Archivo por meses: noviembre 2017

¿Cuánto tiempo dediqué ayer? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 20, 27-40

EVANGELIO

No es Dios de muertos, sino de vivos.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-40

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob». No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».
Intervinieron unos escribas:
«Bien dicho, Maestro».
Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

Notas: 

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¿Cuánto tiempo dediqué ayer?

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Los Saduceos no creían en la resurrección, mientras que los escribas sí, pero esperaban una vida que fuese continuación de esta. Ambos tenían creencias que les separaban y les situaban en oposición.
Jesús habla de una nueva vida que nada tiene que ver con esta, con lo cual, contradice a los dos. En el cielo, no habrá muerte, y por tanto no será necesaria la procreación. No habrá matrimonios como los conocemos aquí, pero nuestra unión no desaparece, sino que se eleva y se hace perfecta, total. Entonces sí que seremos perfectamente uno entre los que aquí somos esposos, con Dios y con el resto de hermanos.

Descubro que, si trabajo para nuestra unidad, trabajo para la eternidad, pues es lo único que permanecerá. Señor, para que seamos uno como Tú y el Padre sois uno.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Fran: Llevo toda mi vida preocupándome de tenerlo todo: Seguridad, comodidad, diversión…, y ahora que creo que lo tengo, descubro que no soy feliz.
Ana: Pues yo, rezo mucho: El rosario, las novenas…, voy a la Eucaristía diaria, me confieso semanalmente, hago ayuno… y no acabo de encontrar la paz.
Pedro: ¡Jolín! Qué dos vidas tan distintas. Nadie diría que sois marido y mujer. Lo cierto es que ninguno de los dos estáis en el camino correcto. Uno, porque está muy centrado en todo lo terrenal, y la otra porque te has olvidado de construir una comunión con tu esposo, que es para lo que has sido creada. En la otra vida, no servirán para nada las riquezas ni las complacencias. Desnudos vinimos al mundo, y desnudos nos marcharemos. En la otra vida sólo permanecerá el amor, nos examinarán de amor. Tú, Ana, buscas tu consuelo en lo espiritual, pero no estás encarnando tu fe en tu vocación.
Ana: Ahora lo entiendo. Sólo lo que hagamos para construir una unidad entre nosotros y con Dios, vale para la vida eterna.
Pedro: Así es.

Madre,

Me pregunto, de todo mi día de ayer, ¿Cuánto tiempo dediqué a construir una unidad con mi esposo? ¿Y antes de ayer? Quizás. Madre, me esté esforzando demasiado en lo que no sirve para nada y me estoy olvidando de lo que sirve para la eternidad. Alabado sea el Señor que nos muestra el Camino. Amén.

El trastero interior. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 19, 45-48

EVANGELIO

Habéis hecho de la casa de Dios una “cueva de bandidos”
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: «Mi casa será casa de oración»; pero vosotros la habéis hecho una «cueva de bandidos»».
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían que hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

Palabra del Señor.

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El trastero interior.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Nuestro esfuerzo en el camino hacia Dios, no consiste en poner mucho de nosotros, sino en quitar mucho de nosotros para dejarle espacio al Espíritu y que Dios ponga de lo Suyo en nuestro interior. Imaginémonos un trastero, lleno de objetos sucios e inútiles que ocupan espacio. Nuestra tarea consiste en apartar trastos de nuestro interior y abrir una ventana para que pueda entrar la luz.

