Archivo por días: 2 marzo, 2016

Recoger con Cristo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 14-23

EVANGELIO
El que no está conmigo está contra mí

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama».

Palabra del Señor.

Recoger con Cristo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.” Esta frase tan contundente e iluminadora, resume a nuestro parecer este Evangelio. A los que no son de Cristo, se les nota tarde o temprano porque desparraman. Veámoslo con diferentes pasajes de la Lectura de hoy.

Parece como si tratase de lo que ocurre con las familias que no cuentan con Dios. El Evangelio habla primero de un demonio mudo. El mal enmudece, se encierra en sí mismo, mientras que el bien permite que los esposos se abran, se comuniquen a sí mismos el uno al otro. Por eso Jesús echa al demonio mudo de nuestro matrimonio, para hacerlo posible. La beata Madre Teresa dijo: “De la abundancia del corazón, habla la boca. Si tienes el corazón rebosante de Amor, hablarás de amor.”

Continúa hablando Jesús “Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y se cae casa sobre casa”. Pues esto es lo que ocurre con los esposos que no se aman, que van contra sí mismos y su casa se hunde y puede que caiga casa sobre casa cuando uno de los esposos a su vez, se une a un miembro casado de otra familia. San Pablo dijo: “El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne” (Ef 5).

También habla de nuestros hijos, ellos mismos serán nuestros jueces. Efectivamente. Un matrimonio que se está separando en estos momentos, ha reunido a sus hijos para darles la mala noticia de su separación. Uno de ellos, de 11 años de edad, les ha dicho la siguiente frase a sus padres: “¿Por qué nosotros tenemos que pagar por esto?” Durísimo. Sí, nuestros hijos serán nuestros jueces.

Madre:
Damos gracias a Dios, porque todos los que leemos este Evangelio, luchamos por estar con tu Hijo y no contra Él. Si es Cristo quien expulsa nuestros demonios es que el Reino de Dios está con nosotros. Alabado sea por siempre. Ahora sabemos que el matrimonio es un don que requiere de una tarea, la de “recoger” con el Señor todas las cosas, las de nuestro matrimonio y las de nuestra familia. Guíanos por este camino, querida Madre Santísima.

Plenitud hasta en lo pequeño. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 17-19

EVANGELIO
Quien los cumpla y enseñe será grande

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»
Palabra del Señor.

Plenitud hasta en lo pequeño.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Llevar la ley a la plenitud, es hacer que esté gobernada por el amor.

Supongamos que a un esposo, le diésemos una lista de todas las cosas que tiene que hacer para cumplir correctamente su misión. Por ejemplo: 7:30 Despertarse y besar al esposo diciendo “Buenos días cariño. ¿Has descansado bien?”. 8:00 despertar a los niños. 8:05: decirle al esposo “Te quiero mucho”… y así sucesivamente. Supongamos también que cumpliese todas estas normas a rajatabla, como un autómata. ¿El cónyuge se sentiría querido a pesar de la perfección del cumplimiento de todas las tareas?. No, aunque algunos esposos creen que sí, y se empeñan en llenar la vida de su cónyuge de normas y leyes impuestas. ¿Por qué no es suficiente? Porque no se sabría si es más importante la ley en sí o el amor que se profesa.

Cristo viene a decirnos que el cumplimiento estricto de la ley para nuestra propia perfección y salvación no es suficiente. Es necesario que nuestra motivación sea el amor: la misericordia, el perdón, etc.

Así, no basta un matrimonio que permanecen juntos viviendo bajo el mismo techo como dos individuos aislados el uno del otro. Tenemos que llevar nuestro matrimonio a la plenitud del amor, la plenitud hasta en lo pequeño. Se trata de construir una intimidad común en la que compartimos todas nuestras miserias y dolores, preocupaciones y miedos, ilusiones y alegrías… Un amor íntimo en el que podamos poner la esperanza de ofrecérselo al Señor como un amor intachable, sin mancha ni arruga alguna.

Madre:
Queremos llevar nuestra unión a la plenitud. Que no nos aferremos a nuestras leyes y perfecciones absurdas, sino que nos empeñemos en trabajar la comprensión, la humildad, la misericordia, la compasión, el perdón, la ternura… En definitiva, un amor sincero.