Archivo por días: 25 diciembre, 2014

Testificar con la mansedumbre. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 10, 17-22

EVANGELIO
No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

Palabra del Señor.

Testificar con la mansedumbre.

Qué contraste tan grande entre el Evangelio de ayer, en el que nos encontrábamos adorando al Niño, y el de hoy.

San Gregorio nos da una clave para este evangelio:
Porque aquel que ejerce el ministerio de la predicación no debe hacer el mal, sino sufrirlo, a fin de aplacar con su mansedumbre el furor de aquellos que se
ensañan con él y para que vean que a pesar de estar cubiertos de otras heridas, curan las de los pecadores.

Del mal también puede surgir la vida. Frente a nuestro pecado, Dios protagoniza la redención. Frente a San Esteban, el protomartir, Dios protagoniza la conversión de San Pablo y de otros muchos.

Nosotros también podemos colaborar con la conversión y la redención de nuestro esposo. Es nuestro principal cometido. El cómo, lo explica muy bien San Gregorio: con la mansedumbre. El mismo consejo que nos dio Cristo: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.

Seamos mansos. Seguro que en estas Navidades tendremos muchas oportunidades. Seguro que no habrá mejor regalo para el Niño.

Oremos con San Francisco:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

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Todo por la Palabra. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Juan 1. 1-18

EVANGELIO
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

Lectura del santo evangelio según san Juan 1. 1-18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Éste es de quien dije: «El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.»»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor.

Nos ha nacido un salvador.

Queridos esposos ¿Queréis ser una sola carne? Hoy nos ha nacido un Salvador.

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. La Palabra era Dios, nos dice hoy este Evangelio. Y por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. Es Dios quien hace posible hacernos uno, es la Palabra la que lo hace posible.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los esposos. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Cuando los esposos nos distanciamos, se hace la tiniebla y no podemos permitir que la tiniebla no reciba a la Luz. No podemos dejar de acoger la Palabra cada día. Si nos hemos enfadado, con más motivo, si estamos cansados también… Eso nos hace testigos de la Luz.

La Palabra es la Luz verdadera, que alumbra a todo hombre, un matrimonio que reza juntos, alumbra a sus hijos.

Cada día llama a la puerta de nuestro corazón y espera que la acojamos, si lo hacemos entra y se queda con nosotros, cada día. Al mundo viene, vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Esposos no desaprovechemos este gigantesco don. Es real, está viniendo. ¡Abrámosle la puerta de nuestro corazón de par en par a Cristo! Porque esposos, hoy nos dice que a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Si, esposos, nuestro amor acogiendo la Palabra, no es solo un amor humano, limitado y carnal, es un amor de Dios hecho hombre, porque nos amamos con el mismo amor Suyo, con la misma Caridad de Cristo.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria. Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.

¡Feliz Navidad!

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