Entre la siembra y los frutos. Comentario del Evangelio para matrimonios: Mateo 7, 15-20

Un/a buen/a esposo/a acoge la semilla del Espíritu y, regado por la Gracia, es fuente de los frutos de Dios para su matrimonio: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.

EVANGELIO

Por sus frutos los conoceréis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones:

  • Retiro en Córdoba: Fechas 29 y 30 de junio y 1 de julio. Pedimos oraciones por este encuentro.
  • Retiro en Madrid: 14, 15 y 16 de septiembre

Entre la siembra y los frutos.

El Reino de los Cielos se parece a una semilla de mostaza, y en este Evangelio estamos hablando ya de los frutos. Son frutos de santidad, es decir, del Espíritu, que surgen como consecuencia de que se ha plantado esa semilla, ha caído en tierra buena, es decir, en un corazón de carne deseoso del amor de Dios, que acoge su Palabra y la pone en práctica. Entonces empieza a surgir el tallo que va creciendo y robusteciéndose en las virtudes, después las ramas capaces de empezar a acoger a otros, las hojas y finalmente aparecen los frutos, siempre y cuando permanezca regado por la Gracia.

Los frutos son las consecuencias de dejarse invadir e inundar por el Espíritu Santo, mansa y humildemente. Los frutos los da Él, y son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Es hora de analizar si en mi matrimonio soy fuente de estos frutos, o tengo que ser más dócil al Espíritu Santo y acoger la Palabra de Dios.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juanjo: Yo pensaba que era un buen marido, pero me he puesto a repasar los frutos que estoy dando, y me he dado cuenta de que no estoy produciendo los frutos que Dios esperaba de mí. El Señor vendrá a recogerlos y se encontrará que, no tengo nada para darle.
Matrimonio Tutor: Nos gusta mucho que hayas llegado a esa reflexión. ¿Qué te ha mostrado el Señor?
Juanjo: Antes, siempre que veníais, hablaba de lo que veía mal en Carmen (su esposa), pero hoy os confieso que estoy avergonzado. El amor produce unión y yo estoy sembrando motivos para la separación. Gozo, no veo ni en mí ni veo que se lo esté transmitiendo a mi esposa. Paz no tengo en absoluto, más bien lo contrario: Agobio, angustia y un desasosiego interior casi constante. Paciencia, cada día tengo menos y cada vez soy más exigente con ella. Benignidad y bondad, para qué hablar. Fe, hasta eso está tambaleándose. Mansedumbre significaría ser dócil, y mi única obsesión es pararle los pies y dominar la situación, que las cosas sean como yo creo que deben ser. Y templanza, ni sexual donde tengo un desorden importante porque hace tiempo que no hacemos el amor y me consuelo por otras vías, y la verdad, que si algo me atrae de la vida es una cervecita fresquita y una buena comida con un buen vino, y comer hasta hartarme. Lo siento, no hay frutos en mí.
Matrimonio Tutor: Te olvidas de una cosa, que el Espíritu ha sembrado una semilla en ti por fin estás acogiendo, y ese es el primer paso para construir el árbol del amor. Ánimo, Juanjo. Estamos muy contentos. Ahora sí que vas por buen camino.

Madre,

Qué hermoso es el plan de Dios para nosotros, y cómo nos aferramos a nuestras bajezas, de andar juzgando y condenando. El Señor nos creó para dar mucho fruto y nos dará todo lo necesario para ello. Él nos capacita para la Caridad Conyugal. Alabado sea el Señor y bendito sea por siempre. Amén.

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