Archivo de la etiqueta: Espíritu

Aparente locura, verdadera felicidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 1-12a

EVANGELIO
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
– «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

Palabra del Señor.

Aparente locura, verdadera felicidad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Las Bienaventuranzas es un resumen del Evangelio, nos ayudan a vivir con coherencia el Evangelio desde nuestra vocación matrimonial. Y si eso lo hacemos encontramos la dicha.

Dichosos los pobres en el espíritu.
Sólo el esposo pobre reconoce que necesita de su ayuda adecuada, de su esposo y le pide ayuda, porque él es ministro de la gracia de Dios. Y se deja transformar por Dios a través de su esposo, priorizando satisfacer a Dios en su esposo por encima de sus propios intereses materiales o personales. Y así los matrimonios pobres de espíritu viven aquí, un anticipo del Cielo. ¡Gracias Dios mío!

Dichosos los esposos que lloran, lágrimas de amor y por amor, viendo en ese dolor una oportunidad para amar ofreciéndolo con y como Cristo.
Saben esperar los frutos, los designios… con paciencia porque confían en Dios que es Amor y todo lo puede. Este matrimonio es consolado en el Sagrado Corazón de Cristo.

Dichosos los que tienen hambre y sed, porque el matrimonio que domina sus pasiones con el apoyo mutuo, sus apetencias, sus criterios…. Por amor al esposo y Dios, heredan la tierra, son dueños del mundo y no el mundo de ellos.

Dichosos Los mansos porque ofrecen su servicio renunciando a su agresividad. Al mal responden con bien pues por encima del propio dolor, importa el bien del otro.

Dichosos los esposos que tienen hambre y sed de justicia (de amor), que tienen deseo de santidad, de amarse como Cristo Esposo Ama a su Esposa la Iglesia. Quedarán saciados.

Dichosos los esposos misericordiosos que se echan sobre sí el pecado y las limitaciones del esposo y lo ofrecen por el otro, por su salvación. Como Cristo saben amar sin condiciones, en lo bueno y en lo malo, en el pecado y en la gracia. Aman al otro precisamente por lo necesitado que está en su ceguera.
Este esposo alcanzará Misericordia aquí con su propio esposo, pues le ha sanado con el amor de Cristo.

Dichosos los esposos limpios de corazón, que se miran el uno al otro como don de Dios: Dejan que Dios purifique su mirada y ven en el otro lo bello y lo bueno, participando de la mirada del Creador. Desnudan sus miserias ante su esposo avanzando en ese camino de no sentir vergüenza. Se muestran tal como son el uno al otro.
Ellos ven a Dios en su esposo.

Dichosos los esposos que trabajan por la paz, entre ellos y Dios, siendo ministro de la gracia uno para el otro y colaborador de Dios.
Ellos se llamaran hijos de Dios porque conseguida la paz de Dios, reparten el amor de Dios y esto les hace semejantes a Jesús.

Dichoso el esposo perseguido por causa de la justicia de Dios, pues este desgarro ofrecido y unido al de Cristo, es semilla fecunda para la fe de su esposo e hijos.

Dichosos los esposos perseguidos de cualquier modo, por causa de su fidelidad al Evangelio. El Maligno siempre perseguirá al que viene en nombre de la Verdad. Conseguirán tesoros en el cielo por seguir los pasos de Cristo.

Gracias Señor, porque quieres compartir con nosotros Tu alegría. Purifica con tu Sangre nuestro corazón, nuestra mirada, nuestras intenciones, nuestros deseos… para vivamos la felicidad de ser verdaderos esposos.

Alabado seas por siempre.

Esposos incandescentes. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 12, 49-53

EVANGELIO
No he venido a traer paz, sino división

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

Palabra del Señor.

Esposos incandescentes.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

(CIC 696) ‘Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la Vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. …Bajo la forma de lenguas «como de fuego» …el Espíritu Santo se posó sobre los discípulos la mañana de Pentecostés y los llenó de él (Ac 2,3-4)’.

