Archivo por meses: septiembre 2016

El mayor milagro. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 10, 13-16

EVANGELIO
Quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús:
-« ¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno.
Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado».

Palabra del Señor.

Nota: ProyectoAmorConyugal organiza un retiro para matrimonios y familias en Madrid, entre los días 21 y 23 de octubre. Pedimos vuestras oraciones.

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El mayor milagro.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Señor nos alerta. Él se entregó mucho a las tres ciudades de Galilea, donde más centró sus esfuerzos de evangelización. Y no se convirtieron. Es muy fuerte que el Señor te mire y te diga “Bajarás al infierno”. Terrible sentencia sin remedio. El miedo no convierte, convierte el amor con el que el Señor nos advierte hoy: Convertíos.

El Señor me ha dado a todos los que han intervenido para que llegue a conocerle: Padres, familiares, amigos… sacerdotes.

Qué importantes son los sacerdotes para los matrimonios. Son enviados del Señor para traernos en Su nombre la Buena Noticia. Si les rechazamos, también rechazamos al Señor y a Dios Padre. No son santos, están en camino como nosotros, pero son Sus enviados. ¡Cuánta ayuda recibimos de ellos! Cuánto tiempo me han dedicado en las direcciones espirituales, en administrarme los sacramentos, en prepararme para ellos, cuántas homilías trabajadas, cuántas pláticas, retiros… No podría pagarles todo el tiempo que me han dedicado, y menos aún, el mensaje del Señor con el que nos han llenado el alma.

El Señor me ha enviado a otros para que me convierta. Me ha enviado a mi esposo, que fue creado para mí, y si le rechazo, rechazo a Cristo, quien le envió, y rechazo al Padre, quien le creó. Todo lo que le haga a él/ella, se lo estaré haciendo al Señor. Debo tener siempre presente que lo que me une a él/ella es un sacramento, que somos sacramento vivo.

Si nos olvidamos de la Pasión de Cristo que redimió nuestro amor, mereceríamos peor destino que Corazaín, Betsaida o Cafarnaúm. Al fin y al cabo, ellos aún no habían visto el mayor milagro con mucho, el de la redención.

Madre:
Ayúdame a convertirme cada día. Quiero amar al Señor a través de mi esposo, ser cortés con Él siéndolo con mi esposo, cariñoso, comprensivo… tengo la suerte de poder amarle, tocarle, sentirle, a través de mi esposo, porque “lo que hagáis con uno de estos más pequeños, a mí me lo hacéis”. Como esposo, deseo amar a Dios en la carne, en la tierra. Bendice alma mía al esposo, bendice alma mía al Señor.

Dios ha curado. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1, 47-51

EVANGELIO
Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 47-51
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.

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Dios ha curado.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy celebramos el día de los Arcángeles: Rafael, Gabriel y Miguel, de ahí que el Evangelio del día nos presente el momento en que Jesús hace referencia a los ángeles diciendo: “veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Sí, teniendo fe, veremos el cielo abierto y los ángeles, esos que Dios ha creado para ayudarnos. De los tres que celebramos hoy, nos fijaremos en Rafael, en hebreo Réja-el significa «Dios ha curado» o «medicina de Dios». Es el patrono de los viajeros y de los médicos. Acompañó a Tobías en su viaje a Ragués, en Media, a casa de Ragüel, padre de Sara, la que sería su mujer. Rafael le guio por el camino y le mostró remedios para curar: la hiel, el corazón y el hígado de un pez. Además, la tradición le considera el autor del movimiento de las aguas de las piscinas de Bethesda, donde metían para curarse los enfermos en tiempos de Jesús, cuando éstas se ponían en movimiento.

Pero a nosotros nos gusta reconocerle el mérito de sanar y hacer posible el matrimonio. Sara, la que se convertiría en mujer de Tobías, tenía un demonio llamado Asmodeo, que mataba a todos aquellos que intentaban casarse con ella. Llevaba ya siete maridos muertos. Entonces, Rafael da las instrucciones a Tobías para que su matrimonio se llevara a cabo. Quemó el corazón y el hígado de pez para ahuyentar al demonio y rezaron juntos al Señor, también por indicación de Rafael. Después de bendecir a Dios, dijo Tobías la siguiente oración: “Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: No es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él. Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad. Y Tobías y Sara se unieron por la gracia de Dios.

¿Es o no Rafael el Arcángel que sana el matrimonio?

Madre:
Nos encomendamos a Rafael para que nos oriente también en el camino para hacer posible nuestro matrimonio y ahuyentar todos los demonios. Seguimos sus instrucciones de rezar juntos con la oración que en su día pronunció Tobías. Damos gracias a Dios por este Arcángel. Bendito sea el Señor por siempre, que tanto nos da para nuestra salvación, gloria a Él por los siglos. Amén.

Ordenad en mí el amor. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 57-62

EVANGELIO
Te seguiré adondequiera que vayas

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor.

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Ordenad en mí el amor.

Este Evangelio está perfectamente explicado por San Agustín, así que expondremos sus comentarios.

Hay tres candidatos a seguir a Jesús. El primero que le dice “Te seguiré adonde vayas”, Jesús intenta disuadirlo ¿Por qué? Porque ve en su corazón, y su intención no es limpia, es egoísta y busca su interés. Jesús le responde haciendo alusión a las madrigueras de las zorras y los nidos de los pájaros. San Agustín interpreta las madrigueras de las zorras como escondrijos, que representan la doblez y falsedad de su interlocutor. Y los nidos están en las copas de los árboles, lo que él interpreta como un símbolo del orgullo de aquel que se postulaba para seguirle. Es evidente que un mentiroso y orgulloso, no puede seguir al Señor.

