Archivo por meses: agosto 2017

No hay sobredosis posible. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 24, 42-51

EVANGELIO

Estad preparados
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 24, 42-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.
Pero si dijese aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes».

Palabra del Señor.

No hay sobredosis posible.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

¿Acaso estoy en vela cuando no ayuno de mi concupiscencia, cuando no rezo, cuando no me sacrifico por mi esposo cuando no acepto la cruz de cada día con él/ella? Si me relajo, mi alma cae en picado y como dice el Señor, me dedico a agredir con ira por la falta de paz que habrá en mi corazón, o por mi orgullo; o me dedico a darme gusto, comiendo, bebiendo…; o darle rienda suelta a mi comodidad, etc. Pero ¿Y si llega el Señor en ese momento?.

Dios me confía almas. Para empezar, la de mi esposo, del que me ha hecho administrador de Su Gracia para él/ella. Y Dios quiere que yo le transmita Su alimento. Son dosis de amor que mi esposo necesita, y en esto, no hay sobredosis posible. Dar amor es comprenderle, estar en su corazón; es servirle; es ayudarle a que sea santo; es serle fiel… ¡Todo lo que Dios quiere darle!. Así que, esposos, no os entretengo más, que tenemos tarea…

Aterrizado a la vida matrimonial:

Marta: ¡Oh! Se acaba el verano. Pero la verdad, cariño, es que estoy deseando volver a la vida de verdad, la de la lucha de cada día. Este verano me he relajado en todos los sentidos, y noto que tengo menos paciencia, estoy demasiado pendiente de mis gustos y apetencias… Necesito meterme en cintura y recuperar el ritmo de oración, y centrarme en mi entrega diaria a ti y a nuestros hijos.
Carlos (Esposo de Marta): Pues sí, tienes razón, Marta. Aunque nos pese, es verdad. Necesitamos volver a la vida de sacrificio y de oración intensa. Tengo ganas de empezar de nuevo con el itinerario para matrimonios, recuperar nuestra oración juntos todos los días, y dedicarme a hacerte feliz: A esas largas conversaciones contigo para comprenderte y conocerte mejor, a ser ese apoyo tuyo cuando me necesitas, y también pedirte ayuda cuando te necesite.
Marta: ¿Sabes? Me están entrando ganas de que se acaben las vacaciones. Sí, no solo se es feliz en vacaciones. Se puede ser feliz todos los días.

Madre,

Tenemos esa tendencia constante a acomodarnos y relajarnos. Pero queremos ser fieles a la tarea que Dios nos ha encomendado. Danos fuerzas para no defraudarle, Madre. Queremos que se sienta orgulloso de nosotros. Alabado sea el Señor que nos hace partícipes de su misión y nos nombra administradores de Sus cosas. Amén.

Dos bellezas. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 23, 27-32

EVANGELIO

Sois hijos de los que asesinaron a los profetas
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo:
« ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas»! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡ Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».

Palabra del Señor.

Dos bellezas.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

En aquella época, era obligatorio pintar los sepulcros de blanco, para que nadie los tocase y se pudiese contagiar del mismo mal que había terminado con la vida del difunto. El mal se contagia, y hoy en día también se viste de blanco inocencia para que entres en contacto con él y te contagies.

Jesús habla de que sus padres mataron a los profetas, no porque los asesinaran realmente, sino porque habían matado el mensaje de y lo habían sustituido por sus propias leyes en las que se refugiaban para parecer buenos, pero realmente no había amor en su corazón. Cuántos hombres y mujeres cuidan su imagen externa, su estética, se rodean de artículos de lujo brillantes y atractivos, pero su alma está podrida.

Sin embargo, San Juan Pablo II nos enseña que el cuerpo es templo del alma, es expresión del alma, expresión del amor a alguien, en definitiva. Por eso, no hay cuerpo más hermoso que el de Cristo crucificado, porque expresa el amor por cada uno de nosotros, hasta el extremo. Miramos Su cuerpo y vemos una muerte aparente, pero en realidad está lleno de vida. ¿Por cuál de las dos bellezas me ocupo? ¿Por la belleza exterior o por la belleza interior?