El Espíritu es como fuego, y por tanto, incompatible con la tibieza. Prueba de ello es que se dice en el Apocalipsis: Te vomitaré porque no eres ni frío ni caliente.

El Espíritu del Señor actúa como el fuego sobre un tronco. Es difícil prenderlo si ha estado a la intemperie, muy a la merced del ambiente, porque la madera queda empapada y no arde. Lo mismo nosotros, si nos dejamos empapar por el ambiente. La madera necesita estar seca y rodeada de calor. Por eso, la familia es el lugar natural de evangelización, el calor de un hogar incandescente prende los corazones. Lo hemos visto en los padres de Santa Teresita de Lisieux: Esposos Santos, cuyos cinco hijos se consagraron a Dios y todos ellos se encuentran como mínimo en proceso de beatificación.

Ante la indiferencia de la fe de muchos o la tibieza, el cristiano coherente, está llamado a ser «signo de contradicción» como Jesús. Él fue piedra de tropiezo para muchos. El discípulo de Jesús, fiel y coherente, tiene que estar dispuesto a sufrir la contradicción constante de un mundo incoherente, carente de Verdad y de Amor.

También en nuestras propias familias, donde hay miembros instalados en la tibieza, inmersos en una vida diferente, con prioridades diferentes, más pronto o más tarde, el cristiano puede provocar rechazo, conflictos y en última instancia división. No porque Dios lo quiera, sino porque simplemente ocurre. Es el cumplimiento de la bienaventuranza proclamada por el mismo Jesús: Dichosos cuando os injurien y os persigan, y digan contra vosotros toda clase de calumnias por mi causa.

Pero Cristo quiere que nos convirtamos en fuego, en brasas. Y la madera al principio se resiste a arder: Pita mientras expulsa el aire, prende más por un lado y queda intacta por otro… hasta que finalmente, se deja invadir por el fuego. Así es nuestra reacción frente al Espíritu.

El matrimonio es un camino espiritual, y como tal, requiere de todo este proceso. Déjate romper, deja que el Espíritu te inflame, aunque duela. Déjate influir por tu esposo, tenemos mucho que aprender el uno del otro. Sal de ti mismo en esas faltas de acuerdo, en ese hacer por él/ella lo que no te gusta, en sus incomprensiones… hasta que el Fuego purifique nuestros egoísmos, vanidades y soberbia. “¡Y qué angustia hasta que se cumpla!”.

Deja de querer ser madera y hazte fuego, hazte brasas. Colaboremos al calor de la hoguera del hogar para que prenda también ese Fuego en nuestros hijos.

Que el Espíritu del Señor nos transforme en Él. Y ¡ya quisiera el Señor que estuviéramos ardiendo!. Dos esposos, dos llamas, que cuando se acercan, hacen una sola.

Oramos especialmente por el sínodo:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

En quirófano. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 12, 35-38

EVANGELIO
Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar los encuentra en vela

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.
Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

Palabra del Señor.

(Novedad: Ya puedes inscribirte para recibir las entradas por correo electrónico. Pincha a la dcha. Encima del calendario).

En quirófano.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

(Ideas extraídas de D. Fernando Colomer: “El Corazón del Padre”)
Nuestro amor es posesivo. Cuando decimos “te quiero”, venimos a decir “te quiero para mí”. Cristo en cambio, tiene el corazón abierto: Él llama, y si se le abre, entra y hace morada en nosotros. Y si no, no entra.

Nuestro corazón es de piedra, y el único remedio es un trasplante. La operación consiste en quitarnos nuestro corazón de piedra y sustituirlo por un corazón de carne, sin dobleces, sin rencores, sin malicia. Ese Corazón humano es el del Señor. El cirujano que se encarga del “trasplante”, es el Espíritu Santo, y la operación dura desde que nos bautizamos hasta que salimos del purgatorio. Es una intervención lenta y complicada.

