Archivo por meses: junio 2018

Ama hasta descolocarle. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 38-42

EVANGELIO

Yo os digo que no hagáis frente al que os agravia
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas».

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones:

Ama hasta descolocarle.

Si me aplico este Evangelio y me imagino dándole también el manto al que me quiere quitar la túnica, me puedo sentir un poco imbécil. Pero si me pongo en el lado del que está quitándole al otro la túnica, y de repente veo que, no solo me da la túnica sin resistirse, sino que además me da el manto, puede que me descoloque y me convierta. Eso hizo Jesús por mí. Su sobreabundancia me descoloca y me convierte.

Aterrizado a la vida matrimonial y familiar:

Recuerdo un día, cuando nuestros hijos eran pequeños. Estábamos en un hotel familiar en verano, y bajé a las 8:00 a reservar unas tumbonas (cosa que hacíamos a pesar de estar prohibido) en primera línea para poder estar viendo a nuestro hijo pequeño mientras se bañaba, sin tener que estar de pie todo el día junto a él. A las 8 en punto abrían las piscina así que entré y aligeré el paso para poner nuestras toallas encima. De repente, se me acerca uno muy enfadado y me tira al suelo las toallas de dos de mis tres tumbonas, mientras ponía las suyas, arguyendo que yo había entrado unos segundos antes de la hora y que no era justo. Yo había cogido tres tumbonas, así que, por la gracia de Dios, le dije: Prefiero quedarme sin tumbonas pero lo último que quiero es que tú te lleves un mal rato por mi culpa. Y le dejé también libre la tercera tumbona, yéndome a otro lado un poco más apartado.
Durante todo el día, observé que de vez en cuando, aquel hombre se me quedaba mirando.
Por la noche, nos fuimos a arreglar porque había espectáculo de niños, pero llegamos tarde y ya no había sitio. Aquel hombre y su familia, nos hicieron señas y se achucharon para dejar sitio a nuestros dos hijos en primera fila.
Ese día entendí, que el amor que descoloca, el amor que parece una locura a los ojos del ser humano, es el que transforma a los demás. Ese día entendí la grandeza de los mártires, ese día, entendí la fuerza transformadora del amor de Cristo en la Pasión.
Entendí que, si quiero ayudar a que mi esposo se convierta, debo practicar este tipo de “locuras de amor” que descolocan.

Madre,

El amor es más fuerte que el orgullo, que el egoísmo, que la vanidad… es más fuerte que la muerte. Con las armas del Amor de Dios lo podemos todo. Son muchos los matrimonios que se han transformado por el amor “desproporcionado” de uno de los dos. No es suficiente con aguantar, el amor es generoso, sobreabundante. Muchas veces he experimentado cómo, amando al esposo cuando me agravia, puedo sanarle. Alabado sea el Señor que nos abre los ojos para entender la verdad del amor. Amén.

Para chuparse los dedos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 4, 26-34

EVANGELIO

Era la semilla más pequeña, pero se hace más alta que las demás hortalizas
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4, 26-34

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué compararemos el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Palabra del Señor.

Nota: Próximas misiones:

Para chuparse los dedos.

Rápido e indoloro. Así nos gustaría que fuera todo en la vida, pero el reino de Dios no se construye así. Las prisas no son de Dios, porque Dios es eterno. Las prisas son del Diablo, que tiene los días contados, y utiliza esta arma para crear desesperanza, para que nos cansemos y tiremos la toalla. Pero el amor es paciente, es como ese buen guiso que va cogiendo sabor y textura, a fuego lento. Sí, el buen amor se forja a fuego lento. Poco a poco, la gracia de Dios, nos va transformando, poco a poco el amor de Dios sembrado en nuestro corazón y regado a diario con la oración, con la Eucaristía, con el esfuerzo diario, va transformando el nuestro y así, sin darnos cuenta, porque sino nos envaneceríamos, se va construyendo la Caridad Conyugal. Nuestro amor va cogiendo textura, va cogiendo sabor, hasta que no quieres perderte nada porque lo que vives está “para chuparse los dedos”.

Los esposos que acogen la palabra, descubren la mano de Dios en su matrimonio. Es el Proyecto de Amor de Dios que va creciendo en nosotros. Dejemos libre a Dios, que actúe a Su ritmo, deseemos ser la obra de arte de Dios.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Jose: Creo que estamos perdiendo el tiempo, no veo avances entre nosotros. Ni en ella, ni en mí.
Matrimonio Tutor: ¿Estás seguro? Nosotros, hace un año que os conocemos, y vemos que ha cambiado vuestro concepto del matrimonio, que ahora tiene una prioridad nueva en vuestras vidas. Vemos que habéis atraído a otros matrimonios hacia este camino. Y sobre todo, vemos la tentación: No sirve, lo dejo.
María: Yo también la veo.
Matrimonio Tutor: Mirad, tenéis que tener paciencia. La paciencia tiene mucho que ver con la humildad y con la misericordia. La paciencia hacia uno mismo, es camino de humildad, porque así reconozco lo poco que soy y lo mucho que necesito de Dios. Y hacia los demás, la paciencia se transforma en misericordia, porque así dejo de ser exigente con mi esposo, y me vuelvo comprensivo con sus limitaciones, y me lleno de deseos en ayudarle.
Jose: Me parece muy importante, la paciencia, para construir nuestra relación de amor.

Madre,

Ya lo dice San Pablo. El amor es paciente. Es lo primero que dice sobre el amor. Una paciencia que es sinónimo de comprensión. Es el primer requisito para que el amor crezca. Debo ser paciente con mis limitaciones y con las de los demás, y dejar a Dios ser Dios. Alabado sea el Señor, que sabe lo que me conviene.