Archivo por meses: agosto 2017

¿Reciclar basura y descartar a la persona? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 15, 21-28

EVANGELIO

Mujer, qué grande es tu fe
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.

Palabra del Señor.

¿Reciclar basura y descartar al esposo?

Jesús tenía el cometido de rescatar primero al pueblo de Israel. Pero Él no descarta a nadie, y al ver la fe de la cananea, le da lo que pide y sana a su hija. Hoy hablaremos de descartar o rescatar al otro. No es lícito descartar a nadie por ninguna causa. Entonces ¿Todo vale? ¿Respetamos cualquier acto? No, todo lo que suponga una desobediencia a Dios, no es “respetable”.

Por tanto, nunca descartar a nadie, porque siempre puede ser recuperable si hago todo lo posible por rescatarlo. No vaya a resultar que me esfuerzo por reciclar la basura y no por reciclar a la persona.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Pedro: Andrés y Paula se divorcian. No ha solución. Le hemos invitado a una charla sobre el matrimonio y no han querido venir. No hay nada que hacer.
Marisa: Oye, hay que respetar su decisión. Si no se aguantan, lo mejor es que se divorcien y rehagan su vida.
Pedro: Perdona, Marisa, eso no es admisible. Sabes que si van en contra de la voluntad de Dios, se van a autodestruir ¿Quieres eso para nuestros amigos?
Marisa: Pues no. Pero ¿Qué hacemos si no quieren arreglarlo?
Pedro: Pensemos en una estrategia, imaginemos que es una cuenta que queremos ganar para nuestro bufete, y todo lo que planearíamos para llevárnosla. Tenemos que ser astutos.
Marisa: Podríamos regalarles un retiro para matrimonios entre varios; podríamos organizar una cena e invitamos a ese matrimonio que ayudan a otros, para que se conozcan; o intentar hablar con familiares cercanos a ellos, alguien con el que tengan mucha confianza y que nos ayude…
Pedro: Esa es mi chica. Si es que, ¡Te tengo que querer!. Y desde luego, rezar mucho por ellos todos los días y ofrecer sacrificios. Todo es poco para ayudar al Señor a salvar esa preciosa familia.
(Y por su fe, Pedro y Marisa ayudaron a salvar aquel matrimonio)

Madre,

El Señor no ha venido a despreciar ni descartar a nadie. Confiamos en que Él está con nosotros, y no quiere que dejemos a nadie hundirse en el fango de su propio pecado. Alabado sea el Señor, que por Su misericordia mueve nuestros corazones para que salgamos al rescate de tantos matrimonios y familias que están sufriendo la agonía de la separación y el divorcio. Él los ama con locura. Gracias Señor.

El que imita y aprende. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 19, 13-15

EVANGELIO

No impidáis a los niños acercarse a mí; de lo que son como ellos es el reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.
Jesús dijo:
«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos».
Les impuso las manos y se marchó de allí.

Palabra del Señor.

El que imita y aprende.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy nos invita el Señor a hacernos niños, para ser del reino de los cielos. Un esposo que confía, que se hace cada vez más inocente, que desea aprender del Padre y se esfuerza por imitarle ¿No es un esposo santo?. Así son los esposos del reino de los cielos.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ana: ¿Y tú, por qué sigues con Rafa? Con lo egoísta que es el tío…
Marta: Yo confío en Dios, que me lo ha dado como esposo. Además, porque Dios confía en mí, yo debo confiar, tener esperanza en que mi esposo irá creciendo hacia lo que Dios quiere de él.
(Al llegar a casa)
Marta: Rafa, hay un retiro para matrimonios ¿Nos apuntamos?
Rafa: ¿Para qué, si estamos bien como estamos?
Marta: No, Rafa. Tenemos mucho que mejorar y mucho que aprender, los dos. Venga, ¿Qué tienes que perder? Fines de semana hay muchos, seguro que no te acuerdas de lo que hiciste este mismo fin de semana de hace una año.
Rafa: Ni idea.
Marta: ¿Ves? En cambio, un retiro de matrimonios te puede cambiar la vida. Hay muchos matrimonios que lo han hecho y nunca se olvidarán de ese fin de semana, son testigos de que ha sido un antes y un después.
Rafa: Está bien, Marta. Confío en ti.
(Y su matrimonio cambió para siempre, porque desde entonces, se esforzaron por ir construyendo un verdadero matrimonio, a imagen de la comunión Trinitaria).

Madre,

Gracias por los medios que pones en nuestro camino para llegar al Padre. Haznos como niños: Confiados, inocentes, con deseos de aprender y que se esfuerzan por imitar al Padre. Por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor. Amén.