Cada vez que estamos en pecado, la operación se detiene. No permite al Espíritu seguir actuando. Puede incluso que nos produzca algún tipo de “infección” y haya que curarla antes de poder proseguir con la operación.

Por tanto, el cirujano es el Espíritu Santo, y nuestra misión es: que nos “encuentre en vela” (aunque suene raro tratándose de una operación ). Atentos a no caer en tentación, a pedirnos perdón, a confesarnos, a esforzarnos por ser fieles…, para que cuando el Espíritu prosiga con la intervención, no encuentre obstáculos. Nos encuentre “ceñida la cintura”, es decir, intentando imitar al Señor, y con las lámparas encendidas, es decir, no en tinieblas (como dice Teofilato).

Quirófanos hay varios: La educación de las conciencias, la oración, la confesión + la Eucaristía, y la entrega: de los esposos en el día a día (sacramento matrimonial), el trabajo colaborando con el Padre, la entrega a los hijos, los pequeños sacrificios. Así, si llega entrada la noche, por mucha oscuridad que haya en nuestro entorno, el Señor nos encontrará en vela, siendo luz.

Trabajemos para superar nuestras miserias cada día. Luchemos, trabajemos, con uñas y dientes. Apartemos nuestras pequeñas “ilusiones” y sustituyámoslas por la verdadera Esperanza.

Señor, envíanos tu Espíritu, que vaya transformando nuestro amor de esposos en el Tuyo. Un corazón quebrantado y humillado, Tú no lo desprecias.

Oramos especialmente por el sínodo:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Un don ¡Impresionante!. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 18-22

EVANGELIO
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 18-22
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:
-«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron:
-«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo:
-«El Mesías de Dios.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió:
-«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día. »

Palabra del Señor.

Un don ¡Impresionante!.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

No es lo mismo conocer al Señor por lo que dice la gente que por una relación de comunión con Él.
Él es la fuente de nuestra caridad conyugal. Él es el perdón de Dios en la carne (El beso de Dios, decía San Bernardo). Sufrió y murió por nosotros para que el Padre pudiese perdonarnos, y que por Él, podamos también perdonarnos entre nosotros y hacer posible que nos recuperemos después de cada caída. Él murió y resucitó para poder redimir nuestro amor humano caído y transformarlo en la caridad, el amor de comunión que vive la Santísima Trinidad. Un don ¡Impresionante!.

¿Tengo experiencia de esto? ¿Conozco cómo el Señor va haciendo esta transformación en la intimidad de nuestro matrimonio? Porque a lo mejor, hablamos del amor entre esposos según lo que la gente piensa que es, y no conocemos la verdad por la que Cristo murió y resucitó: para que en nuestro amor conyugal pudiéramos ser partícipes de Su Caridad: Ser uno como Ellos (en la Santísima Trinidad son uno), que nos amemos como el Padre le ama a Él y como Él nos amó a nosotros. ¡Impresionante!.

La pregunta es ¿Quién es Jesús en mi vida, con los pies en la tierra? ¿Es una idea? ¿Alguien espiritual? ¿Un refugio? ¿Una tradición? Porque si nuestro amor conyugal no se está transformando en Caridad Conyugal ¿Será que no estamos acogiendo el don ¡impresionante! del Matrimonio? ¿Estamos acogiendo al Mesías, al Redentor? Porque el Redentor necesariamente lo redime todo, lo hace todo nuevo.

Bien es verdad que el amor es un camino, pero si nuestro matrimonio no crece cada día más, pensemos: ¿a quién seguimos?. Él es ¡Impresionante! (Perdonad que lo repitamos, es que no hay palabras…). Alabado sea Dios.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Fragancia de Cristo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 6, 43-49

EVANGELIO
¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 43-49
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
-«No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano.
Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca.
¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?
El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina.»

