Archivo por días: 22 diciembre, 2014

Dificultades para crecer. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 1, 57-66

EVANGELIO
El nacimiento de Juan Bautista

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
– «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
– «¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.

Palabra del Señor.

Dificultades para crecer.

El nombre de Juan viene del hebreo יוחנן (Yôḥānnān), que quiere decir ‘El fiel a Dios’. Mientras que el nombre de Zacarías significa “a quien Dios recuerda”. El nombre designaba la misión, por eso era importante. Jesús cambió el nombre a Pedro cuando le asigna su nueva misión. La misión identificaba a la persona, como nuestra misión de esposos nos identifica a nosotros hoy.

Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobraba la confianza en Dios. La experiencia les uniría con toda seguridad. Zacarías le comunicó la voluntad de Dios a Isabel y es ella quien en nombre de los dos intervino para llevarla a cabo. Ambos acogieron la voluntad de Dios.

Las dificultades en el matrimonio, esas que nos enmudecen ¿Nos unen o nos separan? ¿Nos sirven para buscar mayor confianza entre nosotros y con Dios?

En ambos se da el milagro. La vida espiritual se construye a base de pequeños milagros que se dan en el día a día en esa esfera íntima del alma, que sólo Dios conoce. Dios espera a que le abramos la puerta de nuestra relación. Sigamos preparándonos en esta recta final, para acogerle con alabanzas.

Oramos por el sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

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Esposos ¿Vivís con el espíritu alegre?. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 1, 46-56

EVANGELIO
El Poderoso ha hecho obras grandes por mí

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 46-56
En aquel tiempo, María dijo:
– «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia – como lo había prometido a nuestros padres – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor.

Esposos ¿Vivís con el espíritu alegre?.

En la vida, los matrimonios tenemos altibajos. Todas las personas, la Virgen también, hemos vivido situaciones agradables y situaciones de dificultad.

Pensamos en María como alguien que vivió ambas situaciones con paz. Nos la imaginamos en la cumbre del momento de la adoración de los Magos y poco tiempo después en el valle de tener que huir a Egipto montada sobre un borrico. Ella sabe que es Dios quien actúa con la fuerza de su brazo y por eso se alegra su espíritu en Él.

La fórmula de María es: La humildad que lleva a la fe y la fe a la confianza (o esperanza). Consiste en asumir nuestra realidad. María acepta quién es, asume que Dios es mucho más grande y confía en Él “porque ha mirado la humillación de su esclava”.

Ha habido dos mujeres inmaculadas en la historia del ser humano. Eva y María. Eva nació sin pecado, pero no quiso asumir que era inferior a Dios. La tentación del ángel caído fue “seréis como dioses”. Eva quiso ser como Dios sin contar con Él y dejó de ser inmaculada. María en cambio, ante la presencia del ángel se proclama esclava del Señor.

No entender del todo a Dios es lo normal ¿Quién soy yo para entender Su misterio?. Es necesario confiar en la Divina Providencia. Mi fe en un Dios todopoderoso que me ama. No estoy en manos del jefe, ni del médico … ni de aquel familiar que me critica… ¡Yo estoy en manos de Dios!. Me abandono en Él y confío. Es la hermenéutica del don: Primero me he de considerar un don de Dios para mí mismo. Después puedo actuar como un don de Dios para los demás. Todo lo que tengo y lo que soy es lo que Dios quiere que sea para mi esposo/a primero, para mis hijos después y para el resto de personas de mi entorno… Es la parte de Magníficat del “porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí”.

Muchas veces nos preguntamos el “por qué”, pero no el “para qué”. Afrontar las dificultades de nuestro matrimonio y nuestra familia, tiene un “para qué”, y es por ejemplo para dar un testimonio a los hijos de cómo vivir esa situación de la mano de Dios. Piensa en tus dificultades y plantéate si no puede haber un “para qué”. Sin la confianza en que hay algo bueno en todo lo que ocurre, una situación de dificultad se resolvería exactamente igual, pero quedaría infecunda.

El agradecimiento: La humildad también conduce al agradecimiento. Los favores se piden, los derechos se exigen. Puede que por falta de humildad no estemos pidiendo al Señor por todo aquello que necesitamos. Igualmente puede que no le agradezcamos todo lo que nos da. ¿Damos gracias a Dios todos los días por nuestro matrimonio? ¿Y por nuestros hijos? ¿Por qué no damos gracias a Dios todos los días por la salud? ¿Por el trabajo? ¿Por tener un hogar? Por… en el fondo todo esto lo vivimos como un derecho y no como un don de Dios.

La ingratitud lleva a la queja constante. A sentirnos desgraciados, a echar la culpa a otros, a sufrir y hacer sufrir a otros. El agradecimiento en cambio, te salva y te permite ser feliz. La persona agradecida, vive con la perspectiva del Cielo. El que agradece se salva, porque el que agradece está en gracia, unido a Dios.

La humildad, lleva a María a no hacer preguntas. Le da una enorme paz, sacando a sus pocas posibilidades el mayor partido. Eso se transforma en agradecimiento, porque todo es un don de Dios.

Ahora, esposos, volved a leer el Magníficat y pedirle a María que lo lleve a vuestra vida.

Oramos por el sínodo de la familia:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

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