Vía Crucis del Matrimonio 9

9ª Estación Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Padrenuestro y un Avemaría.

Jesús carga con la cruz y crece en torno a Él la expectación y la curiosidad: hay gente de todo tipo y condición, entre ellos algunas mujeres, que se lamentan al ver la injusticia que se está cometiendo contra aquel inocente.

Del Evangelio según san Lucas 23, 27-31:

Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que lloraban y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos, porque he aquí que vienen días en que se dirá: dichosas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: caed sobre nosotras; y a los collados: sepultadnos; porque si en el leño verde hacen esto, ¿qué se hará en el seco?

Comentario

Ante el dolor, no valen los lamentos estériles, ni siquiera la «resignación cristiana», sino volver la mirada hacia Jesús, que me amó, cargando con el peso de todos mis pecados.
Es el momento de salir de la autocompasión, de esperar que me consuelen, de renunciar a ser al orgullo de pretender ser el centro a causa de mi sufrimiento. Es el momento de unirme a Cristo y, caer como el grano de trigo, para dar fruto abundante con alegría.
Somos también administradores de la gracia de Dios para nuestros hijos, ayúdanos Señor a caer en tierra por ellos. Ha llegado ese momento que profetizaste, en el que la madres abortan, donde se ve más dicha en no tener hijos que en tenerlos, ha llegado la cultura de la muerte, pero Señor, unidos a ti en oración y en el sacrificio, confiamos en que Tú lo harás todo nuevo para ellos.

Oración

Señor, enséñanos a acoger el dolor como un don que nos acerque a Ti para engendrar vida. Porque Tú lo has asumido y le has dado un valor redentor. Que no nos rebelemos cuando las cosas no salen según nuestros deseos. Que te encontremos en las dificultades y en los dolores, propios y ajenos. Enséñanos, Señor, a tener un corazón a la medida del Tuyo.

V/ Señor, pequé.
R/ Señor, ten piedad de mí y de mi familia.

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