La ola de Gracia. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 11b-17

EVANGELIO
Comieron todos y se saciaron

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 11b-17
En aquel tiempo, Jesús se puso hablaba a la gente del reino de Dios y sanaba a los que tenían necesidad de curación. El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron: – «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado». Él les contestó: – «Dadles vosotros de comer». Ellos replicaron: – «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo esta gente». Porque eran unos cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: – «Haced que se echen sienten en grupos de unos cincuenta cada uno». Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.

Palabra del Señor.

La ola de Gracia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La gracia de Dios es sobreabundante. Donde abundó nuestro pecado, sobreabundó la Gracia. Hoy en clara referencia a la Eucaristía que él hace para que nosotros también la hagamos.
Estamos demasiado preocupados por nuestras limitaciones y las limitaciones de nuestro esposo y de nuestros hijos. No acabamos de creernos que Dios lo va a hacer. Hará el milagro, cumplirá Su promesa y nos hará uno, y nos hará esposos santos. Santos de “clase media” no de altares, aunque nunca se sabe… Pero ¿quién busca protagonismo cuando todo lo hace para mayor gloria de Dios? Nos conformamos con ser santos desconocidos, del montón ¿Verdad?.

Pues sí, hoy el Señor nos dice: Poned en un cesto todo lo que tengáis, sea poco a mucho, ofrecérmelo y recostaos, que os vais a enterar de lo que da de sí mi Gracia. Las estructuras de pecado, serán como castillos de arena arrollados por la ola de la gracia divina. Quedará una fina capa de arena uniforme bañada por el agua del Espíritu Sagrado. Nuestro orgullo que se encontraba en la torre más alta del castillo, quedará aplastado por la misericordia arrolladora del amor de Dios, y por fin yaceremos, humildes, entregados, boquiabiertos ante la Gloria Divina. Él saciará nuestra sed insaciable de comunión y tú y yo seremos uno por fin en Él.

Esposos, ya sólo falta ponerlo todo en ese cesto. Cumplir nuestra promesa: “Yo te quiero a ti y me entrego a ti y prometo serte fiel todos los días de mi vida”.

Madre:
Nos encanta ser siervos de Dios. Da gusto tener un Padre así, un Hermano así, un Espíritu de Amor así en nuestro interior. Te ofrezco los dones que Dios me dio, para que con ellos puedas hacer el milagro de alimentar a mi esposo. Tómalo todo. Yo me abrazo a mi esposo y espero…
Oramos con San Pablo (Ef. 1,3-4) “¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo!, quien por medio del Mesías nos bendijo con toda clase de bendiciones espirituales del cielo. Por él nos eligió, antes de la creación del mundo, para que por el amor fuéramos consagrados e irreprochables en su presencia”. Amén.

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