Archivo por meses: febrero 2015

Me he dicho que no. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 22-25

EVANGELIO
El que pierda su vida por mi causa la salvará

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo:
– «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»

Palabra del Señor.

Me he dicho que no.

Jesús se implica con nosotros, se encarna, nos acompaña en nuestros sufrimientos y se entrega hasta el extremo. Nos pregunta el Papa Francisco, si somos conscientes de que todos pertenecemos a un solo Cuerpo, que quiere entregarse. El de Cristo. Nos dejamos servir por Él en la Eucaristía, en nuestro Sacramento del Matrimonio… para ahora tener la capacidad de servir.

Nuestro servicio a la comunidad se realiza principalmente desde nuestra vocación al matrimonio. Los esposos somos muy distintos, pero mediante la sumisión entre nosotros y a Dios, podemos tener un proyecto común. Podemos coincidir totalmente en nuestras prioridades, intereses y en nuestros gustos. ¿Cómo? Siendo uno con Cristo, formando parte de un mismo Cuerpo. Haciendo coincidir nuestro camino con el Suyo. Viviendo en Él.

Jesús nos explica los tres pasos:

1- Negarme a mí mismo. Qué descriptivo: ‘qué se NIEGUE a sí mismo’. Si no estoy dispuesto a aceptar ser marginado, el culpable… no estaré preparado para coger mi cruz.
2- Coger mi cruz de cada día. Aceptar nuestras dificultades como voluntad de Dios. Siempre será para mejor. Pero no te asustes: Cristo ya llevó nuestra cruz. Con nosotros comparte la cruz de cada día, no la de ayer ni la de antes de ayer. Levántate alegre cada mañana porque anoche pediste perdón y ya no tienes cruz.
Una vez hecho esto, estoy preparado para…
3- Seguirle en Su camino.

Seguir al Esposo en un matrimonio en el que tenemos que padecer sufrimientos por amor. Tenemos que esforzarnos por superar las dificultades, pero ser conscientes de que la solución no viene de un pacto o un diálogo… Nosotros seguimos los tres pasos y Él nos resucita. Sean los que sean nuestros esfuerzos, no podemos cambiarnos a nosotros mismos y menos aún al esposo. Sólo desde una relación de amor con Dios, dejando a un lado nuestros criterios, aceptando su voluntad y siguiéndole, Él puede terminar con nuestros defectos, heridas y limitaciones en el orden del amor. Nuestras fuerzas tienen límites pero no el Amor de Dios.

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La tensión interior. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 1-6.16-18

EVANGELIO
Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará

Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

Palabra del Señor

La tensión interior.

Jesús nos habla de adorar a Dios en Espíritu y en Verdad. No puede haber falsedad en nuestra relación con Dios, Él conoce todos los rincones de nuestro corazón.

Una intimidad similar destaca en la relación matrimonial, frente a cualquier otro tipo de relación humana. Entre los esposos hay o debería haber tanta confianza que no hubiese engaños. En otros entornos, todos “somos” aparentemente pacientes, comprensivos, serviciales… , pero en el matrimonio, nos relajamos y… dejamos de esforzarnos por aparentar. ¿No es a esta actitud a la que Jesús llama hipocresía en el Evangelio de hoy? Actuar correctamente supuestamente por amor, para ser vistos. Por otro lado, es evidente que no es lo mismo esforzarse en un espacio de tiempo corto, que a lo largo de todo el día todos, los días. Necesitamos relajarnos y descansar. Por eso, tendríamos que ir evolucionando de manera que poco a poco amásemos a nuestros esposos en espíritu y en verdad, y no artificialmente y forzados. Para ello necesitamos una transformación del corazón, una conversión. Justamente lo que se nos propone hacer en Cuaresma: Conviértete y cree en el Evangelio del matrimonio.

San Juan Pablo II dice que ‘la pureza de corazón, de la que habló Cristo en el sermón de la montaña— se realiza precisamente en la «vida según el Espíritu».’
En la medida que vamos viviendo “según el Espíritu”, nos irá haciendo pacientes, comprensivos, serviciales… porque, según dice también él «La carne tiene tendencias contrarias a las del Espíritu, y el Espíritu tendencias contrarias a las de la carne». Existe una tensión en el interior del hombre, en su corazón.

