Archivo por meses: junio 2016

Ganar desde el banquillo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 9, 1-8

EVANGELIO
La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En eso le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
-«¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados».
Algunos de los escribas se dijeron:
-«Éste blasfema».
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
-«¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate- y echa a andar»? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados – entonces dice al paralítico -: «Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa»».
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Palabra del Señor.

Ganar desde el banquillo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Este Evangelio nos enseña que más importante que nuestra fortaleza o debilidad, es nuestra confianza en Dios. El único que salió curado de aquella reunión, fue el paralítico. Bendita parálisis que mereció tal Sanador ¿No os parece?.

Normalmente nos preocupa nuestra debilidad. No soportamos vernos imperfectos, impedidos, siervos inútiles. No soportamos meter la pata y que otros nos vean, porque nos parece que no estamos siendo testigos del Señor. Pero hay dos maneras de ser testigos: Una, la que a todos nos gustaría: actuando heroicamente porque es Dios quien actúa en nosotros. La otra es que, a pesar de todo nuestro pecado: Envidias, egoísmos, orgullo, vanidad, pereza… Dios nos perdona. El paralítico fue un medio para dar testimonio de Cristo, porque todo el mundo vio cómo Cristo le perdonaba sus pecados. Lo presentaron ante todos como pecador (en aquella época las enfermedades se consideraban provocadas por el pecado) y salió justificado, y todo el mundo alababa a Dios y no a él.

En una ocasión, Mons. Munilla contaba que, a un chaval le preguntó delante de sus compañeros: ¿Qué prefieres, perder un partido por tres a uno, pero habiendo metido tú ese gol, o ganarlo por tres a uno y haber estado todo el partido en el banquillo? El chaval, honestamente respondió: Perderlo y haber sido yo el autor del gol. A veces, tristemente, prefiero ganar yo, aunque sea a costa de que pierda nuestro matrimonio.

Dios es el autor de nuestro matrimonio. Todo es Suyo. Estamos en sus manos, y a veces, como a Abraham con su hijo Isaac, nos pide que entreguemos lo que más queremos. Muchas veces, en nuestra relación, nos tocará ganar el partido por haber estado en el banquillo. Que no nos preocupe tanto nuestra debilidad, sino nuestra fe.

María:
Que proclame mi alma la grandeza del Señor, y no la mía. Que se alegre mi espíritu en Dios y no en mis éxitos. Y que pueda ver en mí la humillación de Su esclavo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Conocer y confiar. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 16, 13-19

EVANGELIO
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
-«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
-«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».

Palabra del Señor.

Conocer y confiar.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús también confía en mí y me entrega las llaves de tantas cosas Suyas de enorme valor: Su Sagrado Corazón al que puedo hacer sufrir, su Cuerpo en la Eucaristía que podría profanar, mi matrimonio que es un misterio sagrado de Dios que podría utilizar o despreciar, mis hijos que son Sus hijos y puedo alejarlos de Él, etc. A aquél del que no te fías, no le das la oportunidad de amarte. “Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo” ¡Eso es una apuesta de amor! Por la humanidad que nos da a través del Papa.

En el Evangelio de hoy, vemos que Pedro demuestra conocer a Jesús y Jesús le confía su Reino. Cuando en la biblia habla de “conocer”, se refiere al conocimiento íntimo de un amor esponsal. “No conozco varón” decía la Virgen ante el anuncio del ángel. Ese tipo de conocimiento, en la intimidad, es el que Dios quiere en Su relación con nosotros. Y en aquel que te conoce, pones tu confianza, le das las llaves de tu corazón.

¿Cuánto me esfuerzo por conocer la intimidad de mi esposo? Tiendo a mirarle desde mis intereses y juzgar sus actitudes por todo aquello que me incomoda o me hace sufrir. Por eso no soporto sus debilidades. Pero ¿Y él/ella? ¿Realmente me importa? ¿Cuánto sufre en su interior por sus limitaciones? ¿Lucha por superarlas? ¿Le comprendo realmente? ¿Cuántas veces le he pedido a Dios que me lo muestre como Él lo ve?. No entraré en el “reino” interior de mi esposo ni me dará las llaves si no soy capaz de profundizar en esa “mirada interior”. Y para ello necesitamos del Espíritu Santo, porque mi mirada está limitada, enturbiada por mi pecado:

El hombre y la mujer están llamados por Dios a ‘verse y conocerse a sí mismos en toda la paz y tranquilidad de la mirada interior, se «comunican» en la plenitud de la humanidad, que se manifiesta en su recíproca complementariedad… «se comunican» según esa comunión de las personas, en la que, …se convierten en don recíproco la una para la otra’ (San Juan Pablo II Aud. 2-01-80).

