Archivo por días: 26 marzo, 2016

Diferentes ritmos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 20, 1-9

Evangelio Segun San Juan 20, 1-9:

El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

Diferentes ritmos

¡¡Felicidades, esposos. Jesús ha resucitado!! Nuestro matrimonio como Dios lo quiso, es posible.

Pero incluso en el momento más grande de la historia del hombre hay cierta confusión.

Las primeras que descubren que Cristo no está son las mujeres. En el camino de fe de los espsos, ellas suelen encontrarse también primero con el Señor, porque su amor es más de acogida. Tienen una sensibilidad mayor. Ahí iba María Magdalena al sepulcro cuando aun era de noche, para terminar de preparar el cuerpo de Señor, y gracias a este detalle que tiene con él, es la primera que descubre que Jesús ya no está allí.

En el Evangelio de la Lucas, en la vigilia pascual se nos cuenta cómo el anuncio que ellas transmitían de que Cristo había resucitado lo tomaban los hombres como un delirio. típica reacción de los hombres también hoy. És el caso de tantos esposos que no confían en en testimonio de sus mujeres que se han encontrado con Cristo vivo. Son las diferencias en los ritmos que hombres y mujeres vivimos en nuestro camino de fe, y que deberían servirnos para ayudarnos y no para desconfiar.

Después se contempla cómo Pedro y Juan (Que se llama a sí mismo el discípulo amado por no nombrarse), salen corriendo, pero Juan corre más. Otra vez, la diferencia de ritmos, pero en esta ocasión, Juan espera a que sea Pedro quien entre primero. A las esposas les corresponde en muchas ocasiones esperar a sus maridos, y no entrar de lleno en la fe olvidándose de ellos. Se trata de intentar avanzar juntos. Las mujeres deben respetar el ritmo de sus maridos sin considerarlos peores que ellas por ir más despacio.

La resurrección del matrimonio es un hecho, y podemos vivirlo en plenitud con Cristo, pero para ello debemos amoldar nuestros ritmos y acompañarnos el uno al otro, siendo una ayuda mutua. Juntos en la fe, haciendo un solo espíritu.

Madre:
Ya estamos con Él, ya ha llegado triunfante, ha vencido al pecado y a la muerte, y nos anima a vivir con Él un anticipo del Reino de Dios en nuestro matrimonio. Tú esperaste pacientemente Su resurrección, que nosotros también seamos pacientes con el ritmo de nuestro esposo. Gracias Señor por tanta grandeza. Gracias por tanta belleza. Gracias por darnos la posibilidad de vivir el amor verdadero.

Solos y hundidos. Comentario para matrimonios Sábado Santo

Sin Evangelio.

Solos y hundidos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hoy no hay Evangelio del día, pues hoy no hay liturgia. Jesús está muerto en el sepulcro y en señal de duelo, la Iglesia guarda un silencio expectante. No se celebran ni la Eucaristía ni los demás sacramentos. Vivimos en silencio el dolor de la muerte de Cristo, hemos contemplado su muerte desgarradora, la vergüenza de nuestro pecado, el desánimo de un Mesías maltratado y humillado que calla.

Hoy el Esposo yace muerto en el sepulcro. Quizás es un día para preguntarnos ¿Qué sería de nosotros sin el Señor? ¿Y si hubiera muerto para siempre, qué sería de mí? Una vida finita, en la que tendría que luchar sólo con mis escasas fuerzas. Un mundo en el que sólo nos queda aprovechar desesperadamente cada minuto para “disfrutar” de una vida terrenal que se va apagando, que avanza inexorablemente hacia un final dramático, un final horrible: La nada. ¿Dónde estaré? No existiré nunca más. ¡No existiré nunca, nunca más! Todos mis esfuerzos se desvanecerán, el fruto de mi trabajo, de mi cariño… todo se pierde y nada permanece. Olvidado para siempre. Una vida en que todos los disfrutes que me quedan son comer, beber, viajar… pero que nada de eso acaba realmente de satisfacerme en absoluto. Todo caduco, todo engañoso, una realidad que se deshace, se corroe, una realidad que no me da lo que parece prometer. Vacía.

Y meditamos también lo que sería esa vida sin mi esposo. Experimentemos la soledad originaria de San Juan Pablo II, en la que el hombre no tenía a ningún igual con quien compartir su subjetividad, sus cosas, sus secretos, su interior. Cuando acabe mi día, cansado ¿A quién voy? ¿Dónde? Cuando tenga una situación difícil ¿En quién me apoyo? ¿A quién le entrego mi intimidad?. No hay nadie a mi lado para desarrollarme como persona y crecer entregándome. Hijos, tareas, trabajo, pero ¿dónde está el centro de mi vida? Y mi proyecto? ¿El núcleo de mi existencia terrenal?. Mi esposo no está. ¡Qué desolación!.

Solos, hundidos y tristes. Únicamente la Santísima Virgen María conserva la esperanza. Ella sabe lo que nos espera el día de mañana. Ella sabe que, como en Caná, ese vino que se nos ha agotado, precedía a un vino mucho más sabroso, más lleno de vida. Conviene que vivamos hoy esta sequedad, esta soledad y esta tristeza, porque María nos está apuntando a algo grande que llegará mañana. Así lo viviremos con más fuerza.

Madre:
En esta soledad, en esta tristeza y amargura, sólo nos queda apoyarnos en ti, la única que conserva la fe hasta el final. Gracias porque siempre estás ahí, como Madre, cuidando de nosotros y mostrándonos el Camino. Gracias Madre. En Ti confiamos.