Es la lucha interna que mantiene ‘no sólo al hombre «exterior», sino también al hombre «interiormente» sometido al «mundo», en cierto sentido, cerrado en el ámbito de esos valores que sólo pertenecen al mundo y de esos fines que (el mundo) es capaz de imponer al hombre’ (San Juan Pablo). El tiempo de cuaresma que empezamos hoy, es una oportunidad para reflexionar sobre todo esto y para esforzarnos en no dejarnos dominar por las cosas del mundo, a través la oración, el ayuno, la abstinencia y la limosna. El autodominio del hombre, le llevará a ser capaz de vivir la verdad del matrimonio según el Espíritu.

Los verdaderos adoradores son los que aman en espíritu y en verdad. La verdad del amor es la plenitud de una comunión humana. Amar en espíritu es haber recibido en el matrimonio el mismo amor de Dios. De esta forma todo amor queda consagrado y todo él nos dirige hacia la meta, hacia el Padre.

Adoremos a Dios en espíritu y en verdad amándonos en nuestro matrimonio con un amor de comunión, esto es vivir en el Padre, en santidad conyugal. Dios te lo pagará.

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Lo técnico y los tiempos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 8, 14-21

EVANGELIO
Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes

Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 14-21
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús les recomendó: -«Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.»
Ellos comentaban: -«Lo dice porque no tenemos pan.»
Dándose cuenta, les dijo Jesús: – «¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?»
Ellos contestaron: -«Doce.» -« ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?»
Le respondieron: -«Siete.»
Él les dijo: -«¿Y no acabáis de entender?»

Palabra del Señor.

Lo técnico y los tiempos.

Habitualmente nos pasamos la vida resolviendo temas técnicos. Problemas de la vida que van surgiendo y que hay que solventar. Y así pasa la vida, sin pena ni gloria. “Teniendo ojos no veis y oídos, no oís”. La levadura de los fariseos, era la que crecía ante sus ojos y no les permitía ver la verdad ante ellos, cegados por su vanidad.
Jesús nos enseña hoy a mirar con más profundidad. Los tiempos son muy importantes. En nuestra vida hay una serie de etapas que cubrir y en cada una de ellas tenemos una meta que alcanzar. La vida es para llegar a Dios, y eso no se consigue de hoy para mañana. ¿En qué etapa estás o estáis?. Hay un tiempo de despertar de la fe, otro de discernimiento de la vocación, otro de maduración de la fe, otro de integración de la fe en la vida… También en pareja, hay un tiempo de enamoramiento, otro de noviazgo, otro de maduración del amor, otro de integración de la fe y el amor…

En qué tiempo vives y cuál es tu próxima meta, son dos preguntas importantes que tenemos que hacernos en nuestra oración y meditación. El matrimonio es un tiempo que lo aglutina todo, porque recoge lo heredado de nuestros antecesores (nuestros genes traerán algo de nuestros primeros padres), se vive la experiencia de la donación y participamos así también de la primera unión originaria y se abre a un futuro incierto al pro-crear una vida que da continuidad a la nuestra o genera un amor que crece y se desborda hacia nuestro entorno social.

Lo heredado no es nuestro, lo que vivimos nos supera y nos desborda y el futuro es totalmente incierto. Cuando te llenas de tus propios criterios, de prejuicios, de ocupaciones o preocupaciones, o pones tu seguridad en las cosas pasajeras, introduces en tu interior la levadura de los fariseos que nos impide ver. El objetivo es todo lo contrario, vaciarte para llegar a ver a Dios en todo, entonces, volveremos a Él en nuestra vida.

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Hoy el Signo somos tú y yo. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 8, 11-13

Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.»
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Palabra del Señor

Hoy el Signo somos tú y yo.

Comenta el Papa Francisco:
“le pedían a Jesús: ‘Pero, ¡Haz un signo!’ Y no entendían los muchos signos que hacía Jesús y que indicaban que el tiempo estaba maduro. ¡Cerrazón!”

Tenían el mayor signo ante sus ojos, y los muchos milagros que hacía, y no eran capaces de verlo. Así es la fe. No se ve con los ojos, sino con el corazón. El que tiene el corazón cerrado no ve.

