Archivo por días: 29 noviembre, 2015

Llamada sin retorno. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 4, 18-22

EVANGELIO
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor.

Llamada sin retorno.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El Evangelio de hoy nos ayuda a reflexionar sobre el misterio de la llamada de Dios a cada uno de nosotros: Nuestra vocación.
Nosotros hemos recibido la llamada fundamental como hijos de Dios por el bautismo, y dentro de ella, cada uno desarrolla su misión (Servicio) de una manera diferente, y la nuestra es la vocación al amor en el matrimonio.

La llamada se produce en la cotidianidad de la vida, e implica siempre un cambio radical del que ha sido llamado. También implica siempre un seguimiento de Jesús, pues Él es el camino, la verdad y la vida. Así, puede haber cambios muy radicales que no tengan nada que ver con la vocación porque en ellos no se está siguiendo a Jesús. Otra característica común es que esta llamada nos “conduce a la paz”. (Lc 19, 41)

Toda llamada es un don, de manera que, si no es acogido no se produce tal don. Una vez que se acoge, se produce en nosotros un cambio de rumbo que nos implica totalmente. Pensemos en la persona que es llamada al matrimonio: Tal como nos explica San Juan Pablo II, en el Génesis se contempla cómo Dios crea al hombre (genérico), y como “no es bueno que el hombre esté solo”, y le va a hacer una “ayuda semejante”. Entonces Dios hace caer al hombre (genérico) en un “sopor”, y de él crea a la mujer, en este lenguaje simbólico tan hermoso. Después el hombre despierta como varón ante la mujer, preparado para la unión con ella. Bien, pues ese “sopor” dice San Juan Pablo II que es como volver al “no-ser”. Tan radical es el cambio del hombre que le devuelve a la no existencia para ser re-creado como esposo.

Este lenguaje tan simbólico del Génesis nos hace tener una idea de lo radical del cambio de vida que supone el matrimonio. Hoy en día, se confunde el período del noviazgo con el del matrimonio hasta tal punto que prácticamente no hay diferencias. Conviven juntos y no se produce ese cambio radical, y esto trae consigo graves problemas en la relación.

Los esposos tenemos que devolver a la “no existencia” aquella vida como personas individuales y construir algo totalmente nuevo con nuestro cónyuge. Un cambio de rumbo, un sí a Dios definitivo a la nueva misión que nos ha puesto por delante. Si nos aferramos a lo antiguo, mataremos ese nuevo yo al que estamos llamados, mucho más rico, más libre y más santo.

Oración:
Madre, recuérdanos una y otra vez aquel “haced lo que Él os diga” de las bodas de Caná. Que estemos abiertos y dispuestos a morir a nuestro pasado y dejar que Dios re-cree nuestro futuro como esposos siendo uno. Los apóstoles lo dejaron todo de inmediato. Pídele a Jesús que nos llame con tanta intensidad, que le sigamos y no seamos capaces de volver a mirar para atrás. Queremos ser uno, Madre, por Jesucristo nuestro Señor, Amén.

De frente. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 21, 25-28. 34-36

EVANGELIO
Se acerca vuestra liberación

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 25-28. 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor.

De frente.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

El adviento es un tiempo de preparación para la venida del Señor. Realmente se centra en la 2ª venida, es decir, en el fin de los tiempos. Nos recuerda que todo esto se acabará algún día, y que debemos prepararnos. A la par nos preparamos para la Natividad: La venida del Niño Dios.

Ante las dificultades y los problemas, hay gente que se hunde y gente que se crece. Incluso, hay gente que se hunde en pequeñas cosas y gente que crece ante problemas graves de la vida. La diferencia entre ambos, es que los primeros intentan huir de los problemas, mientras que los segundos los afrontan y esto hace que se hagan más fuertes, se unan para luchar juntos y se enriquezcan.

Lo que Jesús nos traslada hoy, no es una amenaza, sino una advertencia de algo que ocurrirá más tarde o más temprano. Mirar nuestra muerte de frente, hace que nos fortalezcamos, nos pidamos ayuda y nos unamos para luchar juntos.

Se aproxima la Navidad. Quedan 4 semanas, y podemos dispersarnos con las compras y las luces o tomar conciencia de que viene el Salvador a liberarnos de todo aquello que nos impide amar y amarnos de verdad. Centrémonos en lo verdaderamente importante y preparémonos para la venida del Señor. Es un acontecimiento grande: La Encarnación. No hay misterio mayor.

¿Qué es lo único que realmente importa? Que en la segunda venida del Señor en el fin de los tiempos, mi esposo reciba Su abrazo. Todo lo demás no sirve.

Oración:
Señor ayúdanos a mí y a mi familia para mantenernos despiertos estos días de tantas luces y ruidos que adormecen el alma. Danos la gracia de mantenernos en pie, esperándote, como el enamorado que espera a su amado después de un tiempo sin verse.
Así deseo esperarte, Señor, sin perderme lo más mínimo de lo que venga de Ti. No dejes que mi alma se duerma, danos la “cafeína” espiritual para estar despiertos: Con un continuo esfuerzo por no pecar, no ofender a mi esposo y amarle, olvidándome de mí. Concédeme que le ayude a prepararse para recibir Tu abrazo Divino.