Palabra del Señor.

Fragancia de Cristo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Lo que rebosa del corazón, lo habla la boca”.

Dice Crisóstomo in Mat. hom. 43: “Es una consecuencia natural que cuando la malicia vive en nuestro interior, las palabras inoportunas salgan por nuestra boca; por lo que, cuando oigas a alguna persona que profiere palabras poco honestas, no creas que se oculta en él menos malicia, que la que expresa por medio de la palabra; antes bien entiende que la fuente es más caudalosa que el arroyo.”

Qué fuertes las palabras de Crisóstomo, pero ¡Qué verdad!. Cuando una persona critica a otra, muestra que la malicia que hay en su corazón es aún mayor que las palabras que profiere. Si además la persona a la que critica es su esposo, se está criticando a sí mismo (ya lo dice el San Pablo), puesto que Dios nos ha hecho uno.

Jesús dice que “lo que rebosa del corazón lo habla por la boca”. Es necesario por tanto que el corazón esté lleno de amor para poder sembrar amor, que esté lleno de paz para transmitir paz, que esté lleno de alegría para transmitir alegría. ¿Es esto lo que transmitimos? Si la respuesta es no, revisemos nuestro corazón. ¿Hablo de cosas negativas o reproches? ¿Suele haber quejas, insatisfacciones o tristeza en mi vida (independientemente de los accidentes de tu entorno)?… Revisemos lo que hablamos para revisar nuestro corazón. Esto es serio.

Sólo el Espíritu llena de amor el corazón, sólo el Señor lo llena de paz y sólo de la coherencia con nuestra misión conyugal nace la alegría. Si hablar de Dios (que es el único bueno) es algo extraño en mí, entre los míos ¿Qué hay en mi corazón?.

Y del corazón a la acción. Hoy el Señor nos pregunta a todos los matrimonios cristianos ¿Por qué me llamáis “Señor, Señor” y no hacéis lo que digo? Es la falta de coherencia de la que hablábamos. Lo importante es hacer la voluntad del Padre: “El que escucha mis palabras y las pone por obra”. Jesús es un Rey con corona de espinas, no de oro; su trono es la cruz. No es el camino del mundo. Santa Teresa Benedicta de la Cruz, decía que hay dos tipos de amor: El humano y el Divino. El humano es posesivo: “Te quiero para mí” y este amor tiende a desaparecer. El Divino es el de “Yo te quiero para Dios” Y este amor tiende a crecer y hacerse eterno.

Ese construir sobre roca es un recorrido, un proceso. Jesús habla primero del árbol: “Sano” o “Dañado” y después habla de “Poner por obra”. El árbol que no aprovecha la lluvia del cielo (el alimento de la oración y de los sacramentos), se daña y no da fruto. Si uno no se deja correr la sabia de la Palabra y del Espíritu por su interior hasta que riegue todas las ramas de su vida, no da fruto. El árbol que no da fruto, pierde su valor, sólo sirve para cortarlo y echarlo al fuego.

¿Queremos ser un matrimonio-árbol sano? Cristo nos muestra el Camino:
Edificar sobre Cristo. Impregnémonos del perfume del amor de Cristo: leyendo la Palabra juntos, hablando de Dios y de la misión de esposos que nos ha encomendado, que el Evangelio llene todos los recovecos de nuestra vida, acerquémonos a la gente que habla de Dios, alabemos juntos a Dios y demos gracias por todo lo que nos da. Llenos de Dios, pongamos por obra el Evangelio y daremos fruto abundante, nuestro corazón rebosará amor, paz y alegría. Y Dios lo hará todo, el matrimonio-zarza llegará a ser un delicioso matrimonio-higuera. Juntos daremos gracias el uno por el otro, hablaremos y pensaremos bien del esposo… desearemos servirle y hacerle feliz sin mirar lo que él hace. Así dejaremos la fragancia de Cristo por allí por donde pasemos.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/