Signos de la redención. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 24-33

EVANGELIO
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 24-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
– «Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados!
No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse.
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».

Palabra del Señor.

Signos de la redención.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“Ya le basta a su discípulo ser como su maestro”.
Suele hablarse del don de piedad como la relación entre el hombre y Dios. Para San Juan Pablo II la piedad consisten en ver la presencia de Dios a través del amor humano; más concretamente en el matrimonio y la familia. Así, la piedad es esa relación con Dios, cuando es Él la fuente de nuestras relaciones humanas.

Dice S. Juan Pablo II en su catequesis del 14/11/84: “Este don, en efecto, sostiene y desarrolla en los cónyuges una sensibilidad particular hacia todo lo que en su vocación y convivencia lleva el signo del misterio de la creación y de la redención: hacia todo lo que es un reflejo creado de la sabiduría y del amor de Dios.”

Qué hermosa frase del Santo Padre. Nos falta vivir cada circunstancia con esa certeza de que en ellas hay un signo de la creación y la redención. ¿No fue insultado nuestro Señor por su Esposa? Nos empeñamos en mirarnos el uno al otro rechazándonos y echándonos en cara los errores y las ofensas, en lugar de vivirnos como signos de la creación y de la redención.

Esposos, no tengamos miedo. Olvidemos nuestras rencillas, las ofensas orgullosas y centrémonos en lo verdaderamente importante, la misión de la familia: Brillar en el mundo con el esplendor del amor redimido por Cristo, presente en la vida de los esposos.

Reina de la familia: Ruega por nosotros.

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