Archivo por días: 16 febrero, 2016

Su signo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 29-32

EVANGELIO
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: – «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

Palabra del Señor.

Su signo.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Leyendo la historia de Jonás, uno se pregunta por qué esa tozudez en no hacer la voluntad de Dios:
“Realmente hace un milagro, porque en este caso él [Jonás] ha dejado de lado su terquedad y ha obedecido a la voluntad de Dios, y ha hecho lo que el Señor le había mandado. Nínive se convierte…” (Cf Homilía de S.S. Francisco, 6 de octubre de 2015, en Santa Marta).

O sea, que toda la ciudad de Nínive se convierte porque un solo hombre (Jonás) hace la voluntad de Dios y se transforma en un signo de Dios para todos sus habitantes. Así ocurre con Cristo, que haciendo la voluntad de Dios, se convierte en un signo Suyo y nos redime a todos.

La reflexión para hoy es esta: Si como esposo hago la voluntad de Dios, me convierto en un signo Suyo para mi esposo, mis hijos y los demás. Los signos de Dios son muy sencillos. El de la venida del Salvador era “encontraréis a un niño envuelto en pañales recostado en un pesebre”. La pregunta es cuántos signos de Dios me pierdo por no saber mirar con Sus ojos y cuántos signos de Dios no transmito por mi tozudez.

Ahora siéntate junto a tu esposo y piensa… ¿Querrá Dios que se salve? ¡Sin ninguna duda!. ¿Querrá Dios que le dé un beso? ¿Una caricia? ¿Que le mire y le hable con cariño? ¿Que me levante yo para que descanse? ¿Que le sonría? ¿Que le escuche? ¿Qué le tranquilice? ¡Sin ninguna duda!

Pues hagamos todos estos signos, y muchos otros en el nombre del Señor, para que Él haga el milagro y se salve.

Madre:
Qué hermosas y qué sencillas son las cosas de Dios. Como en el Evangelio, tenemos grandes signos Suyos justo delante y no somos capaces de verlos. Quiero hacer la voluntad del Padre, quiero ser un medio para que reine en nuestro matrimonio, que se salve mi esposo. Yo veo Sus signos en el esposo que me ha dado, en mis hijos, en mi vocación, en el Proyecto de Amor que has arrancado… Alabado y bendito sea el Señor por siempre.

Aprender a dialogar. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 7-15

EVANGELIO
Vosotros orad así

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal». Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas»

Palabra del Señor.

Aprender a dialogar.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Jesús nos habla del diálogo a mantener en la oración. Básicamente viene a decirnos que es más importante lo que recibimos que lo que aportamos.

El Padrenuestro comprende toda la oración del cristiano:
– Reconocer ante quién estamos: Nuestro padre Dios del cielo.
– Cuál debe ser nuestra actitud ante Él: Santificar Su nombre.
Y le pedimos:
– Que este mundo se convierta en Su reino, donde se apliquen Sus leyes.
– Como sabemos que nos quiere, nos confiamos en Sus brazos divinos.
– Necesitamos que nos perdone, como perdonamos nosotros.
– Y que nos libre del mal.

El resto de nuestra oración será escucharle, contemplarle, admirarle, alabarle…

Esta enseñanza nos aporta algo interesante también en nuestro diálogo matrimonial:
– Lo primero es tomar conciencia de ante quién estamos, su dignidad como persona, como hijo de Dios y “Sagrario” en el que Él reside.
– Lo segundo, por tanto, tratarle con la educación, la admiración y la veneración que se merece, por causa de Dios.
– Y aplicando lo que hemos pedido anteriormente: Que las leyes de Dios reinen en nuestra conversación, abrir nuestras mentes y ponernos a disposición de la voluntad de Divina, dispuestos también a perdonarnos por los comentarios inadecuados que surjan o errores que hayamos cometido anteriormente y que no pueden enturbiar el diálogo presente, y con el firme compromiso de tratar de evitar el mal entre nosotros.

Así, bien dispuestos, revisamos las actitudes para asegurar un buen diálogo, que son aplicables también a la oración:
– Aprendo de ti y me ayudas a conocerme.
– En cada diálogo parto de la base de que no sé quién eres y quiero descubrir más sobre tu misterio.
– Intento poner atención para comprender, lo que sientes y qué experimentas.
– A evitar: Interrupciones, adivinanzas y suposiciones.
– A promover: Te miro a los ojos, muestro interés, respeto tus ideas, empatizo y mantengo la atención.

Tipos de esposos que suspenden directamente para septiembre:
– El oyente aburrido: Tiene la actitud de haberlo escuchado todo antes. ¿Imaginas que haces esto en tu oración del Evangelio?
– El oyente selectivo: Oye lo que le interesa.
– El oyente defensivo: Todo lo convierte en un ataque a la propia persona.
– Los interruptores: En lugar de pensar en lo que se dice, piensan en lo que ellos dirían o van a replicar.
– El indiferente: No alcanza a captar los sentimientos o emociones que encierran las palabras.

Siendo sinceros, a que hemos adoptado varios o todos estos perfiles en muchas ocasiones…

La primera de la clase: María: “escuchaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”. ¿Te imaginas ser escuchado así?.
Quizás la actitud clave en general es: Reconozco que sé menos de lo que me queda por saber.

Madre:
Tú tuviste el sentido de la trascendencia, la apertura a algo que superaba tu propio yo y tu propio saber. Tu humildad es esa tierra buena sobre la que Dios podía sembrar su Palabra. Bendice nuestro silencio generoso, nuestra escucha reflexiva, para que recibamos de Dios lo que nos quiere transmitir a través de nuestra oración y a través de nuestro esposo. Por Jesucristo nuestro Señor, amén.