Archivo por días: 18 agosto, 2017

¡Tenemos el don! Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 19, 3-12

EVANGELIO

Por los tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».
Él les respondió:
« ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne»? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron:
« ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla? ».
Él les contestó:
«Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer – no hablo de unión ilegítima – y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le replicaron:
«Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».
Pero él les dijo:
«No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».

Palabra del Señor.

¡Tenemos el don!

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy, Señor, nos muestras dónde se encuentran los secretos sobre cómo Dios pensó el matrimonio. Están inscritos en nosotros desde la creación del hombre. Dios nos creó hombre y mujer, para que pudiésemos dejarlo todo y hacernos uno, atraídos por nuestras diferencias, que posibilitan que seamos una sola carne, un solo corazón y un solo espíritu.

Hoy, esposo, quiero salir de mí para entrar en ti. Quiero que Dios aparte de mí la dureza de corazón, y me dé un corazón de carne. Quiero comportarme como lo que Dios ha hecho en nosotros, una sola carne, Él quiere que construyamos una comunión, que significa, actuar juntos. Dios nos entregó el uno al otro, para que juntos lleguemos a Él. No quiero perderme por otros caminos estériles, quiero caminar junto a ti, me comprometo a vivir para ti y así, dar fruto abundante. Eres la única persona a la que me une un amor que ha sido elevado a Sacramento. Tenemos el don, tenemos el Espíritu Santo uniéndonos en cada entrega y en cada acogida mutua. No podemos defraudar a nuestros hijos ni al mundo, no podemos defraudar a Dios. Alabado sea el Señor por este maravilloso don.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Teresa: Él es muy básico, su trabajo, el fútbol, su deporte y que yo esté complaciente. No necesita más.
Pablo (Esposo de Teresa): Y ella es muy complicada, y no hay quien la entienda. Todo está fatal, nada tiene solución, que si no la comprendo, que si no me siente a su lado… y cenamos juntos todas las noches, y estamos todo el fin de semana juntos, que yo no soy de los que se va por ahí con amigos…
María (Esposa colaboradora del Proyecto de María): A ver, chicos. ¿No sabéis que os une una vocación? Una vocación al amor, significa, vivir para el otro. Os necesitáis mutuamente, más de lo que creéis, aunque no lo podáis ver. Esto no consiste en que el otro me dé lo que me gusta, eso sería un proyecto raquítico, endogámico. Vuestro proyecto de amor consiste en poner a disposición del otro toda mi persona, en el nombre de Cristo, para estar en ella y llenar su corazón.
Teresa: Uy! Eso es muy difícil. Nosotros estamos lejísimos de eso.
María: Este proyecto, Teresa, no es digno de cualquiera, es digno solamente de dos hijos de Dios, porque tenéis que actuar llenos de Él, entregarnos el uno al otro lo que Dios quiere que os entreguéis. Actuáis en nombre de Dios, no en vuestro nombre. Este proyecto es una pasada. Pero es una vocación exigente, que requiere de vuestro esfuerzo.
Pablo: Y ¿Qué tenemos que hacer para cambiar nuestro rumbo?
María: Seguid al Señor desde vuestra vocación. Haced lo que Él hizo. Poneros en las manos de María y seguid su Proyecto de Amor. Ella sabrá guiaros.

Gracias Madre.