Archivo por meses: febrero 2015

Los secretos de Su intimidad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Marcos 9, 2-10

EVANGELIO
Éste es mi Hijo amado

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
– «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:
– «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
– «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

Palabra del Señor.

Los secretos de Su intimidad.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La transfiguración no es un cambio de Jesús, sino que nos muestra su divinidad y su Comunión con el Padre. Jesús mismo es Luz de Luz.
Hoy se nos manifiesta la gloria que comparten el Padre y el Hijo. Contemplamos su grandeza.

Pedro, Santiago y Juan, subieron a la montaña, al Tabor con el Señor. Y lo que vieron les fortaleció y reconfortó, les mostró su intimidad, sus secretos, Dios nos revela sus secretos a la vez que ascendemos con Él a través de la oración (“Éste es mi Hijo amado, escuchadle”) de este modo nuestra alma se vuelve de un blanco deslumbrante, el blanco de la pureza que nos va transformando en cada encuentro, preparando para creer en la Resurrección y no quedar paralizados por los tiempos duros, sino entender que son el camino de la gloria. Para entrar en la nube del Espíritu como los tres discípulos, para adentrarnos en el sentido último de las cosas, en el misterio, debemos escuchar a Jesús, contemplar la Sagrada Escritura.

Por un momento, Dios nos saca de las dificultades de la vida para mostrarnos su gloria. El final del camino. Dios en la oración, nos muestra ese tesoro mayor por el que nos da la fuerza para dejar nuestros egoísmos, toda soñolencia que nos impide o nos retrasa en el camino del amor. Cuando empezamos a rezar juntos, nuestro matrimonio empieza a cambiar. Recibimos consolaciones que nos hacen descubrir que ese es el camino y perseverar a pesar de las dificultades.

Según Él nos va transformando, vemos la entrega de nuestro esposo a los demás, el cariño con que enseña a nuestros hijos y el interés que pone en ello, cómo nos cuida con su trabajo, su amor a Dios y a mí… Contemplo la hermosura de esta criatura de Dios. Cómo la veía antes y cómo me la muestra el Señor ahora. Ésta es la transfiguración que hemos vivido. Encontrar la manifestación de Dios en nuestro esposo.

Alimentémonos de las consolaciones que Dios nos quiere dar. Como María guardémoslas en nuestro corazón y compartámoslas con el esposo para darnos ánimo mutuamente para llegar al Tabor de la Comunión.

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A lo que nunca aspiraríamos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 43-48

EVANGELIO
Sed perfectos como vuestro Padre celestial

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Palabra del Señor.

A lo que nunca aspiraríamos.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

La llamada a ser perfectos como nuestro Padre Celestial, no es una sugerencia. Es un mandato. ¿Cómo es posible que el Señor nos pida la perfección si conoce nuestra debilidad?.
Dios es amor y no llegaremos a Él si no amamos como Él.

La perfección no está en que las cosas queden muy bien, sino en el amor con que se hacen. Así nuestra fe es la única en que se pide amar a los enemigos: Rezad para pedirle por el enemigo. Dios mío, dale tu don perfecto, tu per-dón. Si elegimos el rencor o la enemistad, seremos hijos de Satanás y víctimas de nuestro dolor. Si elegimos el amor, seremos hijos de Dios.

Otra tentación es pretender no tener enemigos. Todo el que sigue a Jesús los tiene, como Él los tiene. Él no da consejos con palabras, sino que experimenta a sus enemigos en su propio corazón e incluso en su propia carne. Ante los que le persiguieron, lo condenaron injustamente, lo insultaron, escupieron, le azotaron, le ridiculizaron, le trataron como un criminal, lo desnudaron y lo mataron. Pero el veneno de la falta de humanidad, no consiguió infectar la fuente del amor y la humanidad que brotaba de dentro de su corazón. Su amor era más fuerte que la muerte: “Padre perdónales porque nos saben lo que hacen”. Es Su respuesta. Les disculpa ante el Padre.

Así nos enseña Jesús a ser Esposo. Cuando tu esposo te humille, te ridiculice o te azote en lo más profundo de tu corazón, entonces dirige la mirada al Padre y dile: Mejorará, ahora no sabe lo que hace. Dale tu don perfecto y cambiará. “Misericordia quiero y no sacrificios”, dice el Señor. Hay que apostar por la recuperación: “la caña cascada no la quebrará”.

