Archivo por meses: septiembre 2014

Las condiciones de Jesús para nuestra vocación. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9,57-62

Las condiciones de Jesús para nuestra vocación

Jesús, en el Evangelio de hoy nos cuenta el caso de tres personas que se enfrentan ante la vocación y la exigencia que requiere responder.

Jesús advierte la necesidad de no tener apegos para gozar del Reino de Dios aquí. El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
Pero no olvidemos que el acento no lo pone en la exigencia, sino en la recompensa, en el tesoro y su valor: No “vale” para el Reino de Dios.

Es una llamada al Amor, a la santidad, que se concreta en distintas vocaciones específicas, desde el camino de los religiosos, o sacerdotes, hasta el camino del matrimonio. Para todas ellas son válidas estas condiciones que pone el Señor.

La primera condición, es no buscar triunfos llamativos: “Te seguiré a donde vayas”. Cristo detecta en esta frase un interés en beneficiarse de los honores y victorias de un señor triunfador y poderoso. Y quiere dejar clara la primera condición: Mi camino es un camino pobre, lleno de incomodidades, inseguridades y que te desestabiliza constantemente. Así es el camino del cristiano. Pues bien ¿No es así también el camino del matrimonio?: ¿Encuentras comodidades al llegar a casa o en tu trabajo o…? ¿Te sientes seguro por tu dinero, por tu reputación, tranquilo porque tu esposo/a esta ahí y va a seguir estando…? ¿Ves claras tus decisiones o crees que siempre tienes la razón…? Si la respuesta es sí a cualquiera de estas preguntas, a lo mejor tu camino no es el de un cristiano. Si vives envuelto en incomodidades, inseguro de tus medios y capacidades, y constantemente en búsqueda, quizás es que estás siguiendo a Jesús en tu matrimonio y en tu familia.

La segunda condición (no es novedad), es que el primer lugar lo debe tener Dios para todo.

Los muertos, son los que han priorizado las cosas caducas de este mundo, y por tanto si no se convierten, están destinados a morir con ellas. “Deja que los muertos entierren a sus muertos” significa, que no te dejes influenciar por ellos, ni en tu vida, ni en la de tus hijos. Si en su educación les hemos enseñado a priorizar lo caduco porque damos prioridad a sus clases extraescolares o deportes o cumpleaños… frente a su vida de fe y oración, los estaremos sumergiendo en el mundo de los muertos. Tenemos que salirnos de ese mundo, sacarlos a ellos y pasar al mundo de los vivos.

“Tú vete a anunciar el reino de Dios”: Jesús te llama a anunciar su Reino en un Prematrimonial, en un grupo de fe, a tus propios hijos, a un grupo de amigos… Es bello, es extraordinariamente fecundo y es un bien para la familia. ¡Nosotros por su llamada estamos Vivos!

La tercera condición es que los lazos familiares, no sean un impedimento. Es necesario dejar padre y madre. Por una parte, nuestra unión conyugal, requiere de un tipo de relación diferente a la paterno-filial. Por otra, es necesario abandonar nuestras familias de origen (sin faltar al cuarto mandamiento), para poder construir nuestro propio hogar. La familia que formamos pasa a ser nuestra prioridad.

Tampoco nuestra familia debe ser un impedimento, sino al contrario, será una ayuda para salir de nosotros mismos, para descentrarnos. Vivir en ella como el Señor lo hizo. Eso sí, no caer en el activismo y que las tareas del hogar y la dedicación a nuestros hijos, impidan seguir construyendo nuestra unión en el matrimonio ni tampoco nuestra unión con Dios. Debe haber un tiempo reservado exclusivamente para ello.

Por último, el que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios. El que después de haber dejado la vida de soltero, sigue viviendo en algún sentido como si lo fuese, o añora su vida anterior, ese no vale para disfrutar de una comunión en el matrimonio. Nunca entenderá el verdadero valor de la unión de los esposos.

San Juan Pablo II:
Queridas familias, hoy tenemos una singular confirmación de que el camino de santidad realizado juntos, como pareja, es posible, es bello, es extraordinariamente fecundo y es fundamental para el bien de la familia, de la Iglesia y de la sociedad». (Juan Pablo II, discurso de beatificación de Luigi y Maria Beltrame)

Dada la proximidad al sínodo de la familia, rezaremos diariamente con la oración que propone el Papa por los frutos de este acontecimiento:
http://proyectoamorconyugal.wordpress.com/2014/09/30/oracion-a-la-santa-familia/

Oración a la Santa Familia

Jesús, María y José, contemplamos en vosotros el esplendor del verdadero amor, con confianza nos dirigimos a vosotros.

Sagrada Familia de Nazaret, haz también de nuestras familias lugares de comunión y cenáculos de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas Iglesias domésticas.