Ahora Dios no reside en un templo, sino que el templo es nuestro cuerpo. Cristo viene a echar de nuestro interior todas esas tendencias interesadas, esos “bandidos” que nos roban tiempo para lo verdaderamente importante que es nuestro esposo. Hay otros que nos intentan tapar la verdad, pintándonos la vida de aparentes riquezas que son basura al lado de la riqueza de vivir una comunión en el matrimonio y en última instancia, la riqueza de vivir en Dios que nos lo da todo…

“Mi casa es casa de oración” dice el Señor. Nuestro cuerpo es la casa de Dios y es lugar de oración. Ni el narcisista más empedernido podría haber imaginado un destino más grandioso para su propio cuerpo. Y es que el cristiano no es el reprimido que no sabe disfrutar de la vida, es el que conoce la grandeza de la verdad y no se conforma con menos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

En mi relación con mi esposo, dentro de mí, hay como un diálogo interior:
Mi individualismo: Hoy voy a rezar solo. Cuesta mucho que coincidamos, y además, tenemos ritmos diferentes. Además, me concentro mejor cuando rezo solo.
Mi pereza: Deberíamos hablar mi esposo y yo, pero estoy súper cansado. Necesito sentarme y relajarme.
Mi orgullo: La última vez que hablamos, le conté cosas mías y después me lo ha sacado en discusiones. Mejor me reservo y no le cuento nada más.
Mi egoísmo: No me apetece nada irme con él/ella a compartir su afición favorita. Yo me aburro. Que se vaya solo y yo me quedo aquí viendo mi serie.
Mis deseos desordenados: (Él) Esta noche, me quedo levantado y cuando se duerma, tengo ahí unos vídeos eróticos… Estoy deseando que se duerma para disfrutar un rato. Me lo merezco. (Ella) Me gusta sentirme atractiva, que los ojos de los hombres se fijen en mí, me hace sentirme bien, segura de mí misma.
Mis rencores: Estoy muy dolido con él/ella. No quiero acercarme para no sufrir más.
Mi victimismo: No se da cuenta de todo lo que he hecho por él/ella, todo lo que me ha hecho sufrir… debería pedirme perdón, prestarme más atención…
…Son tantos los bandidos que me invaden por dentro y me roban la esperanza de vivir mi vocación…
Mi conciencia: Debes de abrirte más a tu esposo, y purificar tu corazón para verle como Dios le ve y amarle como Dios le ama.

En mí reside el Espíritu Santo, y no voy a permitir que Su casa sea una cueva de bandidos. Dios me ha confiado una hermosa misión y voy a llevarla a cabo.

Madre,

A partir de ahora, echaré todos estos ladrones fuera y, como Tú, seguiré el camino del Magníficat: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclavo…

Lo que conduce a la paz. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 19, 41-44

EVANGELIO

¡Si reconocieras lo que conduce a la paz!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

Palabra del Señor.

Nota: Proyecto Amor Conyugal realiza un Anuncio en Madrid, sobre la verdad y la belleza del matrimonio, el día 2 de diciembre a las 12h. en el colegio Montealto. Calle La Masó 76

Lo que conduce a la paz.

El Señor nos transmite a veces a nosotros esas lágrimas ante matrimonios que no salen de su cerrazón. Prefieren estar encerrados en su dolor, en sus quejas y su visión obstinada de la vida y de las cosas, que abrirse al esposo, que salir de sí y crecer y hacerse uno según el designio Divino.
Entonces nos tortura ese mismo pensamiento: «Si reconocierais lo que conduce a la paz». Solemos comentarlo: Nos duele, casi más que lo que están sufriendo, lo que se están perdiendo, porque Dios nos ha permitido saborear los frutos de Su plan para el matrimonio, aunque sea mínimamente. Pero después de haber probado el plan de Dios, ya no queremos otra cosa. Lo venderíamos todo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Andrés: O cambia Ana, o me separo.
Ana: No lo soporto, no puedo perdonar a Andrés el daño que me ha hecho. Ya he sufrido bastante y no quiero seguir sufriendo ni un minuto más. Y mis hijos tampoco quiero que sufran nuestras discusiones constantes. Necesito un poquito de tranquilidad, y sólo la voy a conseguir si nos separamos. Así que no quiero escuchar más ni ir a ningún sito más para arreglar esto. He tomado una decisión y no hay vuelta atrás.
(Pero Pedro y María siguieron rezando por ellos, sufriendo por ellos, hasta que un día, Andrés y Ana estuvieron abiertos a escuchar. Después de un año trabajando su matrimonio…)
Ana: Andrés, no puedo entender cómo llegamos a caer tan bajo. Te veía tan horrible… No sé qué había en mi mirada, qué me tenía tan ciega. Y ahora, puedo decir, que eres «hueso de mis huesos y carne de mi carne».
Andrés: Es impresionante la fuerza que nos une ahora. Es el mismo Espíritu que nos une. Me siento muy cerca de ti. He aprendido a comprenderte, eres mi amante, mi consejera, mi amiga… mi esposa.
(Andrés y Ana habían reconocido lo que conduce a la paz: Hacer la voluntad de Dios para ellos. Responder a su vocación de esposos.)