Es difícil, ¿no os parece?. Más que difícil, imposible. Por eso, Jesús le pide al Padre que establezca un nuevo modelo de unión entre marido y mujer: ‘Pidiendo al Padre que todos sean uno como el Padre y Él son uno (cf. Jn 17,21-22), Jesús indica el modelo perfecto de la unión que quiere establecer. …La reconciliación es, pues, más que una reparación de la unidad perdida; eleva el acuerdo entre los hombres al nivel de una participación en el acuerdo perfecto que reina en la comunidad divina. No por casualidad subraya la Escritura el papel fundamental que tiene en esto el Espíritu Santo: siendo el amor personal del Padre y del Hijo, es Él quien actúa en la humanidad para realizar una unidad, de la que es el fundamento y el modelo la unidad divina.´ S. Juan Pablo II (Catequesis 18/05/83).

El mayor amor no es el de amar a los enemigos. El mayor amor es el de la Santísima Trinidad, y no son enemigos. Ese amor de comunión, el de la entrega por el que también se entrega a mí, es del que Dios quiere que participemos en el matrimonio. Aprendamos a vivirlo. Acerquémonos a Él para saborearlo.

Gustad y ved, qué bueno es el Señor.

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La virtud de la benedicencia. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 20-26

EVANGELIO
Vete primero a reconciliarte con tu hermano

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.»

Palabra del Señor.

La virtud de la benedicencia.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Qué importantes somos a tus ojos, Señor, que te hiere cuando alguien nos llama imbécil. Gracias Señor por amarme así.

Dos de las cosas que aprendimos de la espiritualidad de un sacerdote:
– La virtud de la benedicencia, que es siempre hablar bien de los demás. Sólo con aplicar esta virtud, daríamos un gran avance en nuestro matrimonio.
– La otra es que, cuando amas con todo, no hay corazón que se resista. Estamos convencidos de que esto es un verdad. Dios lo hace, y así nos conquista a los que tenemos la suerte de conocerle.

Señor, Tú cambias las leyes de los fariseos por la de «ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto». Es decir, amar con Su misma misericordia.
La ley de los fariseos era exigente, pero Tu ley del amor lo es mucho más. La pena por llamar “imbécil” al esposo, la equiparas a la pena para el que mata, según la ley de los fariseos. Lo cierto es que en el fondo, cualquier asesinato, empezó por un insulto como podría ser “imbécil”. Es el comienzo de las consecuencias que trae el dejarse llevar por el Diablo y abandonar el camino del Espíritu.

Llamarlo imbécil: es un menos-precio, dudando de sus capacidades, de los dones que Dios le ha dado, ofende a Dios en su juicio, su obra y su plan para nosotros a través de él. Éste tendrá que comparecer ante el Sanedrín.

Llamarlo renegado: es el que ha renegado de su fe, y esto para Jesús es algo que merece la condena de fuego, pues Dios nos ha puesto en el corazón el deseo de santidad, de Dios, de salvación.

Pero como seguro que hemos fallado a nuestro compromiso con un amor mutuo tan exigente, hoy Señor, nos animas a retomar Tu camino. A reconciliarnos como esposos y volver a emprender la senda de la comunión. Volver al “principio”, al plan de Dios para nuestro matrimonio.

Alabado seas por siempre.

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Esposos audaces. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 7, 7-12

EVANGELIO
Quien pide recibe

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 7-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!
En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»

Palabra del Señor.

Esposos audaces.
(Nota: Se hace uso genérico del masculino para designar la clase sin distinción de sexos.)

Podemos tener la tentación de pensar que no es necesario pedirle a Dios porque Él lo conoce todo. Sería similar a decir que un matrimonio maduro, que se conocen mutuamente después de toda una vida juntos, no tienen necesidad de hablar porque ya sabe el uno lo que necesita el otro. Perder la comunicación es perder poco a poco la intimidad de la relación.

En la oración buscamos que Dios se nos revele. Compartimos con Dios nuestra intimidad y esperamos que Él nos revele la suya. Y Dios lo va a hacer. El que más nos ama no se va a esconder. La belleza de esta relación, se supera cuando son los esposos juntos los que comparten su intimidad entre ellos hablando con Dios. Es como volver al principio, a pasear con Dios por el jardín, a la limpieza de la mirada originaria: Cuando nuestros corazones viven la identificación del corazón y la voluntad con la santísima voluntad de Dios «hasta tener los mismos sentimientos de Cristo».