Sagrada Familia de Nazaret, que nunca más se experimente en las familias violencia, falta de acogida y división: que todo el que haya sido herido o escandalizado reciba pronto consolación y curación.

Sagrada Familia de Nazaret, que el próximo Sínodo de los Obispos pueda restablecer de nuevo la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
Escuchad, atended nuestra súplica.

Amén.

 

La firmeza no está reñida con la bondad. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Lucas 9, 51-56

La firmeza no está reñida con la bondad.

Hoy Jesús combina 2 virtudes que a nosotros nos cuesta unir. La firmeza y la bondad.
Jesús toma la decisión de ir a dar la vida. Sabe que es lo que le espera en Jerusalén. Tiene que ir a salvarnos y eso le cuesta su sangre. Otras traducciones dicen “arrostró con firmeza ir a Jerusalén”. Se decide firmemente a dar la vida.

1ª enseñanza: Tenemos que aprender a ser firmes en nuestras decisiones. No hay firmeza ni determinación en las decisiones pequeñas, ni en las grandes.
El Señor nos pide una cosa, le decimos que sí, pasa un tiempo, empezamos a dudar y no acabamos de darle el sí del todo. Seguimos acordándonos de lo que dejamos detrás, y nuestra decisión es tibia. Él dice “Nadie que pone la mano en el arado y mire hacia atrás vale para el Reino de Dios”. Tu corazón estará siempre dividido. Nunca gustarás del amor de Dios porque no has tomado una decisión firme.

En nuestro matrimonio, fijémonos objetivos a corto plazo y pequeños. Recemos por ellos, tengámoslos presentes en la Eucaristía… pero seamos firmes. No miremos atrás. Que siempre haya un avance.

Jesús siempre envía mensajeros por delante. El más grande mensajero es la Virgen, que prepara el camino de su Hijo como nadie. Es muy importante que para preparar la venida de Jesús en el corazón, acoger a María. Si Dios quiere, a final de noviembre en la peregrinación de Proyecto Amor Conyugal a Fátima, tendremos esta oportunidad.

2ª enseñanza: Los habitantes de Samaria pusieron motivos por delante para no acoger a Jesús. Él debe ser lo primero. No debemos poner nada por delante. Cuántas veces hemos visto caer matrimonios que han iniciado un camino de recuperación de su relación y han caído por no perseverar en este punto. Es imprescindible poner a Cristo por delante. El matrimonio, si no, es imposible. Puede conseguirse una convivencia, más o menos pacífica, pero no un matrimonio como Dios lo pensó.

3ª Enseñanza: Por último, cuando los discípulos proponen que baje el fuego y acabe con Samaria, Jesús les regañó. Y es que proponen una conversión por la fuerza. Es la terrible actitud de los islamistas radicales de hoy en día. Una conversión verdadera no nace del temor, sino del amor. Si nace del temor, cuando éste acaba, se abandonan las supuestas creencias. Cuando nace del amor, esa fe permanece. En el matrimonio, nada funciona por imposición y todo funciona por amor. Si regañas a tu esposo/a por algo que suele hacer y que en tu opinión con es correcto, es muy probable que lo haga a tus espaldas. Le incitas a mentir o a esconderse de ti. Este fin de semana hablábamos con un matrimonio sobre nuestras leyes, como puede ser la puntualidad. Es una virtud, pero si por motivo de la puntualidad se producen confrontaciones, deja de ser una virtud, porque ha dejado de ir acompañada del amor.

(Algunas ideas han sido obtenidas del Padre David Caja reinadelapaz.tv)
Por tanto, pongamos en nuestro matrimonio: Firmeza, a Cristo lo primero y al amor como el único capaz de hacer crecer a nuestro esposo/a e hijos.

Oramos con el salmo: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor.

Un Arcángel custodio del Matrimonio. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 21, 28-32

Un Arcángel custodio del Matrimonio.

En el Evangelio de hoy, la sinceridad y la coherencia de Natanael, le permitieron reconocer en Jesús al Hijo de Dios. Debió de ser además un hombre piadoso, según se deduce de su presencia bajo la sombra de la higuera, que era un lugar común en Israel para la lectura y la enseñanza de la ley. Estar debajo de la higuera era lo mismo que ser fiel al proyecto de Dios de Israel.

Israelita auténtico es aquel que sabe deshacerse de sus propias ideas cuando percibe que éstas no concuerdan con el proyecto de Dios. Quien es fiel, verá el cielo abierto y los ángeles subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre. Experimentará que Jesús es la nueva Alianza entre Dios y nosotros.