Madre,

Queremos hacer un matrimonio a nuestra medida. Queremos ser dueños de nuestra vida, y no sabemos alcanzar la paz por nuestros medios. Necesitamos la paz que nos da Cristo después de resucitado. La paz de haber obedecido a la voluntad de Dios a pesar de las circunstancias. En tus manos estamos, Señor. Alabado seas.

“Lo que creo tener” Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 19, 11-28

EVANGELIO

¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28

En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.
Dijo, pues:
«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.
Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles:
«Negociad mientras vuelvo».
Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:
«No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros».
Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo:
«Señor, tu mina ha producido diez».
Él le dijo:
«Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades».
El segundo llegó y dijo:
«Tu mina, señor, ha rendido cinco».
A ese le dijo también:
«Pues toma tú el mando de cinco ciudades».
El otro llegó y dijo:
«Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, porque eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado».
Él le dijo:
«Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses».
Entonces dijo a los presentes:
«Quitadle a éste la mina y dádsela al que tiene diez minas».
Le dijeron:
«Señor, si ya tiene diez minas».
«Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia»».
Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

Palabra del Señor.

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“Lo que creo tener”

Este Evangelio es un aviso a navegantes, para el que piense que ya está salvado o el que, como ha recibido muchos dones de Dios, crea que ya es bueno y no tiene nada más que hacer. Si he recibido 10, Dios espera que me los trabaje para conseguir otros 10. Y si he recibido uno, pues espera sólo uno más. Pero si cuando venga el Señor le entrego lo mismo que me dio, me quitará hasta lo que tengo, o como aclara Lucas “hasta lo que creo tener”. Sí, lo que creo tener, porque yo no he aportado nada nuevo a lo que Dios ya me dio.

El Señor es exigente, y me ha entregado a mi esposo y el don del sacramento del matrimonio, y espera recoger donde Él no ha sembrado. Me entrega un matrimonio sin construir y espera recoger un matrimonio santo, en el que hayamos alcanzado una unión íntima en la que se instaure Su reino: La caridad conyugal.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Elena: Mi marido es muy bueno, pero no tiene fe. Tiene tantas cualidades, que cree que no necesita más. Yo en cambio, soy un desastre y tengo que luchar todos los días por intentar ser fiel a Dios. Y me sale fatal. Mi marido no quiere saber nada de la fe porque me ve mucho peor que él, y cree que mi fe no me sirve para nada.
María: Elena, en el Evangelio se ve claramente. Dios no ama más al que más cualidades tiene, sino al que más se esfuerza. Él deja a los perfectos y se va en busca de los pecadores. Él no se acerca a los sanos, sino a los enfermos. Así que tú, no te preocupes. Confía en el Señor, que está cerca de ti y sigue esforzándote al máximo. El Señor te lo premiará.
Pedro: Y tú, Alfonso, ¿Qué tienes que decir de lo que ha comentado tu esposa Elena?
Alfonso: Bueno, yo a ella no la veo mala, pero creo que no hace falta Dios para amar, ser servicial, etc. Sinceramente, yo ya lo hago y no tengo fe.
Pedro: Esto de ser servicial ¿Lo tienes desde siempre?
Alfonso: Desde siempre.
Pedro: Y ¿En qué te estás esforzando entonces?. ¿En qué estás creciendo? ¿Intentas por ejemplo no quejarte cuando tu mujer quiere que compartas con ella sus ratos de oración? O te sigues resistiendo. ¿Has mejorado en no quejarte cuando tu mujer te pide que vayáis a un retiro? O te sigues quejando y le sigues amargando la vida… Alfonso, tienes mucho que mejorar, tienes mucho que aprender y que crecer. No te quedes con lo que tienes e intenta alcanzar lo que Dios quiere que llegues a ser. Aspira a algo grande. Y sólo Dios te lo puede dar.
Alfonso: Touché.
Pedro: Pues mucho ánimo. Déjate influir por el don más grande que Dios te ha dado: Tu esposa. No creas que has llegado a tu límite. Estate abierto a mucho más. ¿Vale? Vas a alucinar con el plan que Dios tiene para ti si te unes a tu esposa en esto.
Alfonso: Suena bien.