El matrimonio fue creado por Dios como signo de Su amor, y no lo sabemos ver, porque nuestra “cerrazón” nos impide actuar como tales. Tenemos mucho que hacer. Nos lo dice Dios a través del texto del Génesis de la primera lectura:
“El Señor dijo a Caín: «¿Por qué te enfureces y andas abatido? Cierto, si obraras bien, estarías animado; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y, aunque viene por ti, tú puedes dominarlo.»”

Se trata de lo que Dios le dice a Caín justo antes del asesinato de Abel. Caín sintió envidia porque el Señor se había fijado en Abel y en su ofrenda y en él no. Dios, que ve en los corazones, sabe que en el corazón de Caín no hay alegría, porque el pecado está al acecho. Llega el momento de luchar: “aunque (el pecado) viene por ti, tú puedes dominarlo”.

Cuando Dios permite que nos encontremos en una situación de tentación, ya nos ha dado la fuerza para dominar el pecado. En nuestro matrimonio, hemos recibido el Sacramento, que es el que nos da la fuerza para vivir como un signo del amor de Dios. Y como no siempre utilizaremos toda esa fuerza y nos dejaremos caer, nos da otra herramienta que nos permitirá regenerar nuestra unión:

‘Cristo nos ha enseñado a perdonar. Enseñó a Pedro a perdonar “hasta setenta veces siete” (Mt 8,22). Dios mismo perdona cuando el hombre responde a la pregunta dirigida a su conciencia y a su corazón, con toda la verdad inferior de la conversión.
Dejando a Dios mismo el juicio y la sentencia en su dimensión definitiva, no cesemos de pedir: “Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.’ (San Juan Pablo II 21 de oct de 1981, después del atentado).

Le pedimos al Señor, que seamos el signo del amor de Dios que haga que nuestros jóvenes deseen vivir el matrimonio y no otra cosa.

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Grítalo a los cuatro vientos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 1, 40-45

EVANGELIO
La lepra se la quitó y quedó limpio

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
-«Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
-«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
-«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu, purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor.

Grítalo a los cuatro vientos.

(Nota: En este comentario hablamos de “esposo” refiriéndonos tanto a él como a ella, para facilitar la lectura)
La lepra era una enfermedad que deformaba a las personas. Además eran excluidos de la sociedad y debían vivir solos y apartados. El pecado actúa en nosotros como la lepra. Deforma nuestra visión del matrimonio y nos aleja al uno del otro.

Cuando uno se enamora, no puede evitar gritarlo a los 4 vientos. Las calles están llenas de pintadas con corazones y declaraciones de amor eterno.
¿Qué ha pasado desde que nos enamoramos? ¿Dónde está ahora la belleza de nuestro amor? Seguramente nos habremos decepcionado mutuamente y hemos dejado de ser una prioridad el uno para el otro.

Observemos cómo enamora Cristo:
– Vemos que se le acerca un leproso, pecador impuro. En aquella época, los leprosos tenían prohibido acercarse a cualquiera, por motivo de su impureza. ¿Por qué se acerca a Cristo? Porque sabía que lo acogería.
– Pero Jesús, en su sobreabundancia, demuestra una ternura especial en su acogida, tocándole. Esto significaba quedar impuro inmediatamente a los ojos de todos. Pero Él da prioridad a demostrar su cariño hacia aquel hombre.
– El leproso se sintió amado y curado, y no pudo evitar gritarlo a pesar de que Jesús le había ordenado no hacerlo.

Aplicando esta enseñanza a nuestra relación conyugal: Jesús nos enseña que no es la impureza la que nos separa, sino la falta de misericordia. Si Tú Señor que eres puro acoges con tanto cariño, ¿Por qué a nosotros que no somos puros nos cuesta acoger a nuestro esposo cuando peca?.

Hoy en día hacen falta matrimonios que griten a los 4 vientos el amor que sienten por su esposo. Es normal que nos hayamos decepcionado mutuamente. Al fin y al cabo, ambos teníamos sed de un amor infinito, que no hemos encontrado en nuestra relación.

Es el momento de acercarnos a Jesús y suplicarle juntos de rodillas: Señor, si quieres puedes limpiar nuestro matrimonio. El Señor quiere, se comprometió con nosotros el día de nuestra boda. Sólo Él nos puede llevar a vivir el matrimonio tal como Dios lo pensó.

Rezamos un Ave María por todos los matrimonios, para los que su esposo ha dejado de ser una prioridad.

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