La coherencia es la clave. Es la que mueve a Jesús a señalar a Natanael como ejemplo. La coherencia de vivir el matrimonio cristiano, hace que seamos sal de la tierra. Para ello es necesario superar la dureza de corazón: “La dureza de corazón consiste en aferrarse a las propias razones y no querer comprender al otro; esta dureza de corazón no nace de Dios, porque Dios también mora en el corazón de la otra persona. El Esposo está entre vosotros” (D. Juan José Pérez Soba).

Esperamos que el Señor nos señale también diciendo “Ahí tenéis un verdadero matrimonio cristiano, en quienes no hay engaño”, porque nos haya visto orando en familia, como Iglesia Doméstica, bajo el amparo de la Iglesia universal. Él nos promete que, entonces, veremos cosas mayores que las que experimentaremos aquí en la tierra. Veremos el cielo abierto.

Dice también el Señor que veremos a los ángeles subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre. Recordamos hoy a los ángeles, de los que dice el Catecismo: 336 Desde su comienzo (Cf. Mt 18, 10) a la muerte (Cf. Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (Cf. Sal 34, 8; 91, 1013) y de su intercesión (Cf. Jb 33, 23-24; Za1,12; Tb 12, 12).

Los esposos pedimos especialmente la intercesión del Arcángel San Rafael, el custodio del matrimonio, que guio a Tobías y Sara en su unión conyugal para librarles de la muerte y santificar su matrimonio. Le pedimos en oración:

Bendito San Rafael, tú que auxiliaste a Tobías, te pido que mantengas la unidad de mi matrimonio, llenando nuestras vidas de amor, comprensión y ternura, y borres para siempre jamás, los sinsabores, las dudas, los celos y otras miserias humanas. Amén.

¿Y la estatua de la Responsabilidad? Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 21, 28-32

¿Y la estatua de la Responsabilidad?

Tenemos la libertad para elegir nuestra vocación. Elegimos libremente la entrega conyugal a nuestro/a esposo/a. Quizás al casarnos dijimos sí, pero ahora no estamos dispuestos a entregarnos a nuestro/a esposo/a como lo hace Cristo.
Podemos tomar decisiones libres a partir del momento en que somos personas responsables. Por tanto, la libertad conlleva la responsabilidad.

James Newman hace 40 años propuso a su colega, el Dr. Viktor E. Frankl, edificar la Estatua de la Responsabilidad en la parte este de Estados Unidos para complementar la Estatua de la Libertad de la costa oeste en Nueva York.

CEC 1736 “Todo acto directamente querido, es imputable a su autor”
El Señor pregunta a Adán tras el pecado en el paraíso “¿Qué has hecho?” Tanto Adán como Eva intentan negar su responsabilidad en el acto. Pero Yahvé se dirige a cada uno por separado, remarcando su responsabilidad. Lo mismo ocurre en el caso de Caín. Después de asesinar a su hermano, Dios le pregunta ¿Qué has hecho? Y Caín responde ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?. Y ante la falta de autoacusación, Yahvé después desenmascara su pecado.

Tenemos tendencia a no responsabilizarnos de las elecciones que tomamos ni de nuestros actos, culpabilizando a otro o a las circunstancias… Nos atrae la libertad, pero no hacemos monumentos a la responsabilidad. Algunos incluso pretenden recurrir al derecho a la libertad para eludir la responsabilidad ante las consecuencias de un acto realizado libremente (Aborto, divorcio…)
San Ambrosio nos aconseja: «El demonio tiene preparado el proceso de todos tus pecados para acusarte de ellos en el tribunal de Dios. Si quieres evitar esta acusación toma la delantera a tu acusador, acúsate a ti mismo ante un confesor, y no habrá entonces ninguno que te acuse» (S. Ambr. lib. 2 de Pænitent. cap. 2). También dice San Agustín; «el que no se acusa en la confesión, tiene oculto su pecado y cierra la puerta al perdón de Dios» (Hom. XII, 50).

Jesús habla de que llevan la delantera en el camino del reino de Dios aquellos que, siendo pecadores y aunque hayan caído muy bajo, recapacitan y creen. No importa lo que hayamos hecho hasta ahora, lo importante es recapacitar y creer. El que se excusa, es que no ha recapacitado.

¿Me excuso ante mi esposo/a?

Además, Santa Teresa dice que el no excusarse ayuda al camino de la humildad. Debemos estar cerca del que fue despojado de su rango, de su nombre y de sus vestidos (cfr. Flp 2, 7), del que fue juzgado en lugar de nosotros, reputado como malhechor, embaucador, endemoniado.

El corazón engreído de los esposos necesita recapacitar para convertirse y creer en un Dios que por Amor, se hace vulnerable.

Oramos hoy con la segunda lectura en la que el Esposo se somete por amor: Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.