Carnet de guía. Comentario para Matrimonios: Lucas 6, 39-42

EVANGELIO

¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está un discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

Palabra del Señor.

AVISOS:

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Carnet de guía.

Ser guía es complicado y creerse guía es muy pretencioso. Tengo la mirada oscurecida por mi propio pecado, tal como me enseña San Juan Pablo y me recuerda hoy el Señor. Esto tengo que saberlo y no estar tan seguro de mí mismo y de mis criterios. Por tanto, no puedo actuar como guía si no veo claro. ¿Entonces? ¿Qué hacer con respecto a los hijos, a nuestro propio matrimonio?
Lo primero, tengo que haber recibido la autoridad de Dios, el “carnet” de guía, para asegurarme de que me dará la gracia, lo segundo, tengo que poner de mi parte para estar en gracia y para estar muy unido a Dios, pues la ciencia no me la dan los libros solo, sino la relación con Dios. Y tercero, buscar siempre su voluntad.
De esta forma, tendré luz para purificar mis criterios y ver los de Dios por encima de los míos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Julia: Jaime, cuántas veces te corrijo por el orgullo de que es la tercera o cuarta vez que te lo digo y no me has hecho caso. Cuántas veces por la vanidad de creer que yo lo haría mejor. Cuántas veces te corrijo por el egoísmo de que algo de ti me molesta y quiero que desaparezca para por mi comodidad, en lugar de esforzarme por comprenderte, por ayudarte y animarte a ser más santo.
Jaime: Gracias, Julia. Me admira la humildad de tus palabras. Sólo escucharte me hace confiar más en ti, a pesar de que lo que me estás diciendo no es bueno. Pero al ver que Dios te ilumina sobre tus pecados, te siento más capacitada para ayudarme a ver los míos. Es curioso que, mientras me presentas lo peor de ti, crece en mí la confianza hacia ti.

Madre,

Cuánto te debe hacer sufrir nuestra soberbia. Madre querida, por tu misericordia, despeja nuestra mirada pecadora lo suficiente para que podamos ver nuestra verdad y actuar en consecuencia. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

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