Archivo por días: 7 julio, 2017

La misión. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 9-13

EVANGELIO
No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «Misericordia quiero y no sacrificio»: que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:30, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

Anuncio Barcelona 19-07-17

La misión.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús practicaba lo que acababa de enseñar en el Sermón de la Montaña, enseñó la acogida a pecadores… Nos habló de la dicha del que sufre por amor, del que llora, del que es misericordioso… Nos muestra la dicha que viene después de acoger el mal, para convertirlo en bien. Y Él mismo lo practica al acoger a leprosos, extranjeros, enfermos, endemoniados, paralíticos, publicanos, en definitiva, pecadores. Jesús viene a sanar lo que está enfermo ¿Cuántas cosas hay enfermas en mi matrimonio y en mí mismo?

En los demás evangelios, este publicano se llama Leví. Aquí su nombre es Mateo, que significa don de Dios o dado por Dios.
También nuestro esposo en su pecado, es un don de Dios para mí y Dios nos lo ha dado para ayudarle a sanarle en lugar de juzgarle y rechazarle. O ¿Acaso soy tan ingenuo de creerme sano y merecer un esposo sano? La tarea está por realizar: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores» Los dos lo somos, Señor ten piedad.

El día de nuestra boda, nos prometimos entregarnos el uno al otro y acogernos en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, todos los días de nuestra vida, hasta que la muerte nos separe. Cumplir nuestra promesa es haber entendido nuestra misión de esposos que también nos entregamos y acogemos lo que está enfermo. Y de nosotros depende contar con la gracia de nuestro Sacramento Conyugal, al cumplir nuestra promesa, de amar como ama Cristo, en el mal, y que Él se haga presente en nuestro matrimonio.

Hoy no hay una historia, sino nuestra propia historia. Vamos a hacer un examen de conciencia a la luz de este Evangelio, para ver si estoy siendo un esposo cristiano que sigue a Jesús, en cada una de las actitudes que Él hoy nos enseña:

– ¿Acojo a mi esposo en la lepra del corazón que es el orgullo? Y si me ofende o desprecia ¿Le devuelvo el mal y me defiendo? O me hago vulnerable y le doy paso a Jesús para que Él lo sane.
– ¿Me pongo al servicio de Dios, dando cariño cuando mi esposo está enfermo? ¿O pienso en mí y mi egoísmo me impide comprenderle?
– Cuando mi esposo está como endemoniado, por la ira o malos pensamientos ¿cuál es mi actitud? ¿El enfado, huir… O le intento animar y consolar?
– Cuando mi esposo está paralizado y no se comunica conmigo, ni tiene ningún tipo de iniciativa… ¿Me acerco con amor a preguntarle cómo puedo ayudarle o me quejo y también me distancio?
– Si mi esposo está absorbido por las cosas de este mundo ¿Rezo y ayuno con fe por él y le atraigo con amor, humildad y astucia hacia la belleza de lo eterno?

Hoy Jesús quiere esposos que sigan al Esposo ¿a caso no dio ejemplo? No podemos decir que no sabemos, ni que no podemos
El nos enseñó, El se entregó para hacerlo posible. Solo tengo que creérmelo, esforzarme y contar con Él. Romper también hoy con todo lo que excluye, distancia y divide, en mi matrimonio.

Para Jesús la misericordia es más importante que la pureza legal. No vale con ir mucho a Misa, rezar… y luego no tener misericordia. Para Dios la misericordia vale más que todos los sacrificios (Os 6,6; Is 1,10-17). Dios tiene entrañas de misericordia, y se conmueve ante nuestras faltas (Os 11,8-9).

Madre,
Dame tus entrañas de misericordia para con mi esposo e hijos, como vosotros la tenéis conmigo, que soy pecador. Quiero vivir en el Amor y la Verdad. Ayúdame a vivir el evangelio y sana lo que tengo enfermo que me impide ser misericordioso. Ayúdame Madre a seguir a Jesús, a cumplir mi misión. Estoy muy lejos de amar de verdad, pero dile al Padre y a Jesús que los quiero, que seguiré luchando, y pídele al Espíritu Santo que no me abandone. Por todas las veces que no lo he hecho bien, te ofrezco mi corazón contrito y humillado. Gracias por acogerme en mi pecado.

Pecador, pero le sigo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 9-13

EVANGELIO

No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «Misericordia quiero y no sacrificio»: que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Palabra del Señor.

Nota: El 19 de julio a las 20:30, primer encuentro de Proyecto Amor Conyugal en Barcelona. Para más info:

Anuncio Barcelona 19-07-17

Pecador, pero le sigo.

(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Reconozcámoslo, somos pecadores. Estamos empeñados en demostrar que no lo somos, pero lo somos. Cuando mi esposo me recrimina algo, me suelo defender, y lo que es peor, atacando (Ya dicen que la mejor defensa es el ataque). Obviamente que nuestro esposo es también pecador, y tendré muchas armas contra él/ella. Pero ¿Qué gano no reconociendo mis limitaciones y mi pecado? ¿Soy más grande por ello? Observemos la actitud de los Fariseos que se creían perfectos porque observaban la ley, y la de Mateo, que se reconoce pecador y sigue a Jesús.

Resulta que Dios no habría permitido nuestro pecado si no fuera porque de él se puede sacar un bien mayor, como decía San Agustín y se nos recuerda en el Catecismo. ¿Y cuál es ese bien mayor?: Cristo. Ni más ni menos. Sí, Él viene y come con los que somos pecadores. Viene porque necesitamos que nos sane. Qué bendición recibir la visita del Señor, merece la pena reconocerme humildemente pecador.

Aterrizado a la vida matrimonial:
María: Pedro, creo que estás tomando las decisiones equivocadas. Además, estás irascible y a los niños no les estás educando con cariño, sino de malas formas.
Pedro: Pero bueno, tú quién te crees que eres ¿Doña perfecta? ¿Te crees que tú estás haciendo las cosas con mucha paciencia? Estás demasiado pendiente de mí. Anda, haz examen de conciencia y mírate tú, en lugar de tanto observarme a mí. En lugar de eso, ya podías estar más cariñosa conmigo, que estoy pasando un momento difícil.
María: Eres un soberbio. No se te puede decir nada…
(Después de una buena confesión)
Pedro: Perdona María. Tenías razón. Necesitaba un buen examen de conciencia y una buena confesión. Menos mal que te tengo. El Señor ha venido a mí y me ha perdonado. Ahora perdóname tú, por favor.
María: Este es mi Pedro! Perdóname tú a mí también. No sé qué me ha pasado. Dime por favor qué necesitas para que te ayude en estos momentos de dificultad para ti ¿Vale? Intentaré ser tu ayuda.
Pedro: Necesito gestos de cariño. Que me calman y me reconfortan. Gracias, mi amor.

Madre,
Cuando no reconocemos nuestras debilidades y nuestros pecados, en seguida se producen fisuras en nuestra relación de comunión. Sólo reconociendo nuestros pecados y pidiendo perdón, podemos restablecerla. Merece la pena, es tan hermoso estar unidos… Alabado sea el Señor que nos da la posibilidad de estar entre nosotros cuando le acogemos con humildad. Gloria a Dios.