¡Tenemos el don! Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 19, 3-12

EVANGELIO

Por los tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».
Él les respondió:
« ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne»? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron:
« ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla? ».
Él les contestó:
«Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer – no hablo de unión ilegítima – y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le replicaron:
«Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».
Pero él les dijo:
«No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».

Palabra del Señor.

¡Tenemos el don!

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy, Señor, nos muestras dónde se encuentran los secretos sobre cómo Dios pensó el matrimonio. Están inscritos en nosotros desde la creación del hombre. Dios nos creó hombre y mujer, para que pudiésemos dejarlo todo y hacernos uno, atraídos por nuestras diferencias, que posibilitan que seamos una sola carne, un solo corazón y un solo espíritu.

Hoy, esposo, quiero salir de mí para entrar en ti. Quiero que Dios aparte de mí la dureza de corazón, y me dé un corazón de carne. Quiero comportarme como lo que Dios ha hecho en nosotros, una sola carne, Él quiere que construyamos una comunión, que significa, actuar juntos. Dios nos entregó el uno al otro, para que juntos lleguemos a Él. No quiero perderme por otros caminos estériles, quiero caminar junto a ti, me comprometo a vivir para ti y así, dar fruto abundante. Eres la única persona a la que me une un amor que ha sido elevado a Sacramento. Tenemos el don, tenemos el Espíritu Santo uniéndonos en cada entrega y en cada acogida mutua. No podemos defraudar a nuestros hijos ni al mundo, no podemos defraudar a Dios. Alabado sea el Señor por este maravilloso don.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Teresa: Él es muy básico, su trabajo, el fútbol, su deporte y que yo esté complaciente. No necesita más.
Pablo (Esposo de Teresa): Y ella es muy complicada, y no hay quien la entienda. Todo está fatal, nada tiene solución, que si no la comprendo, que si no me siente a su lado… y cenamos juntos todas las noches, y estamos todo el fin de semana juntos, que yo no soy de los que se va por ahí con amigos…
María (Esposa colaboradora del Proyecto de María): A ver, chicos. ¿No sabéis que os une una vocación? Una vocación al amor, significa, vivir para el otro. Os necesitáis mutuamente, más de lo que creéis, aunque no lo podáis ver. Esto no consiste en que el otro me dé lo que me gusta, eso sería un proyecto raquítico, endogámico. Vuestro proyecto de amor consiste en poner a disposición del otro toda mi persona, en el nombre de Cristo, para estar en ella y llenar su corazón.
Teresa: Uy! Eso es muy difícil. Nosotros estamos lejísimos de eso.
María: Este proyecto, Teresa, no es digno de cualquiera, es digno solamente de dos hijos de Dios, porque tenéis que actuar llenos de Él, entregarnos el uno al otro lo que Dios quiere que os entreguéis. Actuáis en nombre de Dios, no en vuestro nombre. Este proyecto es una pasada. Pero es una vocación exigente, que requiere de vuestro esfuerzo.
Pablo: Y ¿Qué tenemos que hacer para cambiar nuestro rumbo?
María: Seguid al Señor desde vuestra vocación. Haced lo que Él hizo. Poneros en las manos de María y seguid su Proyecto de Amor. Ella sabrá guiaros.

Gracias Madre.

Quién está llamado a ser. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 18, 21-19, 1

EVANGELIO

No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-19, 1
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo».
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
«Págame lo que me debes».
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré».
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
«¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?».
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Palabra del Señor.

Quién está llamado a ser.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

¿Qué hace que el rey perdone la deuda a su criado? Que aquel rey considera que su criado tiene más valor que la deuda. Lo que me hace sentirme bien, a gusto con alguien, es que me sienta querido por mí mismo, independientemente de mis actos. Es que quien me ama vea en mí lo que estoy llamado a ser, que es mi verdad definitiva, aunque aún no haya llegado. Para perdonar a alguien, hay que amarle más que sus actos o sus ofensas, hay que reconocer su dignidad y su destino para la eternidad. Perdonar no consiste en quitarle importancia a las malas acciones o mirar para otro lado o aceptarlas por “respeto” al que las lleva a cabo, pues sería como aliarse con el mal. El per-don es mayor que el don. El perdón es sobreabundante, es superar el mal con un acto de amor mayor. Es restaurar la libertad del que comete el pecado y permitirle comenzar de nuevo.

Por eso llaman a Jesús el Perdón de Dios. ¿Hay un amor más sobreabundante que el Suyo?

