Archivo por meses: julio 2015

Mártires por el matrimonio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 14, 1-12

EVANGELIO
Herodes mandó decapitar a Juan y sus discípulos fueron a contárselo a Jesús

Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes:
– «Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él. »
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
– «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

Palabra del Señor.

Mártires por el matrimonio.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

No es casualidad que el precursor de Cristo fuese el primer mártir por la defensa del matrimonio, lo que le llevó a la santidad. Él se convierte en una víctima fecunda para nuestra alianza, prefiguración de la muerte redentora de Cristo, para la eterna Alianza.

A San Juan Bautista, primer mártir por la defensa del matrimonio, le siguieron otros: san Vistano (849), Santo Tomás Moro y San Juan Fisher (1535), beato Ricardo Bere (1537), beatos Eduardo Powell, Ricardo Featherstone y Tomás Abel (1540), beata Margarita Pole (1541), San David Galván (1915), Beato Otón Neururer, presbítero y mártir (1940)…
(Por si tenéis curiosidad y queréis leer sobre ellos http://www.obispadoalcala.org/endefensadelmatrimonio.html)

¿Qué importancia tendrá el matrimonio para que merezca la pena defenderlo con la vida y que el muera por defenderlo sea proclamado santo? Y sin embargo ¿Cómo podemos vivir hoy con tanta naturalidad los divorcios que se producen a nuestro alrededor?.

El Evangelio de hoy desvela claramente dos actitudes bien distintas: La cobardía de Herodes, hombre infecundo (preso de sus apetencias, esclavo de su imagen y sus miedos), ante la valentía de san Juan Bautista (hombre de Dios, libre, rey de sí mismo y de sus impulsos).

A veces, como Herodes, queremos acallar la Verdad de Dios. Los frutos de no vivir en la Verdad, son esa cadena de destrucción, dolor y miedo. Por el contrario, hay infinidad de frutos que nacen de caminar en el Evangelio. La valentía que hoy vemos en Juan, es uno de esos frutos. Una valentía ordenada a un bien común, a buscar el bien de otros y no el propio. Se trata de iluminar la verdad del amor, por amor, denunciar la mentira sin juicios personales, aunque nos juguemos que nos insulten, nos juzguen, o nos arresten… como a Juan. Así lo hiciste Tú, Jesús. Así lo hizo el mayor hombre aquí en la tierra nacido de mujer (eso dijiste, Tú Señor, de Juan).

Pues Juan el Bautista es un ejemplo, especialmente hoy en esta sociedad, que está destruyendo la familia y el amor hermoso, con el beneplácito de la opinión pública. Ya incluso se celebra. Cuando llega la noticia del divorcio de un matrimonio, vemos reacciones de sorpresa y de cotilleo, incluso algunos aplauden la decisión, pero no hay reacciones de dolor, de profundo dolor. Se ha destruido una fuente de amor, de bien, de alegría, de paz. También hoy, los abusos legislativos que etiquetan como «matrimonio» vivencias afectivas variopintas, deforman el rostro del amor conyugal, hasta hacerlo irreconocible para muchos. Hoy urge la defensa y el anuncio de la Verdad sobre el matrimonio, la belleza, la buena noticia del Matrimonio.

«Haced que vuestra acción se inserte armoniosamente en un redescubrimiento global de la belleza de la “verdad sobre el matrimonio” —la verdad del “principio”—, que Jesús nos enseñó plenamente y que el Espíritu Santo nos recuerda continuamente en el hoy de la Iglesia» (San Juan Pablo II, Discurso a los prelados auditores, oficiales y colaboradores del Tribunal de la Rota romana, 27 de enero de 2007).

Ante esto, los matrimonios cristianos, nos convertimos en «mártires» (en griego, mártir significa «testigo»). Todos debemos estar dispuestos, por amor a Cristo y su Iglesia, a ser mártires, testigos del Evangelio: primero con nuestro esposo y después por nuestros hijos, y después ante el mundo. Debemos estar dispuestos a entregar nuestra vida por nuestro esposo en las cosas sencillas de cada día, para ganarla.

Hoy necesitamos valientes en Cristo por defender la verdad sobre el matrimonio y la familia. ¿Con quién me identifico? ¿Con Herodes (opinión pública) o con Juan (mártir por la verdad)?

Gritemos bien alto: ¡Viva el matrimonio! ¡Vivan los esposos! ¡Viva la familia!

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

Una mirada de auxilio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 54-58

EVANGELIO
¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada:
-«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?»
Y aquello les resultaba escandaloso.
Jesús les dijo:
-«Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.»
Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

Palabra del Señor.