Señor, que nunca seas un segundo plato para mí, porque yo no lo soy para ti. Nadie ha tenido jamás una apuesta así por mí. Por encima de mis meteduras de pata, estoy yo. Eres mi Salvador, mi amigo, en quien puedo confiar. Quiero amar así a mi esposo así, como tú me amas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Entre el oleaje. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 8, 23-27

EVANGELIO
Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:
-«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».
Él les dijo:
-«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados:
-«¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».

Palabra del Señor.

Entre el oleaje.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Lo primero que queda bien claro en este Evangelio es que los discípulos de Jesús se suben a la barca que Jesús se ha subido.
La gran barca es la Iglesia. Muchas veces hemos reconocido que para vivir nuestro matrimonio en condiciones necesitamos de la Iglesia. De los textos del magisterio, de la celebración de los sacramentos, de ir acompañados de otros matrimonios cristianos, de la dirección espiritual, de los sacerdotes…

Por tanto, la primera pregunta es a qué barca te has subido para trabajar tu matrimonio y si en ella está Jesús.

A partir de aquí, tampoco asustarse con las tormentas. Habrá veces que parecerá que la barca de nuestro matrimonio desaparece entre el oleaje. La vida no es fácil, tenemos cada uno nuestro carácter, puede haber situaciones de nervios, de preocupaciones, que no somos capaces de controlar desde nuestra limitación. No nos asustemos, no tengamos miedo y tengamos fe. El amor todo lo cree, todo lo espera. Sigamos esforzándonos, pidiéndole al Señor, y tener la certeza de que estamos en Sus manos. Dios todo lo sabe, todo lo dispone, que duerma como Él porque sé que esa tempestad no me va a tirar, no voy a perecer.

¿No es bonito tener fe precisamente en las situaciones complicadas? ¿No es amar esperar en los momentos de más turbulencia? ¿No es en esos momentos cuando más madura nuestra fe y nuestro amor? Sepamos sacar provecho de las tormentas para nuestro amor. Tenemos un Dios al que el viento y el mar obedecen.

Madre:
En la prueba nos tambaleamos muchas veces. Somos de carne y hueso, Tú sabes lo que es vivir nuestras tentaciones. Danos el don de la fe para que conservemos la calma y sepamos amarnos en esas circunstancias a pesar de todo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Volar o enterrarse. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 8, 18-22

EVANGELIO
Sígueme

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 18-22
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla.
Se le acercó un escriba y le dijo:
-«Maestro, te seguiré adonde vayas»
Jesús le respondió:
-«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
Otro, que era de los discípulos, le dijo:
-«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».
Jesús le replicó:
-«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos».

Palabra del Señor.

Volar o enterrarse.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Cristo nos habla de dos caminos, el Suyo que representa la libertad y la vida y el de los enterramientos y la muerte. Volar o enterrarse.

La decisión la tomamos cada uno. ¿Queremos ser esposos enterrados en vida o esposos dispuestos a volar con Cristo? Una paloma no vuela si tiene algo que le amarra a la tierra, ya sea una soga o un hilo. Tengo que estar dispuesto a cruzar a la otra orilla si Jesús me lo pide, aunque no esté en mis planes. A lo mejor Cristo me lleva por otro camino totalmente diferente del que quiero seguir. En el Evangelio de hoy, es justamente cuando les sigue mucha gente, cuando decide el Señor cruzar a donde no hay nadie. Jesús va a sacarme de mis planes y mis seguridades, de mis triunfos.

Dice San Juan Pablo II que por el pecado se produce una ruptura entre los deseos del cuerpo y los del alma. Los de la carne tienden a mundanizarnos, animalizarnos y los del espíritu tienden a hacernos más personas y a divinizarnos (asemejarnos a Dios).

Para ser libre y volar, tengo que ser rey de mi cuerpo, de mis pasiones y de mis deseos, una gracia que recibo por el bautismo. Ahí reside la belleza de la ascética, del esfuerzo por alcanzar la virtud de la prudencia (discernir el bien y elegirlo), la justicia (dar a Dios y al prójimo lo que les es debido), la fortaleza (firmeza y constancia para resistir las tentaciones y superar los obstáculos del mal) y la templanza (modera la atracción por los placeres y asegura el dominio de la voluntad sobre los deseos).