Por otro lado, no debemos perder la esperanza de que Dios nos escucha. Comentaba Mons. Munilla la experiencia de un padre que jugaba con su hijo. El niño se lanzaba desde una mesa a los brazos del padre. En un momento dado, el padre se alejó bastante para ver la reacción del niño. Éste se lanzó igualmente. Estaba seguro de que su padre le recogería. Si ese hombre siendo un pecador cuenta con esa confianza de su hijo porque sabe que le ama ¿No tendríamos nosotros que tener mucha más confianza en Dios?. Pues no olvidemos lo que dice el catecismo sobre la “audacia filial”: Sabemos que el Padre nos escucha y sabemos que nada hay imposible para Dios. Atrevámonos a ser esposos audaces ante Dios. Aprovechémonos de que tenemos un Padre que es Dios. Los niños no se agobian, ni se quedan con la mirada perdida, ni tienen ansiedad, porque confían en sus padres. Se sienten seguros. Si nosotros tenemos cualquiera de estos síntomas, es porque nos falta confianza en el Padre que es inmensamente más bueno que nosotros como padres.

Por último dice el Evangelio que tratemos a los demás como queremos que nos traten. Sólo una reflexión: Cuando nos equivocamos ¿Cómo nos gusta que nos traten? Con comprensión, misericordia, cariño, apoyo… Haz tú lo mismo con tu esposo.

Pedimos hoy al Señor, el bien mayor que podemos pedirle: Que venga a nosotros el Espíritu Santo.

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¿A qué esperas? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 11, 29-32

EVANGELIO
A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
-«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Palabra del Señor.

¿A qué esperas?

Leyendo la historia de Jonás, uno se pregunta por qué esa tozudez en no hacer la voluntad de Dios. Pero en cierto modo, a nosotros nos pasa igual. No paramos de sufrir calamidades de todo tipo por no seguir Su voluntad, y sin embargo, no dejamos de resistirnos a ella. ¿Cómo pedimos, entonces, una señal de fe si hemos cerrado, con nuestra actitud, el corazón a acoger la gracia del Señor?. Y el Evangelio de hoy viene a decir que, si los habitantes de Nínive se vistieron de saco porque creyeron ¿No sería injusto que nosotros no hagamos nada determinante por convertirnos y esperemos salvarnos?.

La única señal será la del profeta Jonás: el hombre que predica la conversión, a ver si libremente cada uno de nosotros acepta la propuesta, muda el corazón, y nos volvemos a Dios con una determinada determinación. A Jonás le parecía imposible que Nínive se convirtiese, quizás a nosotros también nos parezca imposible que nuestro esposo se convierta (si soy yo quien evangelizo) o que yo me convierta de una vez por todas (si soy el evangelizado). Sin embargo hay que confiar en el poder del Señor. Ya con esto habremos logrado la señal de que Dios ha podido obrar en el alma libre.

La señal de Dios para los hombres es Jesús mismo. Y lo es en el misterio de muerte y resurrección. Él ha resucitado nuestra relación, ha hecho posible tu matrimonio y el mío. Él nos lleva al Principio al hombre y la mujer que, libres de vergüenza, expresan en la carne la libertad interior mediante la comunión de personas, formándose recíprocamente y creativamente. ¿Nos parece imposible?. Pues manos a la obra.

“La manera en que Cristo lleva a plenitud el encuentro entre Adán y Eva, es sobreabundante… Él no solo regenera la belleza del Paraíso, sino que la supera infinitamente. En efecto, en el Hijo está todo aquello que el Padre puede dar al hombre; una vez que ha entregado al Hijo, ya no le queda otro don que ofrecer; y así Cristo manifiesta el amor del Padre en le forma más elevada.” (Llamados al Amor, Pg. 110)

Jesús es “el signo de Jonás” (CEC 994) Él nos da signos todos los días en nuestra vida cotidiana conyugal y familiar. La Reina de Saba, creyó en la sabiduría de Salomón que procedía de Dios. Jonás creyó en la conversión de los ninivitas y decidió hacer la voluntad de Dios. Si le seguimos, la bondad, el crecimiento, la alegría y la paz entra en nuestro hogar.

En esta peregrinación hasta la conformación definitiva con el Señor, María ocupa un papel fundamental. El mismo Señor Jesús es quien nos señala a su Madre (Jn 19, 27). ¿A qué esperas para cambiar? Pídeselo a Ella.

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