Archivo por días: 8 noviembre, 2017

¿Profanamos nuestro Sacramento? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 2, 13-22

EVANGELIO

Hablaba del templo de su cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor.

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¿Profanamos nuestro Sacramento?

¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?

Mi cuerpo es templo de Dios ¿Lo trato como tal? Mi esposo es templo de Dios ¿Lo trato como tal? Y la unión de ambos, se hace Sagrada ¿La trato como tal? Contemplo con qué seriedad defiende Jesús la casa de Su Padre, y cómo rechaza el mercadeo, que sea utilizado para beneficio de nadie. Veo ¡Hasta qué punto Cristo se enfada! Y comprendo la gravedad del asunto. Pero luego veo cómo, por su misericordia, nos levanta y nos restaura al tercer día.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Ayer, te hablé mal. Te juzgué, y te hice culpable de los problemas que tenemos en nuestro matrimonio. No te traté según la dignidad que Dios te ha dado. No te traté como templo de Dios que eres. Estoy muy avergonzado y arrepentido, esposa mía. Pido perdón a Dios y a ti. Quiero hacer algo para reparar el daño que te hice, para recuperar lo Sagrado de nuestro sacramento, porque Cristo está en medio de nosotros, y yo lo he profanado.
María: Yo te perdono, Pedro. Confiésate para que Dios te restaure. Él lo hace todo nuevo, y restaura también nuestra comunión, y la hace nueva a pesar de que nos tratamos como si nuestra unión no fuese sagrada.
(Pedro se confiesa y vuelve a casa)
María: ¿Ya estás limpio de nuevo? Pues ven a mis brazos, porque si Dios se ha olvidado de tus ofensas a Él, yo también.
(Pedro y María se abrazan fuertemente y se quedan así, abrazados un buen rato en señal de reconciliación.)

Señor,

Quiero tener el celo que Tú tenías por las cosas del Padre, por todo lo sagrado, y especialmente por nuestro Sacramento del Matrimonio. Ayúdame a reconocer lo sobrenatural de nuestra unión para que sea un esposo auténtico y coherente con la grandeza de mi vocación. Hoy me comprometo a esforzarme por verte, Señor, en mi esposo y tener ese celo que Tú tienes por la casa del Padre, amándote Señor en él/ella.