Una nueva gama de experiencias. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 12, 18-27

EVANGELIO

No es Dios de muertos, sino de vivos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, se acercan a Jesús unos saduceos, los cuales dicen que no hay resurrección, y le preguntan:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, que se case con la viuda y dé descendencia a su hermano.»
Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección y resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella».
Jesús les respondió:
«¿No estáis equivocados, por no entendéis la Escritura ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, serán como ángeles del cielo.
Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob»? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados».

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones:

Una nueva gama de experiencias.

San Juan Pablo II habla detalladamente de este Evangelio: ‘La «divinización» en el «otro mundo», indicada por las palabras de Cristo aportará al espíritu humano una tal «gama de experiencias» de la verdad y del amor, que el hombre nunca habría podido alcanzar en la vida terrena’. (S.JPII 9-12-81)

Es un inmenso tesoro el que Dios nos tiene preparado. Nos unirá una unión mucho más fuerte, un amor mucho más bello y más pleno que el matrimonio terrenal. Viviremos unas experiencias increíbles, inenarrables. Merece la pena luchar en este mundo sabiendo lo que nos espera. No nos lo podemos ni imaginar…

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marga: Pablo, no quiero separarme jamás de ti.
Pablo: Ni yo de ti, Marga.
Marga: Desde que el Señor nos salvó te siento tan unido a mí… no concebiría vivir sin ti.
Pablo: Ni yo. Me da pavor pensar que me dejases aquí solo en este mundo. Y más pavor aún pensar que nunca más volviera a estar contigo.
Marga: Pero el Señor es grande. Él es amor y no permitiría que estuviésemos separados. Él entiende de amor y sabe lo que sufrió cuando se sintió como si el Padre le hubiese abandonado.
Pablo: Pero en la otra vida no existe el matrimonio.
Marga: Ya, pero existe algo más grande. Existe una unión plena. ¿Te imaginas? Algo inmensamente más grande y más gozoso que lo que estamos viviendo tú y yo. Ya no habrá caídas, no habrá dolores, ni cruces, ni enfermedades, ni tristezas. Nada más que un gozo pleno, estando tan juntos que seremos uno para toda la eternidad, con Dios.
Pablo: Por ese premio, sí que merece la pena esforzarse. Prometo luchar por conseguirlo, con todas mis fuerzas.
Marga: Y yo, también, prometo luchar por conseguirlo con todas mis fuerzas.
Pablo y Marga: Dios es grande. Alabado sea. ¡Aleluya!

Madre,

Tú estás ya allí, cara a cara ante Dios. Por eso te empeñas tan insistentemente en nuestra conversión, porque sabes lo que nos espera. Alabado sea el Señor que nos ha preparado tal destino.

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