Archivo por meses: noviembre 2016

Criterio de selección. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 4, 18-22

EVANGELIO
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor.

Criterio de selección.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús elige como apóstoles a unos pescadores. ¿A alguno de nosotros se nos habría ocurrido tal elección? Podría haber llamado a cualquier persona del mundo. Pero tras rezar con el Padre toda la noche, elige a aquellos. Pedro, Santiago y Juan, serían sus predilectos, y a Pedro le deja a cargo de Su Iglesia. Por tanto, esta elección no era para unos años, era para toda la eternidad. Primero prepararlos y después dejar en sus manos la tarea de llevar al mundo la Buena Noticia. Elige a unos pescadores, rudos, incultos, sin influencias ni habilidades especiales, y se “casa” con ellos. Los convierte en las principales columnas de la Iglesia. Yo, tengo que reconocerlo, habría aplicado otro criterio a la hora de elegir a los apóstoles.

Nuestro amor de esposos también es electivo. Nos elegimos el uno al otro, pero ¿Nos elegiríamos hoy? Quizás siga viendo a mi esposo con mi criterio de selección, quizás vea sus limitaciones y considere que no es la persona adecuada para mí. Quizás vea a otros más amables, más serviciales, más corteses, más transigentes… y me parezca que si mi esposo fuese así, nuestro matrimonio sería mucho más coherente y más realizable. Pero no. Dios sabe más y Dios creó para mí el esposo ideal, con sus virtudes y sus carencias. Sí, un esposo en bruto, que aún tiene que crecer, que aprender, pero si se alimenta del amor de Dios y le alimento con mi amor, algún día será el esposo que Dios ha querido que sea y yo seré también el cónyuge ideal para él/ella.

Esto nos ocurrió a nosotros. Nos mirábamos el uno al otro y veíamos tantos defectos que considerábamos nuestro matrimonio imposible. Somos la noche y el día, como todos los esposos, y además cada uno estaba aferrado a su manera de ver y de entender las cosas, y nos hacíamos daño. El equivocado era el otro. De repente la Virgen nos llama, y por primera vez, hicimos algo bien: Decir que sí. Lo dejamos todo para seguirle a Él.

Lo importante no es quién seas o quién sea tu esposo, ni siquiera nuestras cualidades. No somos nosotros los verdaderos protagonistas de nuestra vida ni de nuestro matrimonio. Lo importante es que le digamos sí a nuestra Madre. Ella nos guiará hacia Él, y Él lo hace todo. Nos enseña, nos transforma y nos convierte en columnas o columnitas que sostienen Su reino.

Esposo, confía en aquél o aquella que Dios ha elegido para ti, y déjalo todo por él/ella.

Madre,
Gracias por llamarnos al Proyecto de Amor de Dios para nuestro matrimonio. Te pedimos por todos aquellos matrimonios a los que has llamado y están pendientes de dejarlo todo para seguirle. En esa decisión se juegan su matrimonio, su vida, su felicidad, la de sus hijos… ¿Qué hubiera sido de Pedro, Santiago y Juan si no hubieran dicho “sí”? Habrían acabado sus días como pescadores, con más o menos fortuna. Pero dijeron “Sí”, lo dejaron todo y Dios los hizo grandes. Te alabamos Señor.

El sentimiento de lo que falta. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 10, 21-24

EVANGELIO
Jesús, lleno de la alegría en el Espíritu Santo

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 21-24
En aquella hora Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
– «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

El sentimiento de lo que falta.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cuando Jesús les dice a los discípulos “¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis!” No se refería a que le viesen a Él en carne y hueso, sino a la revelación que habían recibido. Hoy me lo dice también a mí y a cada uno de vosotros: Bienaventurados por lo que veis y oís.

Estamos rodeados de muchos cuya inteligencia les impide ver. Consideran que la inteligencia es una especie de capacidad todopoderosa, de manera que no creen ni están dispuestos a creer más allá de lo que llegan a comprender y opinar. Sin embargo, qué importante es la revelación. Qué importante es lo que Dios ha querido mostrarnos sobre la verdad. Tanto, tanto, que su Hijo es “Palabra” del Padre, y vino a esa importantísima misión de proclamar la buena noticia: El Evangelio. Gracias Señor, por este don, que nos hace dichosos a los que hemos podido oír tu Palabra.