Aterrizado a la vida matrimonial:

María: Pedro, me he borrado del gimnasio.
Pedro: ¿Y eso?
María: Porque llegaba muy cansada a casa y era incapaz de rezar.
Pedro: Bien hecho. Tú me gustas tal como estás. Tu belleza interior impregna también tu cuerpo. Y eres impresionantemente preciosa.
María: Anda, anda. No me digas eso, que me queda mucho camino por recorrer todavía.
Pedro: Pues como sigas poniéndote más hermosa, me voy a derretir.
María: Tú sí que eres hermoso. Antes te gustaban los relojes buenos, las estilográficas de colección, los trajes de seda, los coches lujosos… Todo era apariencia exterior, pero ahora, sólo te importa el amor de Dios por mí, por nuestros hijos, y por otros muchos.
Pedro: ¿Qué te ha echado Dios para que seas tan bella?
María: Su misericordia.
Pedro: Pues qué hermosa es la misericordia de Dios.
María: ¿Y a ti?
Pedro: Su voluntad.
María: Pues qué hermosa es la voluntad de Dios.

Madre,

Las cosas de Dios son hermosas. A veces hemos descubierto caminos erróneos porque no eran hermosos. Las cosas de Dios tienen que ser hermosas en los más profundo de sí mismas, y por tanto, tienen que generar belleza a su alrededor. No hay nada más hermoso que Dios. Alabado sea mi Dios, que es grande y lleno de Vida.

Mártir por el Matrimonio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 17-29

EVANGELIO

Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo doy».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan, el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.

Palabra del Señor.

Mártir por el Matrimonio.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Juan, precursor de Cristo ni más ni menos, murió mártir por defender la verdad del matrimonio, con la misma categoría que si hubiera muerto por Cristo. Obviamente, decir que esa unión era ilícita, le incomodaba mucho a Herodías, que mantenía esa relación con Herodes. ¿Qué habríamos hecho hoy día? ¿Respetar su unión? ¿Hacer lo que haga falta para no incomodarles, como hizo Herodes con sus invitados? ¿No decirles nada para no espantarles y que acogiesen a Cristo? O soportar sus embates y dar la vida, como Juan, por salvar su alma.

Dios nos ha hecho un encargo, como a Juan, y es que proclamemos la buena noticia del Evangelio. Es una noticia que no hay que esconder, porque es buena. Nuestra Madre nos ha hecho un encargo, y es que proclamemos la buena noticia del Sacramento del Matrimonio, y no tenemos que esconderla con vergüenza, porque es una buena noticia. El matrimonio ha adquirido una dimensión muy por encima de lo humano. Es Sacramento, signo del amor de Cristo y por tanto indisoluble. ¿Puede haber algo más hermoso?

Aterrizado a la vida matrimonial:

Juan: Marta, se casa mi hermana Luisa con su nueva pareja.
Marta (Esposa de Juan): Por lo civil, claro, porque ella sigue casada con Paco.
Juan: Sí claro.
Marta: ¿Y qué vamos a hacer? ¿Vamos a ir?
Juan: Lo rezamos y lo consultamos.
Marta: Hay que sopesar pros y contras.
(Después de rezarlo y consultarlo con varias personas)
Juan: Luisa, he venido a verte expresamente para decirte que no vamos a asistir a la celebración. El matrimonio es sagrado, y representa la unión de Dios mismo, y Dios es fiel para siempre. Nosotros no podemos cambiar estas leyes ni esta grandeza que se le ha otorgado a la unión entre hombre y mujer.
Luisa: Yo sé que para vosotros esta boda no tiene ningún efecto y lo respeto, pero respetadme también a mí. Me hace ilusión celebrarlo. ¡Es mi boda!
Juan: Lo sé y lo siento, Luisa. Por nada del mundo quiero hacerte daño, y por eso, porque estamos plenamente convencidos de que esta unión no es voluntad de Dios y por tanto, no es buena para vosotros, no podemos celebrarlo. No podemos celebrar algo que no es bueno para ti ni para él.
Luisa: Y ¿Qué propones? ¿Qué vuelva con Paco? Eso no lo voy a hacer.
Juan: Estoy convencido de que lo único que te puede hacer verdaderamente feliz, es actuar según la voluntad de Dios.
(Días más tarde)
Luisa: Juan y Marta no vienen a mi boda. No aceptan a mi nueva pareja. Estoy muy dolida (llorando). Saben que me hace mucha ilusión mi boda y no vienen por sus ideas ¿Y eso es ser cristiano?.
(Y desde entonces, Luisa y su pareja, mantuvieron una relación tensa con Juan y Marta, porque no se consideraban aceptados por ellos).