Sobre estas 4 virtudes cardinales (fundamentales) habla la tercera parte del catecismo. Se titula “La vida en Cristo” y trata precisamente la dignidad de la persona humana. http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s1c1a7_sp.html

Solemos tener la sensación de que las dificultades y el enemigo están en el esposo. Ojo con las sensaciones que nos engañan y nos desvían. Por revelación sabemos que mi enemigo está en mi interior y sin embargo mi esposo, que parece mi enemigo, es en realidad mi ayuda adecuada. Si quieres ser libre y volar, lucha contra tu enemigo interior en la dirección de estas 4 virtudes cardinales. Sólo el alma que vuela, es dueña de sí misma y puede y desea entregarse. Sólo el esposo que vuela, puede amar a su cónyuge como Cristo. ¡Síguele!

Madre:
A ti sí que te cambió Dios los planes. Desconcertada muchas veces, seguías fiel a Su voluntad. Dócil al Espíritu te hiciste bienaventurada. Porque el Señor nunca defrauda. Bendito y alabado sea por siempre. Amén.

Sin mirar atrás. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 51-62

EVANGELIO
Tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adondequiera que vayas

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 51-62
Cuando se completaron los días en que iba de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
– «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y les regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo uno:
– «Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
– «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo:
– «Sígueme».
Él respondió:
– «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
– «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
– «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
– «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

Palabra del Señor.

Sin mirar atrás.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy hablaremos de la libertad.

Lo primero que aprendemos para nuestro matrimonio en este Evangelio, es que, si tu esposo alguna vez rechaza a Jesús, no te indignes con él, o recibirás una regañina del Señor. Tu esposo tiene derecho a hacerlo, es un derecho que le ha dado Dios mismo, y aunque nos duela igual que le duele a Él, hay que aguantarse y amarle en su decisión. Hay que amarle más, porque le faltará mucho amor en su vida.

Lo segundo es que, una vez que decidimos seguir al Señor, se acabaron las comodidades, se acabó la estabilidad, porque el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Va allí donde más le necesitan. ¿Aun así, quieres seguirle?

Seguir al Señor, al Esposo, es tomar la decisión de dejar atrás todo lo muerto, todo lo caduco. ¿Cuál es el fin último de mis deseos y mis ilusiones? ¿Algo caduco, destinado a morir? ¡Déjalos!. “Tú vete a anunciar el Reino de Dios” con tu vida.

Y la decisión por la libertad plena es seguir a Jesús y no mirar atrás. Para poder decidir libremente sobre mí, no puede haber nada que me ate. Los esposos cuando nos hemos herido miramos hacia atrás, hacia todo eso que nos ha producido dolor y esta actitud de corazón, no vale para el reino de Dios. Ese dolor que se aferra al corazón “escondido entre razones”, cuando no queremos reconocer que, en el fondo, no estamos dispuestos a olvidarlo. Es como un pequeño, perdonar la expresión, tesoro de mierda.

Dejarás a tu padre y a tu madre, te unirás a tu mujer y los dos formaréis una sola carne. Es, como veíamos en el sopor, un morir a la individualidad para renacer como la unión de dos. Hay que apostar para que nuestra vida no sea una apostasía. Hay que nacer de nuevo cada día, dejar que el Señor haga nuevas todas las cosas. El reino de Dios es Vida, da vida: es perdón, reconciliación, arrepentimiento, tesón, mucho esfuerzo, bendición, alegría, mansedumbre, confianza en la providencia, renuncia por amor, humildad, pobreza de espíritu, sacrificio, Paz, amor…

Miremos más allá de lo que ven nuestros ojos de carne, y descubramos a Cristo en nuestro esposo, con los brazos abiertos, ofreciéndonos un reino de Amor, un abrazo eterno, una vida hermosa que merece la pena ser vivida. Miremos hacia delante, a nuestro objetivo de comunión, ser uno en nuestro matrimonio y con Dios.

Madre:
He descubierto hoy que, la paz interior depende de que ordene mis prioridades y las coloque en su sitio y que deje atrás lo malo, lo feo, lo sucio, lo doloroso. Cuando en lo más profundo de mi corazón sepa que estoy haciendo lo que debo (sea difícil, costoso o como sea), entonces habrá paz en mí. Sólo desde que mi prioridad es Dios y por tanto, mi vocación, hay paz en mí. Gracias por tanta luz como nos has dado. Bendita seas por mostrarnos el camino. Reina de la familia, ruega por nosotros.