Madre,

Es verdad que Dios aspira a que seamos santos. Nos ha creado para eso. Y por el conformismo o por la incredulidad en la fuerza del Espíritu Santo, nos conformamos con menos. Pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener. Yo quiero responder a mi Señor tal como Él espera, y darle gloria. Gloria a ti Señor.

4×1 = la fórmula de la salvación. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 19, 1-10

EVANGELIO

El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Palabra del Señor.

Notas: 

  1. Proyecto Amor Conyugal realiza un Anuncio en Madrid, sobre la verdad y la belleza del matrimonio, el día 2 de diciembre a las 12h. en el colegio Montealto. Calle La Masó 76
  2. Retiro para matrimonios en BARCELONA 15 a 17 de diciembre. Aforo completo. Inscríbete en lista de espera. Suele haber un % de bajas. Accede a toda la información aquí: https://wp.me/p6AdRz-PN

4×1 = la fórmula de la salvación.

Dos cosas a reflexionar sobre este Evangelio. Primero la repercusión que tiene nuestro pecado. Jesús habla de “la salvación de esta casa” como consecuencia de la restauración de Zacarías. La reflexión es ¿Cuánto afectan mis malos actos o mis buenos actos a mi hogar? Hasta el punto que, con la actitud que tome en mi matrimonio, puedo traer “la salvación a mi casa”. ¡Qué responsabilidad!

Lo segundo es la reparación que realiza Zaqueo sobre el mal causado, diciendo: “si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más” ¡Cuatro veces más! Me pregunto si yo, después de pedir perdón a mi esposo porque le he defraudado en el amor que le prometí, le restituyo cuatro veces más. Lo grande es que, si lo hago, tengo la seguridad de que la salvación entrará en mi casa.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón: Tere, perdona. Me estabas hablando de algo que te he dicho y que te había dolido y, por defenderme, te he hecho daño intentando convencerte de que eres peor que yo. Para demostrarte mi inocencia, remarco tus carencias, y eso no está nada bien. Quiero restituirte y demostrarte que en mi corazón te he vuelto a situar en la dignidad que te corresponde, como tesoro y don de Dios que eres para mí. Para ello, quiero que hoy te sientas como una reina. Hoy me pongo a tu servicio, para hacer lo que me pidas y que te vuelvas a sentir tan importante para mí como realmente eres.
Tere: Te quiero, Ramón. Yo tampoco he hecho bien, no reconociendo mis fallos, tirando de fallos tuyos para no reconocer los míos y buscando mi imagen y mi gloria. Pero bueno, ya que te ofreces ¿Puedes traerme mi batita, que tengo frío? 😉

Madre,

Qué bien iría nuestro matrimonio si cada vez que nos hiciésemos daño, restituyésemos 4 veces más. Y qué maravilla sería que nuestros hijos aprendiesen esto viéndonos. Pídele al Señor que nos dé la fuerza y la humildad para hacerlo, porque es lo que más deseamos: La salvación de nuestro hogar. Amén.