Madre,

Que no te defraudemos en esta misión que nos has encomendado, por miedo, vergüenza o falsos escrúpulos. Que seamos fieles al mensaje del Evangelio, aunque nos cueste dolor y sufrimiento. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Un buen guía. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 23, 13-22

EVANGELIO

¡Ay de vosotros, guías ciegos!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 13-22

En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos!
Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga” ¡Ciegos! ¿Qué es más , la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de dios y también por el que está sentado en él».

Palabra del Señor.

Un buen guía.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Se quiere extender la idea de que cada uno es responsable de la salvación o condenación propia, y punto. Pero hoy Cristo nos habla de la responsabilidad que podemos tener en la condenación de otros, con esas palabras tan duras: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos!” ¿Por qué? Por imponer una justicia que nada tiene que ver con el amor de Dios o el amor a Dios.

Puede que esté aplicando muchas normas en mi matrimonio y en mi hogar, que nada tienen que ver con el amor de Dios. Puede también que esté priorizando en mi casa lo material y la comodidad por encima de la ley de Dios. Puede también que esté “captando” gente a mi alrededor, no para llevarlos a Dios, sino para mí. Puede que con la educación a mis hijos los esté convirtiendo en “otro como yo”, en lugar de ayudarles a comportarse como un hijo de Dios. Puede que a mis amigos los arrastre hacia la diversión, hacia la gula del buen comer y beber, pero no les hable de Dios ni les conduzca hacia Él. Puede que esté siendo un “guía ¡Necio y ciego!”.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Tomás: Ramón, hijo mío, haz que me sienta orgulloso de ti. Tienes que convertirte en un hombre de éxito.
Marisa (Esposa de Tomás): ¡Hola, ya estoy aquí!
Tomás: Hola Marisa. (con desprecio) Llegas tarde. Quedamos que vendrías a las 8 de la tarde, siempre tan impuntual ¿Cuándo vas a corregir tus defectos?.
Marisa: Y tú te has dejado la cartera en la entrada. ¿Cuántas veces te tengo que decir que ese no es su sitio? Eres un desastre y ¿te atreves a corregirme a mí?
Tomás: ¿Y qué? No se hunde el mundo porque me deje la cartera en la puerta, tú te crees perfecta y estas muy lejos de eso.
Marisa: tampoco se hunde el mundo porque yo haya llegado 15 minutos tarde, el que te hundes eres tú, que eres un quisquilloso y tu sí que estas muy lejos de la perfección, por eso estas todo el día corrigiéndome, porque no te aguantas ni a ti, eres todo amargura y me tienes ahogada transmitiéndome tu oscuridad, me estas convirtiendo en peor persona.
Ramón: ¿Queréis dejarlo ya? Estáis siempre igual, corrigiéndoos el uno al otro y atacándoos. Menudo plan, en esta casa no hay quien pueda estar tranquilo, es insoportable, ¡me voy!
(Por la noche)
Tomás: Marisa, Ramón tiene razón. Les estamos dando mal ejemplo a nuestros hijos Nos estamos haciendo daño y se lo estamos haciendo a ellos. Reconozco que con tanta corrección, imponiendo lo que para mí es importante, solo te hundo y yo también me siento hundido. Necesito crecer y mejorar, deseo corrijamos el rumbo que hemos tomado, podemos cambiar. Perdóname Marisa, no volveré a corregirte con desprecio, con resentimiento, siento mucho dañarte como lo estoy haciendo.
Marisa: Pues sí, Tomás. Me cuesta reconocer que yo también lo estoy haciendo mal, pero es cierto. Perdóname tú también a mí. Creo que con la ayuda de Dios y nuestro esfuerzo, podemos cambiar esas correcciones con desprecio, por un apoyo mutuo, amar nuestros límites, aceptar nuestras torpezas con alegría y hacernos mucho bien el uno al otro y a los niños, creando un ambiente sano y constructivo en casa. Mañana voy a confesarme y empezaré un camino nuevo.
Tomás: Yo también. Te quiero mucho Marisa.
(Se besan)

Hoy es la fiesta de San Agustín. Oramos con estas frases suyas: “¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba… Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas mismas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían… Pero ahora te anhelo. Gusté de ti y ahora siento hambre y sed de ti. Me tocaste y deseé con ansia la paz que procede de ti” (Confesiones, VIl, 10.18-19; X 27).

