedar saciada
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10

Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos»
Le replicaron sus discípulos:
«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Palabra del Señor.

Y todo, es todo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

En la primera lectura vemos las consecuencias del pecado del hombre y la mujer en Génesis 3. La mujer parirá con dolor, buscará a su marido y él le dominará, mientras que el hombre trabajará y obtendrá el fruto de la tierra con el sudor de su frente.

¿Qué significa esto según nuestra experiencia?. El hombre se frustra cuando no consigue lo que quiere. El hombre tiene el riesgo de ser “secuestrado” por su afán de conseguir las metas que se propone, particularmente en el mundo laboral, que le absorbe, le quita la libertad porque está a merced de muchos agentes externos (el mercado, la competitividad…) e internos (su propia limitación). Ya no trabaja exclusivamente para santificarse colaborando con Dios en su obra creadora, y prioriza su trabajo sobre su matrimonio, lo que le quita la paz interior. La mujer en cambio, se frustra cuando no le dan lo que ella necesita. La mujer necesita de la escucha, la comprensión, los detalles y el consuelo de su esposo. Por eso dice el Génesis que buscará a su marido y él le dominará, en ese centrarse en sí misma, porque su estabilidad emocional dependerá de si su esposo le da lo que ella necesita o no. Esto en general es así, al menos, nosotros lo hemos experimentado así y lo hemos visto en todos los matrimonios con los que hemos tenido la suerte de compartir vivencias.

Además, de todo esto, Dios pone distancia entre el hombre y el árbol de la vida. El hombre queda sometido a la muerte.

Hemos roto la alianza con el Creador. Pero Cristo viene a reestablecer una Alianza nueva, no sin mi “sí”. ¿Qué tengo yo? ¿7 Panes? ¿5 Peces? ¿Con eso voy a alimentar la insaciabilidad de comunión que tiene mi esposo? ¡Eso es imposible! Y si me creo capaz, es porque sigo creyendo que soy como Dios.

Señor, yo sé que el día que lo ponga todo en Tus manos, cuando una mi esfuerzo a Tu Gracia, entonces nos saciarás y sobrará. Algunos matrimonios nos dicen que la santidad para ellos es imposible, y tienen razón, pero también es verdad que nos resistimos a entregártelo todo. El día que lo hagamos, vendrá a nosotros Tu sobreabundancia.

El Señor nos ha dejado la Eucaristía para que alimentemos nuestro matrimonio. ¿La vivimos juntos? ¿La vivimos como esposos? ¿Hacemos en nuestra casa lo que Él hizo en el Gólgota?: “Haced esto en memoria mía”.

Esposos, el día que lo pongamos todo y todo es todo, en Sus manos, ese día lloraremos de alegría. Ese día, por mediación de nuestra Madre y un puñado de esposos, Cristo salvará el matrimonio y la familia en el mundo.

Madre,
Qué hermosa esa visión de Dios: Y vio Dios que era bueno, muy bueno cuanto había hecho en nosotros. Tengo que trabajar, que esforzarme para recuperar el sueño de Dios en mi vida con mi esposo y en mi hogar. Dame esa fuerza, Madre, que la necesito. Por Jesucristo, Tu Hijo, nuestro Señor. A Él gloria y alabanza por los siglos. Amén.

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