Una mirada de auxilio.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Lo cierto es que, tendemos a infravalorar aquello con lo que vivimos todos los días. Digamos que pierde encanto, o pierde incluso algo de “magia”. Cualquier personalidad o persona de éxito, será probablemente admirado por todos menos por su esposo.

El caso es que Cristo era perfecto y lo fue toda su vida, pero los de su entorno no supieron apreciarlo. Por tanto, el problema no está en la perfección o el valor de la persona a la que miramos, sino en nuestra manera de mirarle.

Dos reflexiones nos suscitan estas experiencias que todos vivimos. La primera es que, aunque vean nuestros defectos, no debemos dejar de hablarles de Dios y del Evangelio a nuestros familiares más cercanos. Dios los ha puesto tan cerca de nosotros, precisamente para que sintamos una responsabilidad mayor para con ellos. La segunda es que aprendamos a valorar también lo que Dios nos ofrece a través de ellos. Si no aprendemos a mirarlos con limpieza de corazón, obrará pocos milagros en nosotros porque no veremos a Dios.

Proponemos un punto del catecismo sobre el matrimonio:

1605 La Sagrada escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro: «No es bueno que el hombre esté solo». La mujer, «carne de su carne», su igual, la criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como una «auxilio», representando así a Dios que es nuestro «auxilio» (Cf. Sal 121,2).

Nuestro esposo, representa ni más ni menos que el “auxilio” de Dios para nosotros. ¿Lo percibimos así? ¿Lo experimentamos así?.
Aprendamos a mirarle sin prejuicios, con limpieza, aun con todos sus defectos, o Cristo podrá obrar pocos milagros por nuestra falta de fe.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
https://proyectoamorconyugal.es/oracion-a-la-santa-familia/

¿Creéis que os salvará? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 11, 19-27

EVANGELIO
Creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios

Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
-«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo:
-«Tu hermano resucitará.»
Marta respondió:
-«Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice:
-«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó:
-«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

Palabra del Señor.

¿Creéis que os salvará?
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Muchos dicen que si Dios existiese, no permitiría la muerte y el sufrimiento de tantos. La cuestión es completamente al revés: Cuando ocurre una desgracia es cuando se pone a prueba nuestra fe, para demostrar que realmente creemos en Dios y así dar testimonio de Él. Santiago 2, 19 “Tú crees que hay un solo Dios; bien haces: también los demonios creen, y tiemblan”. También el Diablo cree en Dios, sabe de su existencia, pero no tiene su confianza puesta en Él.

Creer en Él, es creer en Su Palabra, que “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, argüir, encaminar e instruir en la justicia, con lo cual el hombre de Dios estará formado y capacitado para toda clase de obras buenas» (2 Timoteo 3, 16-17). Creer en Él es “Hacer lo que Él os diga”.

Cristo permite que su amigo Lázaro muera, y sufre por ello junto a sus familiares. ¿Por qué era necesario que Lázaro muriera? Para poder hacerle a María esa pregunta: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”.

Ante cualquier desgracia, dolor o sufrimiento, tenemos que hacernos esta pregunta. Es el momento de la fe. Después, una vez puesta nuestra confianza en Dios, una vez que estamos seguros de que es Él quien salva, viene el sobreabundancia de Dios.

Nuestro matrimonio no es como debería ser. Hemos metido la pata hasta el fondo. Nos hemos hecho daño, en nuestra historia conyugal hay egoísmos, un orgullo feroz, ira, faltas de confianza… Si el Señor hubiera estado en medio, nada de esto habría ocurrido. Es el momento de volver a preguntarnos ¿Creemos que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida?. ¡Sí!. Él resucitará nuestro matrimonio. Lo irá haciendo cada vez más grande. No nos cabe ninguna duda.

Como dice San Juan Pablo II (audiencia 6/04/83) “todos los cristianos, están llamados a ser como él, los justos que sufren manteniéndose en la certeza de la fe y de la esperanza, y precisamente por este camino están en su puesto, cumplen su misión en la gran dialéctica histórica: son, con Cristo y por Cristo, fuerza de regeneración, fermento de vida nueva.”

Por eso Señor, sabemos que seguirás revelándonos la belleza del matrimonio, que iremos participando cada vez más de la mirada del Creador, que cada vez sentiremos menos vergüenza al mirarnos con todas nuestras miserias, sabemos que cada vez nos iremos conociendo más, y que haremos lo que te agrada, que aprenderemos a apoyarnos el uno en los dones del otro, a ser la ayuda adecuada el uno del otro, que cada vez viviremos menos según nuestros criterios y más según los Tuyos… Sabemos que el reino de Dios está cerca en nuestra unión.