Por eso es tan importante la revelación también sobre nuestra vocación, porque necesitamos saber lo que es el matrimonio creado por Dios, y las leyes específicas que puso en nosotros y en nuestra peculiar comunidad de vida y amor: ¿Qué experiencias nos unen de verdad? ¿Cómo hacer que Cristo actúe en nuestro sacramento? ¿Qué espera Dios de la aparente avidez de comunión de la mujer frente a la aparente superficialidad del hombre? ¿Cómo crecer teniendo un amor tan limitado? ¿Cómo orientar nuestro deseo sexual en el matrimonio? ¿Cómo construir el tan ansiado amor verdadero?… son tantas incógnitas que tenemos que ir descubriendo y despejando… porque sólo el camino de la voluntad de Dios, nos construye. Dichosos los que vemos y oímos lo que Dios nos quiere revelar sobre el matrimonio y la familia. Él es ante todo Familia. Él quiso nacer, aprender a ser hombre y vivir la mayor parte de su tiempo en una familia.

Pero claro, puedo vivir una terrible tentación proveniente del orgullo: Que viendo, “no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Rm 7,19), y a veces, esto de ver lo que Dios había pensado para mí como esposo y lo que sueña que construyamos juntos como matrimonio, puede desanimarme porque me veo lejos de ello. Y a veces, no soy dichoso por ver y oír, sino que me provoca cierta angustia o desasosiego. A este propósito nos dice Orígenes:
“El sentimiento de lo que falta se hace preparación de la perfección que sobreviene. Pues todo el que no conoce que carece del verdadero bien y se satisface con apariencias, se priva del bien verdadero.”

Sí, hay matrimonios que no buscan más allá, porque no saben que existe el bien verdadero. Nosotros tenemos un motivo para seguir luchando, avanzando e ilusionándonos: El Proyecto de Dios para nuestro matrimonio.

Madre,
Gracias por mostrarnos lo que nos falta. Prometo intentar no angustiarme por ver el camino que me queda por delante, como el mal estudiante que no deja de contar las páginas que le quedan, sino animarme a trabajar con ilusión en este Proyecto de Amor que Dios ha pensado para mí. Lo bonito es construirlo con Él, disfrutando de cada paso, saboreando cada pequeño avance, y preparándome para “la perfección que (nos) sobreviene”. Gracias Dios mío, porque sé que Tú lo vas a hacer en mí y en mi esposo. Alabado seas. Amén.

Compasión, humildad y fe. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 8, 5-11

EVANGELIO
Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
– «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
– «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor.

Compasión, humildad y fe.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Tres actitudes que puedo aprender del centurión y cómo influyen en Jesús.

Primero, su compasión, remueve a Jesús que en seguida se ofrece a ir personalmente a curarlo. Si mi mirada hacia mi esposo fuese de compasión y no de repulsa, seguramente movería el corazón del Señor cuando pido por él/ella.

Segundo, su humildad. El centurión era romano, y estaba a cargo de una compañía, pero entiende que la dignidad no depende de los cargos o los éxitos alcanzados en la tierra. Entiende que depende de la cercanía a Dios, y nosotros somos hijos adoptivos, pero Cristo es Dios y es su Hijo único. Señor, cuánto cambiaría mi matrimonio si fuese capaz de reconocer la dignidad de mi esposo, pero ojo: ¡Independientemente de lo que haga o deje de hacer! y le tratase siempre como se merece, como al mismísimo Cristo. Él nos dijo, que lo que le hiciéramos a uno de estos más pequeños, a Él se lo hacemos, y no puso condiciones a esta norma. Mi actitud ante mi esposo debe ser la de sentirme pequeño y aprendiz, para dejarme influir por él/ella y recibir todo lo que Dios quiere darme a través de él/ella.

Y la tercera clave de este Evangelio para mi matrimonio, es la fe del Centurión, una fe que produce admiración en Jesús. El centurión reconoce la autoridad de la palabra de Jesús. Le dice a uno “ven” y va; “haz esto” y lo hace. ¿Confío yo en la fuerza de la palabra de Jesús en mi matrimonio?. Hay que perseverar, seguir rezando el Evangelio juntos, todos los días, para que se produzca el milagro.

Señor,
Tengo en casa un esposo que lucha por hacerlo bien, pero sufre. No soy digno de que entres en mi casa, pero sé que Tu Palabra le salvará. No confiamos en nosotros, ni en nuestras fuerzas, pero sí tenemos fe en Ti. Pedimos que seamos matrimonios venidos de occidente a sentarse en el reino de los Cielos. Tú eres el Mesías, el Señor. Alabado sea nuestro Dios, que nos ama y nos salva. Amén.

