Archivo por días: 22 agosto, 2014

Los prójimos más próximos. Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 22, 34-40

Los prójimos más próximos.

No sólo hemos sido creados semejantes a Dios, sino que todo se explica desde Dios: quién es y cuáles son sus dinamismos. Hasta en los mandamientos aparece esta semejanza. «El segundo es semejante a éste». De hecho, es imposible amar a Dios y no amar al prójimo.

Y nuestro próximo más cercano evidentemente es nuestro esposo/a. Decía nuestro Obispo dirigiéndose a los matrimonios: Quien dice que ama a Dios y no ama a su esposo, miente. Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el ser, es semejante a amar a mi esposo como a mí mismo.

Para poder amar, tenemos que saber cómo se ama. La Biblia nos enseña que el primer paso es el conocimiento. ¿Conozco su corazón?, sus inquietudes, sus deseos, sus ilusiones. Debemos forjar un nosotros, un destino común.

Los siguientes próximos son nuestros hijos. También debemos conocerlos, y dialogar mucho con ellos. Es muy importante darles nuestro tiempo. También tenemos que aprender a amarlos, pues no se nace sabiendo ni se cursa ninguna asignatura sobre la materia.

La Iglesia, gran valedora de la familia, dice que esos vínculos son muy importantes, creados a imagen de la Santísima Trinidad, pero no son absolutos: Dice el Señor: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí” o “a su hijo y a su hija” LC 14, 26-27. “A la par que los hijos crecen hacia una madurez y autonomía humana, la vocación de Dios se va afirmando en ellos con más claridad” (CEC 2232). Cada vez necesitan más autonomía de los padres, para poder descubrir el plan que Dios quiere para ellos. Nuestra filiación con nuestros padres, va de más a menos: Parte de una dependencia total y va hacia una autonomía mayor. En cambio los vínculos de paternidad con Dios son totalmente al contrario, se experimenta con la madurez una dependencia cada vez mayor de Dios, que es quien dirige nuestra vida.

San Juan Bautista (Jn 3,30) dice “es preciso que Él crezca y yo disminuya”. Los padres tenemos que aplicar este pensamiento en la relación con nuestros hijos. Que crezca su dependencia de Dios y que la nuestra disminuya. A veces pretendemos casi hacer a los hijos a nuestra imagen y semejanza, cuando es a Dios a quien deben asemejarse.“ Por eso la educación a nuestros hijos debe estar basada en el Evangelio: “Y vosotros, padres, no provoquéis la ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6, 4)

Señor, que acogiendo a mi esposo/a y a mi familia, te acoja a Ti, que entregándome a ellos, me entregue a Ti. Que amándoles, te ame a Ti.

Oramos con el Salmo: Los guio por un camino derecho, para que llegaran a ciudad habitada. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.