Sabemos todo esto, porque creemos que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. Porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú, Señor, sólo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
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El último día. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 47-53

EVANGELIO
Reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
-«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron:
-«Sí.»
Él les dijo:
-«Ya veis, un escriba que entiende el reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo. »
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor.

El último día.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Hablemos sobre el juicio final. ¿Qué? Sí, sí, es real. ¡Habrá un juicio final!
El demonio quiere que le quitemos importancia: Como Dios es misericordioso… todo vale. Nadie se va a condenar. Dios es demasiado bueno. ¿Verdad?.
¿No es esa una de las tentaciones del demonio a Jesús?: Tírate del alero del templo y los ángeles te recogerán… Hoy Satanás nos dice: Con lo que haces ya es suficiente… no va a pasar nada.

El problema no es que a Dios le falte amor. Hasta ahí, la salvación está garantizada. El problema es que nosotros no le amemos a Él. Si ayer no le pusimos como prioridad, hoy no le ponemos como prioridad, mañana no le prestamos atención prioritaria… ¿Pretendemos que en el último momento le amaremos sobre todas las cosas?. El santo temor de Dios, no consiste en temerle a Él. Consiste en ¡temer una vida sin Él!

‘No, no, pero yo “creo”. Dios existe…’ No se trata de eso. Es que al final de los tiempos nos examinarán de amor. Y cada vez que no he amado o he rechazado a mi esposo, he rechazado al mismo Dios. Todo esto, detalle a detalle, se verá el día del juicio. Allí se desvelará nuestra verdad con toda transparencia y claridad.

Vámonos al catecismo a ver todo esto. Ponemos aquí unos fragmentos de algunos números:
1038 La resurrección de todos los muertos, «de los justos y de los pecadores» (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. … Cristo vendrá «en su gloria acompañado de todos sus ángeles,… y él separará a los unos de los otros,… E irán estos (los pecadores) a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
(Esto lo experimentaremos tú y yo. Mírame ese día, que estaré allí junto a ti.)

1039 Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios (Jn 12, 49). El Juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena.
(La verdad al desnudo. Sin excusas ni disimulos. Ese día conocerás todo de mí y yo de ti.)

1040 …Nosotros conoceremos el sentido último de toda la obra de la creación y … la salvación, y comprenderemos los caminos admirables por los que Su Providencia habrá conducido todas las cosas a su fin último. El juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte.
(Entenderemos todo lo que hoy no entendemos y el bien vencerá para siempre.)

1041 El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía «el tiempo favorable, el tiempo de salvación» (2 Co 6, 2). Inspira el santo temor de Dios.
(Creer en el juicio, nos llama a la conversión. ¡Estamos a tiempo! ahora que aún podemos y llama a la esperanza para los que buscan el amor de Dios desde su vocación al amor, en nuestro caso, la vocación del matrimonio).

Cada día de nuestra vida conyugal y familiar, tenemos la oportunidad de descartar los peces malos y quedarnos con los buenos, “como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.”

Señor, elegimos la esperanza. Te elegimos a Ti.

Oramos por los frutos del sínodo de la familia:
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Los surcos de la Gracia. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 13, 36-43

EVANGELIO
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
-«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó:
-«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga. »

Palabra del Señor.

Los surcos de la Gracia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Resulta que somos la semilla del Señor en este mundo. No esperemos más milagro que este, que Dios pone su reino en nuestras manos para que lo hagamos germinar.

Para sembrar la semilla, hay que hacer un surco en la tierra, para que ésta quede hundida en lo profundo. Para ser semilla del Señor, tenemos que permitir que nos hunda en la tierra, vivir cruces, dolores, sufrimientos, desprecios. El Señor no nos pone en la cumbre, sino en lo más hondo, en lo más bajo, para que desde ahí, se demuestre su poder, quede patente que ha sido Dios quien lo ha hecho.

Pero no lloremos por haber caído tan al fondo, lloremos por los que están en la cumbre, porque el agua del riego circula por los surcos. La gracia del Señor, circula por los más sencillos y humildes, entre los que sufren: por el que se hace pobre, por el perseguido, por el que tiene hambre de justicia…

A ti, que sufres por la muerte de tu hijo, por la enfermedad de tu esposo o por tantas y tantas situaciones de dolor y de miseria, para ti, nuestra mayor admiración y enhorabuena. El Señor está muy cerca de ti. Él dijo que estaría con los que sufren. Estás en lo más hondo, ya lo sabemos, pero eres la mejor semilla. Vive tus circunstancias con fe y con amor y el Señor sacará mucho fruto de ti.

Que Dios te bendiga, esposo, esposa; padre, madre. Gracias por esa entrega tuya que nos hace a todos un poquito más santos.

Tal como pide el Papa que hagamos a diario, oramos por el sínodo de la familia:
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