El segundo candidato no dice nada, sin embargo, el Señor le dice “Sígueme”, a lo que él responde que antes debía enterrar a sus muertos. Esto es una obra de piedad, y por tanto, le gusta al Señor, pero le responde “deja que los muertos entierren a sus muertos”. Interpreta San Agustín que viene a decirle: Hay algo más importante que el amor a los padres, y es el amor a Dios. Deja que los infieles entierren a los muertos, tú sígueme.
El último le dice que antes debe despedirse de su familia. Por si ellos tuvieran algo mejor que ofrecerle. Jesús le responde que seguirle es una determinada determinación y no se puede mirar para atrás, o no vales para seguirle.

En esta hermosa explicación, que podéis leer completa en esta dirección http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/T-O/13C/ev_Ag.htm San Agustín hace referencia a un texto del Cantar de los Cantares: “Ordenad en mí el amor (Cant 2,4)”. Creo que esta es la clave. Creo que en mi respuesta a la llamada de Dios, es muy importante que ordene en mí el amor: Primero Dios, después mi vocación de esposo, después mis hijos, después otros hijos de Dios y por último, yo. Siguiendo este orden de prioridades, puedo seguir al Señor.

Madre:
Aparta mis dobleces y mi orgullo, ordena mi amor y no dejes que otras cosas me distraigan y vuelva a desordenarlo. Quiero seguir al Señor, Él me ha llamado. Me someto a ti para que Tú me guíes hasta Él. No busco comodidades, ni un sitio donde reclinar la cabeza. Sólo busco recostarme en su pecho, como Juan. Todo por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

¿Dónde me duele? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 51-56

EVANGELIO
Tomó la decisión de ir a Jerusalén

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 51-56
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.

Palabra del Señor.

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¿Dónde me duele?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

No recordamos otro pasaje del Evangelio en el que diga expresamente que Jesús regañó a sus discípulos. ¿Qué tiene de especial esta escena? Han sido ofendidos por los samaritanos, despreciados, y su respuesta es desearles un mal a cambio. Adelantaron el juicio, erigiéndose como jueces, los consideraron culpables y los condenaron. Incluso consideraban que podían disponer del “fuego divino”, como el castigo que infringió Elías contra los sacerdotes del Dios Baal. Dicen que aquel día, se inventó la barbacoa  (perdonad la broma).

Ante esta situación, hay dos tipos de dolor: 1. El de los discípulos, que ofendidos, se creen en posesión de la verdad y la justicia divina (mal entendida). 2. El de Dios, que desea que todos le acojan, se conviertan, sean hermanos y se amen.

Cuando creo que mi esposo debería haber tenido algún tipo de atención, me debería haber acogido tal como soy o alguna situación similar, ¿Siento dolor?, cuando en sus actitudes no acoge a Cristo ¿Siento dolor?. Pero ¿Dónde me duele? En el orgullo o en el alma. Cuál de los dos tipos de dolor siento, ¿Aquel en el que me miro a mí y las que considero sus obligaciones para conmigo? O aquel en el que enamorado, deseo que mi esposo se construya y crezca. Si tengo dudas, de cuál de esos dos dolores es el mío, puedo fijarme en mis reacciones: Si le recrimino o por el contrario rezo por él/ella para ayudarle en su camino hacia Dios.

Esta respuesta debe ser muy importante para Jesús, porque si recrimino a mi esposo, Él se daría la vuelta y me regañaría. La respuesta al mal debe ser la mansedumbre y la misericordia. Con los mismos sentimientos de Cristo, estaré listo para ayudar en el nombre del Señor.

Madre:
Cuántas veces nos corrige el Señor en nuestras actitudes ante nuestro esposo. Algunas nos las repite una y otra vez, pero lo necesitamos. Necesitamos ir tomando conciencia de cómo vivir el reino de Dios, el que Cristo nos ha traído. Perdona por mi tozudez y sí, sígueme insistiendo por favor. Necesito mucha insistencia porque soy un pecador. Alabado sea nuestro Señor, que nos ama y hoy nos regaña. Amén.

Imponer o acoger. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 46-50

EVANGELIO
El más pequeño de vosotros es el más importante

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50
En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir».
Jesús le respondió:
-«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».

Palabra del Señor.

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Imponer o acoger.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El amor exige libertad. Obviamente, si el que entrega algo no lo hace voluntariamente, eso no es amor.
En nombre del amor, se intentan imponer muchas cosas. De ahí la obsesión de corregirnos mutuamente. Al final las cosas tienen que ser como yo digo, y si no…
Cuando nos imponemos provocamos dolor. Cuando acogemos al esposo, hacemos que se sienta a gusto. Primero se tiene que sentir comprendido y después tiene que sentir que no busco nada para mí, sino que quiero ayudarle y ante todo busco su bien o un bien común.

Los apóstoles hablan de imponerse (por vanidad) y el Señor les responde con “acoger a los más débiles” (por amor). ¿Cuál de las dos actitudes quisiera que tuviera mi esposo conmigo?. Al imponernos nos perdemos mucho. Perdemos la confianza el uno en el otro, se levantan defensas que no nos permiten construir una intimidad, ni nos permiten crecer en comunión.

Desterremos esta actitud de la imposición, como si de la peste se tratara, porque realmente es una enfermedad grave del matrimonio. Sustituyámosla por la de acoger “en nombre del Señor”. El matiz es importante, acoger como querría acogerle el Señor.

Madre:
Te pedimos que aprendamos a acoger en nombre del Señor. Así vino Cristo a Tu vientre, así acogiste Su sacrificio en la Cruz. Así quiero aprender a acoger a mi esposo, con ternura, compartiendo su dolor y uniéndome en su misión. Amén.