Si quieres que tu esposo sea bueno, anímale a ello y trátale como si lo fuera.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón: Tu madre es como tú, una cotilla. Ayer me enteré de que le había comentado a nuestra vecina lo de nuestro hijo con la amiga de su clase.
Patricia: Ramón, me has hecho daño con eso que acabas de decir. ¿Por qué me hieres?
Ramón: A ti es que en seguida te ofenden las cosas.
Patricia (Se va y reza en silencio): Señor, ayúdame a sacar lo mejor de él en este momento.
Patricia (Vuelve cuando Ramón está más tranquilo): Ramón, sé que estabas afectado por el comportamiento de mi madre, pero yo no te he hecho nada y me has hecho daño.
Ramón: Perdona, Patricia. No es la primera vez que estoy molesto con las actitudes de tu madre y te meto en el mismo saco, y me desahogo contigo.
Patricia: Te perdono Ramón. Sé que te estás esforzando por controlarte cuando algo te molesta. Y estoy convencida de que lo vas a conseguir. Yo creo en ti, y te quiero tal como eres.
Ramón: Gracias por quererme Patricia. Te amo.

Madre,

Las personas que Dios ha puesto a nuestro lado, tienen un valor incalculable para Dios. Tengo que prestar especial atención en que mi esposo se siente querido por sí mismo, porque se merece que confíe en él/ella, que tenga la esperanza puesta en Dios que le llevará a ser quien está llamado a ser. Su hijo y heredero de toda su grandeza, bondad, belleza… Alabado sea el Señor, que tiene una morada preparada para él/ella. Amén.

¡Puedo salvarle! Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 18, 15-20

EVANGELIO

Si te hace caso, has salvado a tu hermano
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Palabra del Señor.

¡Puedo salvarle!

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Al final de este Evangelio, el Señor nos da dos claves que nos interesan especialmente para el matrimonio: Que si dos nos ponemos de acuerdo para pedir algo, el Padre nos lo concederá. Y la otra es que donde dos o tres se reúnan en Su nombre, allí está el Señor en medio de ellos. Pregunta: ¿No nos está animando el Señor a que los esposos recemos juntos?

El Señor nos asegura Su presencia entre nosotros si rezamos juntos y nos asegura que nos concederá lo que pidamos cuando nos unimos en un mismo corazón por un bien común. Un fruto de la oración es la caridad.

Una vez que haya purificado mi corazón, y me asegure de mi rectitud de intención, estaré listo para practicar la corrección fraterna. Tengo que asegurarme previamente de que busco el bien del otro y mi corrección no tiene tono de reproche, sino que busco su salvación y para ello, estoy dispuesto a lo que sea necesario. En realidad, es impresionante que Dios me dé los medios para salvar a mi esposo. No puedo despreciar esta gran oportunidad.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Ramón (A su esposa): Marta ¿Quieres dejar eso, por favor?, llegamos tarde a Misa.
Marta: Eres un egoísta, tú vas a lo tuyo y los demás tenemos que apechugar con todo. Así cualquiera es puntual. Tú como tu madre, te dejas todo tirado y te da igual. No voy a permitir que esto siga así y que nuestros niños sean como tú. ¿Cómo voy a educarles con el ejemplo que les das?
(Esa noche en la oración juntos)
Marta (hablando con el Señor delante de su esposo): Señor, te pido perdón porque esta mañana he perdido los nervios y he corregido a Ramón recriminándole, exigiéndole que haga las cosas como considero que deben hacerse según mi criterio.
Ramón: Señor, te pido perdón porque esta mañana no he colaborado para que la casa se quede en condiciones. Me he distraído con el móvil y esto ha hecho que mi esposa se sienta mal.
Marta: Ramón, te he ofendido hablando mal de tu familia de origen. Te pido perdón. Procuraré servirte mejor, con más caridad.
Ramón: Marta, te pido que me ayudes a mejorar en esto. Sé que no lo hago bien. Sigue corrigiéndome, pero con cariño, por favor, no quiero que sufras por culpa de mi egoísmo.
Marta: Gracias Señor por mi esposo.
Ramón: Gracias Señor por mi esposa. Amén.

Madre,

Qué difícil es la corrección fraterna en el matrimonio, tanto para el que corrige como para el que recibe la corrección. Ayúdanos a que lo hagamos santamente, sin ofendernos, para que podamos salvarnos mutuamente. Nosotros seguiremos rezando juntos al Señor para que nos conceda la humildad necesaria y podamos ser instrumentos de Su Amor el uno para el otro. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.