Archivo por días: 27 julio, 2017

Es un don para mí. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 10-17

EVANGELIO

A vosotros se os ha dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 10-17

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron:
«¿Por qué les hablas en parábolas?».
Él les contestó:
«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías:
«Oiréis con los oídos sin entender;
miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos,
ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure».
Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen.
En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

Es un don para mí.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Lo del corazón embotado, puede ocurrirme porque esté demasiado centrado en las cosas del mundo y soy incapaz de centrarme en las cosas de Dios, pero también puede ocurrirme por puro orgullo espiritual, que me hace pensar cosas como: “Este Evangelio ya me lo sé…”, o “Este Evangelio le viene fenomenal a…”

Jesús habla con parábolas, para facilitar la comprensión, y dicen que también nos ayuda a aplicar el Evangelio a nosotros según las circunstancias de cada día. Cada vez puedo ponerme en la piel de uno de los personajes que aparecen, y asociar sus circunstancias a las mías… Pero lo que es cierto, es que Jesús me habla a mí, hoy. Es importante quitarme el embotamiento y abrir los ojos del alma y los oídos del corazón para descubrir el mensaje que el Señor me quiere transmitir específicamente a mí.

Así me podré convertir, para que el Señor me cure.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Lucía: (Después de leer el Evangelio) A ver si mi esposo lee este Evangelio, y se le abren los ojos de una vez, y se le desembota el corazón, que no veas si es orgulloso… A ver si el Señor le quita su egoísmo y le da un poquito de humildad…
Pablo: (Después de leer el Evangelio) A ver si mi esposa se convierte de una vez, para que el Señor pueda curarle de esa vanidad tan descarada que vemos todos menos ella. Y de paso, que le dé un poquito de paz, que mucho rezar, mucho rezar, pero a Dios rogando y con el mazo dando…
El Señor (Le dice en el corazón a Lucía): Hija ¿No estás hablando conmigo? ¿Por qué estás juzgando a tu esposo? Mira, yo quiero hacer grandes cosas en tu corazón, te he dado un esposo para ayudarte a salir de ti, pero si estás juzgándolo permanentemente en lugar de comprenderle, de ayudarme a salvarle como yo hice contigo, perderás tu alma. Abre tus ojos y tus oídos. Escucha mi Palabra, y conviértete para que pueda curarte.
El Señor (Le dice en el corazón a Pablo): Hijo mío ¿Quién eres tú para llamar vanidosa a la esposa que te di? ¿Acaso no es vanidad suplantarme en el juicio que he de hacer? Ese no es el camino, querido Pablo. Tu camino es el de acogerla con cariño, que se sienta protegida por ti, cuidada, mimada, porque todo lo que haces con ella, conmigo lo haces. Así que, abre tus ojos y tus oídos. Escucha mi Palabra, y conviértete para que pueda curarte.

Madre,

Le pido perdón al Señor por todas las veces que no he acogido Su Palabra como una enseñanza para mí, y por las veces que se la he aplicado a mi esposo, y por las veces que me he distraído y le he dado prioridad a otros pensamientos como si fuesen más importantes. Hoy, Madre, me comprometo a acoger el tesoro que Jesús me da a diario a través de Su Palabra. Alabado sea por este don tan necesario para el crecimiento de mi alma. Amén.