Archivo por días: 3 febrero, 2016

De dos en dos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 6, 7-13

EVANGELIO
Los fue enviando
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y decía: -«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos». Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Palabra del Señor.

De dos en dos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

⁠⁠⁠Hay muchos matrimonios muy despistados, casi todos. Como ovejas sin pastor.

No saben que su misión es construir una intimidad a imagen de la de Dios en la Trinidad. No saben que sus diferencias han sido puestas ahí por Dios, precisamente para que salgamos de nosotros mismos y para que nuestra unión pueda ser posible. No saben que la clave está en amarse con el amor de Cristo, la Caridad. No saben que fueron creados el uno para el otro desde antes de nacer, tal como son. No saben que tienen que aprender a mirarse participando de la, mirada del Creador. No saben que tienen que trabajar para mostrarse su interior el uno ante el otro sin sentir vergüenza. O no saben que su matrimonio es un servicio a la Iglesia y a la sociedad… Etc.

Sin todo esto ¿Cómo podemos ser matrimonios de Dios?

Hay mucho sufrimiento en ellos, lo decimos con conocimiento de causa, porque acompañamos a muchos. Y hay muchos otros que sufren en silencio, porque todo queda en la intimidad de la familia mientras sonríen cara a fuera. No tienen la valentía de pedir ayuda y necesitan que alguien les hable de la belleza de la Verdad.

Por eso, esposos, id de dos en dos a predicar el Evangelio del matrimonio y la familia. ¿No somos catedráticos? Da igual. Damos los dones que hemos recibido. Llevamos nuestra formación, nuestras experiencias (positivas y negativas) y un “bastón”, un apoyo: Ni más ni menos que el Espíritu Santo. Y sandalias para caminar de un lado para otro. El resto de cosas nuestras no sirven, porque siempre es Dios quien lo hace.

Oración:
Madre, tú nos llamas porque Tu Hijo tiene sed. Porque hay 360 rupturas matrimoniales diarias en España. Tiene sed de almas, esposos que cumplan la voluntad de Dios, que cumplan su misión tal como Dios lo pensó. Somos pequeños, limitados, sin recursos, con poco tiempo, pero Madre, dile a Jesús que nos envíe de dos en dos para ayudar a descubrir el amor conyugal. He aquí los esclavos de la Esclava del Señor. Amén.

Una imagen vale más… Comentario del Evangelio para matrimonios: Marcos 6, 1-6

EVANGELIO
No desprecian a un profeta más que en su tierra
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: -«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía: -«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor.

Una imagen vale más…
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

“No desprecian a un profeta más que en su tierra”. Con aquellos que nos conocen, las palabras se las lleva el viento. Conocen bien nuestra fragilidad y la fragilidad de nuestro entorno, y no ven en nosotros una garantía suficiente como para confiar en lo que decimos. Le ocurrió a Cristo, que era perfecto, no digamos a nosotros.

La manera de ser profetas en nuestro entorno, empezando por nuestros hijos, es siendo fieles al Evangelio muy especialmente en nuestra vida matrimonial. Si nos ven actuar con coherencia, esa será la mejor enseñanza. Cuando nos vean pedirnos perdón, luchar y esforzarnos por seguir construyendo, jamás hablar de ruptura, seguir teniendo gestos cariñosos el uno con el otro a pesar de los años… Todas estas actitudes de las que creemos que no se dan cuenta, son las que calan en ellos y en nuestro entorno.

Recordamos las primeras charlas que dábamos en los prematrimoniales, cuando nos sentaba mal si mi esposo me interrumpía o me dejaba poco tiempo para dar mi parte… Después hemos tenido la oportunidad de ver esa misma situación en otros ponentes y se nota, vaya que si se nota… Digamos que con esos gestos quedaba en evidencia nuestro orgullo y nuestra falta de comunión. Sin embargo, en otro curso posterior, una chica de entre los asistentes nos dijo: “No tengo experiencia en lo que habláis sobre Jesús y la fe, pero me lo voy a tomar muy en serio porque he visto cómo os miráis”. Nosotros no pensamos que nos mirábamos de ninguna manera especial, pero aquel día aprendimos que se es mucho más profeta con ese tipo de gestos que con palabras: Una imagen vale más…

Al final, si nos intentamos amar de verdad, se nota. La verdad sale a la luz tarde o temprano, y a los hijos con los que convivimos, la ven cristalina.

Oramos:
Madre, que seamos buenos cristianos en nuestro primer metro cuadrado, con nuestros esposos. De lo contrario nos convertimos en falsos profetas porque transmitimos una imagen distorsionada de Dios. Que no olvidemos que nuestra salvación, nuestra santidad, nuestra felicidad depende sobre todo de nuestra coherencia en ese primer metro cuadrado. Que pongamos en nuestro matrimonio todos los esfuerzos para ser profetas ante el mundo cumpliendo nuestra misión de ser semejantes a Dios. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, amén.