El camino de la dignidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 16, 13-20

EVANGELIO

Tu eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-20

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Palabra del Señor.

El camino de la dignidad.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hay dos modos de vida: Según los criterios de carne y sangre o según los criterios de Dios. Hoy vemos cómo el Espíritu revela a Pedro algo que no podía venir ni de la carne ni de la Sangre. El Espíritu puede guiarnos y transformarnos edificándonos sobre esa piedra angular, que es Cristo. Cuando somos edificados sobre ella, el poder de las tinieblas no nos derrotará.

Lo vemos en Santa Mónica, cómo se dejó guiar por el poder de Dios. Ella se casó obligada por sus padres con un hombre que no sentía ninguna simpatía por lo espiritual y que no era católico. Además, su hijo Agustín, estaba muy perdido entre placeres mundanos. Santa Mónica asume la misión de esposa, lo que implica que tiene que colaborar a la salvación de su esposo y de su hijo, a base de oración y sacrificios. De esa manera, Santa Mónica acaba consiguiendo que su esposo se bautice y que Agustín se convierta en San Agustín, doctor de la Iglesia. En ese recorrido de su vida, ella también se convierte en la Santa que hoy conmemoramos. Esa es la lógica de Dios, que va en contra de cualquier consejo terrenal y convierte una aparente situación inadmisible e injusta a los ojos de los hombres, en un hecho heroico para mayor gloria de Dios. Son esas circunstancias y no otras, las que hacen de Mónica una Santa por obra del Espíritu Santo.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Mercedes: Mamá, Antonio (esposo de Mercedes) no quiere colaborar en la casa. Cuando llego me tengo que encargar yo de todo. En su tiempo libre se va a correr. Se lo digo y encima me dice que soy una histérica del orden y que hay otras cosas en la vida…
Lola (Madre de Mercedes): Y tú ¿Qué has hecho?
Mercedes: Yo, ponerle en su sitio. Decirle lo que le tengo que decir. Que es un egoísta, que nada más piensa en él, y que es un guarro, que por él viviría hundido en la suciedad como los cerdos.
Lola: Hija, yo veo que ese hombre te tiene amargada. Cómo me duele lo que te está haciendo sufrir. Lo que tienes que hacer es darle una buena lección. No lo puedes consentir. Si tú no te haces valer, él no te va a valorar, y vas a ser su chacha toda la vida.
Mercedes: Ay, Mamá, no me digas esas cosas, que sólo me faltaba eso: Un empujoncito…
Lola: Hija es que a mí me duele mucho lo que a ti te pase, porque te he parido, y eres sangre de mi sangre, y tú sabes que mataría por ti.
(Calló en manos de Mercedes la historia de Santa Mónica y descubrió el camino del Señor. El camino del sacrificio para salvar a su esposo. Esa era su misión, a través de la que Dios la enaltecería)
Mercedes: (Rezando al Señor): Señor, te pido por mi esposo. Tú eres el Mesías, el Salvador, y tenías como centro de tu vida tu misión, la que te identificaba. Ayúdame a cumplir con mi misión de esposa, uniéndome a la Tuya, para que el poder del infierno no derrote mi matrimonio. Yo también soy hija de Dios y quiero comportarme como tal cumpliendo la misión que me habéis encomendado. Te lo pido, Señor.
(Y Mercedes colaboró a la construcción de su matrimonio y a acercar a su esposo al camino del Señor ¿Hay mayor dignidad?).

Madre,

Te pedimos ayuda para vivir nuestro matrimonio según los criterios de Dios. Por Jesucristo Tu Hijo nuestro Señor. Amén.