Ejército de María. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 24, 37-44

EVANGELIO
Estad en vela para estar preparados

Lectura del santo evangelio según san Mateo 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejarla abrir un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.

Ejército de María.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Empezamos el Adviento. Un tiempo para despertar y estar en vela. Lo peor no es el pecado, porque de éste somos conscientes, nos arrepentimos y pedimos perdón. Lo peor es la tibieza, estar en muchas cosas y no estar con la mirada puesta en nuestro camino hacia Dios.

Podemos estar juntos todos los días de nuestra vida y hacer muchos planes, estar aquí o allí compartiendo momentos, beber y comer juntos… Unidos por fuera, pero lejos por dentro. ¿Estoy unido a mi esposo por dentro? Por fuera quizás nadie lo note, pero Cristo sí lo nota. Él es quien ve cómo voy diciendo adiós a todo aquello por lo que no debo preocuparme, dejando atrás el hombre viejo, cómo se va produciendo una renovación en mi manera de pensar (conversión). Él es quien ve nuestros esfuerzos por amar en lo difícil.

El mundo tiene que convertirse. Los matrimonios tenemos que conseguir que algún día, cuando Cristo venga, no encuentre a individuos distantes, sino a esposos que se han hecho un solo corazón y una sola alma, y así han colaborado a construir el reino de Dios para sus hijos y a su alrededor.

Esta vigilancia no es una «obsesión tensa» por la salvación personal, pero sí es una «atención serena» para ser fieles a la misión que Dios nos ha encomendado. Hay algunos matrimonios que estamos siguiendo un itinerario hacia la Caridad Conyugal. La muerte y la vida, llegan de manera silenciosa, y los que trabajamos para el Proyecto Amor Conyugal de María, lo hacemos en silencio desde nuestros hogares, para que haya muchos matrimonios en vela.

Madre,
Somos Tu ejército. Nos unimos a Ti para que todos los matrimonios sean llevados a Dios, ese es tu plan. Es la manera de salvar la familia, salvar las vocaciones, salvar la Iglesia y la sociedad. Matrimonios vigilantes que miramos a Cristo y trabajamos por la Caridad Conyugal. Llena de gracia, abogada nuestra, muéstranos a Jesús y ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Despiertos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 21, 34-36

EVANGELIO
Estad despiertos, para que podáis escapar de todo lo que está por suceder

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

Despiertos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El corazón embotado, qué forma tan gráfica de expresar lo que nos pasa. ¡Claro!, el corazón se me embota y dejo de ver con claridad la verdad y las cosas de Dios. Y Cristo me dice cómo se me puede embotar: Con las diversiones, sustancias que me alejen de la realidad y las inquietudes de la vida.

Quizás las diversiones ya he descubierto que no me llenan, y la borracheras o drogas no me llaman la atención en absoluto, pero tengo un tercer peligro: El de Marta, la hermana de María “Marta, Marta, Andas inquieta con tantas cosas”, le decía Jesús. Pues sí, esto de tener tantas cosas que hacer, me embota el corazón y me impide ver lo importante, la verdad, a Dios.

Qué importante pararme, todos los días, y dejar a un lado todo, para mi encuentro con el que es la Verdad, despierto y en pie ante el Hijo del hombre. Sí, en la oración diaria, es como si despertara de una maraña de sueños, a veces pesadillas, y volviera a la realidad.

Después, con mi esposo, una vez que los dos hemos desconectado de las inquietudes de la vida y profundizado en el amor, hablar de corazón a corazón. Sí, mantenernos despiertos es mantener despierto nuestro amor, que no seamos un matrimonio embotado por tantas cosas que nos inquietan y nos distraen. Hoy (ayer ya para vosotros), uno de los dos empezó a rezar antes, y cuando llegó el otro del trabajo, se notaba claramente que estábamos en sintonías diferentes. Entonces se puso a rezar y volvieron a conectarse nuestras almas, unidas por el Espíritu Santo. No hay nada más hermoso que compartir juntos la ilusión por el verdadero amor e iluminarnos cada uno con sus experiencias. Qué hermoso llegar a acompañarnos espiritualmente el uno al otro, ayudándonos en ese camino hacia Dios.

No se me ocurre un gozo mayor en el matrimonio.

Madre:
Despierta nuestros corazones embotados y muéstranos el camino del amor, un camino de sencillez, de confianza y de obediencia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.