Archivo por meses: junio 2014

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 24-34

Dime con quién vas…

“Nadie puede estar al servicio de dos amos. … No podéis servir a Dios y al dinero.”

Adán y Eva se preguntaron si el mundo es realmente un don o será mejor apropiárselo. El hombre ha arrojado al Creador de su corazón:

.- Al poner en duda, dentro de su corazón… el amor como motivo específico de la creación … el hombre vuelve las espaldas al Dios-Amor, al «Padre”… así, queda en él lo que «viene del mundo» -. (S. Juan Pablo II Catequesis 30/04/80).

El hombre ya no ve el mundo como un don, sino como una posesión que hay que ambicionar y defender. Todo el ciclo del amor, empieza con la comprensión de que primero hemos sido amados, para después amar. “El hombre pierde de algún modo la certeza originaria de la imagen de Dios” S.JPII cat 14/05/80) Y al romper el vínculo con la fuente del amor, se viene abajo todo lo demás, como un castillo de naipes.

La gran preocupación que tienen los padres de familia es, el trabajo, el vestido para los hijos, que tengan lo que quieren, y clases extraescolares, idiomas… ¿Y… reservamos tiempo para la oración con ellos? Pensémoslo detenidamente ¿Cuál es nuestra prioridad para nuestros hijos? ¿Barrigas llenas, todo tipo de ropa, deseos y caprichos? O queremos personas maduras, virtuosas…
Jesús hoy vuelve a centrar nuestra atención en que la Vida vale más que la comida y el cuerpo vale más que la ropa. No tendremos nunca esa Vida que el buen Padre nos quiere dar, si no ponemos nuestro corazón en Él, como hijos que confían y se ponen en Sus manos.

La consecuencia de dar la espalda a Dios, es que “el hombre ya no vive la tierra como su propia casa, donde se encuentra a gusto y protegido. Aparece, por el contrario el miedo ante un mundo lleno de amenazas. Desaparecida la certeza de que la imagen de Dios está impresa … (en nosotros), el hombre pierde también en cierto modo el sentido de su derecho a participar en la percepción del mundo, del cual gozaba en el misterio de la creación.” (Llamados al amor Pg.85)

¿Y no vienen nuestros miedos de ahí, queridos esposos?. Recuperemos nuestra certeza originaria de ser imagen de Dios. Es nuestra misión matrimonial.

Oramos con el salmo: «Castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas; pero no les retiraré mi favor ni desmentiré mi fidelidad.»

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 19-23

Ilumina tu matrimonio.

Dice San Hilario, (homiliae in Matthaeum, 5): “Hablando del oficio de la luz del ojo, expresó también la luz del corazón, la que, si es sencilla y luciente, permanecerá así, dando al cuerpo la claridad de la eterna luz, e infundirá a la corrupción de la carne el esplendor de su origen, esto es, en la resurrección. Pero si está oscurecido por los pecados y la mala voluntad, el ojo será malo y la naturaleza del cuerpo estará sujeta a los vicios de la inteligencia.”

Infundirá a la carne el esplendor de su origen. Es la luz de nuestra mirada la que puede hacer que volvamos a mirarnos como al principio, en el estado de inocencia originaria.

Si miro a mi esposo/a con una mirada “mundana”, todo lo que veo, pasará o se corromperá algún día.

Por esto es tan importante ver el Evangelio en nuestra relación. Rezar juntos, cambia nuestra mirada: Ver la voluntad de Dios en el esposo (genérico), entender el plan de Dios para el matrimonio en el principio, cuando se miraban desnudos, hombre y mujer, con esa mirada interior, y no sentían vergüenza. La infinitamente hermosa y transparente pureza de la creación del ser humano hombre-mujer. Todo nos lo revela Él, no solo en la inteligencia, sino también nos lo sella en el corazón.

Si un hombre y una mujer nos miramos así no necesitamos sentir vergüenza, y… cuánta luz habrá en nuestro interior. Y qué transparencia y cuánta luz habrá en nuestro matrimonio.

Oramos con el Salmo: Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6, 7-15

Esposo/a y hermano/a.

“Vosotros rezad así: Padre nuestro, del cielo…” ¿Cómo compartimos la oración los esposos?

Dice Juan Pablo II (Catequesis 30/05/84: .- El esposo del Cantar de los Cantares exclama: ¡Toda eres hermosa, amada (amiga) mía» (Ct 4,7), y la llama «hermana mía, novia (esposa)» (Ct 4,9). No la llama con su nombre propio, sino que usa expresiones que dicen más.

El esposo del Cantar acepta el desafío y busca el pasado común, como si él y su mujer descendiesen del círculo de la misma familia, como si desde la infancia estuvieran unidos por los recuerdos del hogar común. De este modo se sienten recíprocamente cercanos como hermano y hermana, que deben su existencia a la misma madre.

Las palabras del esposo, mediante el apelativo «hermana», tienden a reproducir, diría, la historia … de la persona amada, la ven todavía en el tiempo de la infancia y abrazan todo su «yo», alma y cuerpo, con una ternura desinteresada. De aquí nace esa paz de la que habla la esposa. … la paz del encuentro en la humanidad como imagen de Dios, y el encuentro por medio de un don recíproco y desinteresado («Yo seré para él mensajera de paz». (Ct 8,10). -.

Qué hermosa imagen la de los esposos orando al Padre (también como hermanos), como hijos que comparten el mismo padre y la misma madre, una misma procedencia y una misma comunión. Nos une también una relación de hermanos que va mucho más allá de la consanguinidad. Una relación en la intimidad Familiar de Dios, con la complicidad de los hermanos ante un Padre bueno, que fueron acogidos en el seno de una Madre Iglesia, y con un Hermano mayor al que admirar, el Señor Jesús.

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 6,1-6.16-18

El hogar cristiano.

Señor, qué hermoso entorno de intimidad es la familia, para vivir el Evangelio sin que apenas se note.

En el matrimonio, tenemos la oportunidad de entregarnos sin que nadie se entere. Vivir situaciones de sufrimiento sin que nadie lo aprecie. Ayunar privándonos de nuestros gustos, de nuestro orgullo, sin que nadie perciba nada.

El matrimonio es un hermoso escenario para vivir el viacrucis, con la entrega con la que lo viviste Tú. En definitiva, es donde se puede vivir el cristianismo de verdad, amando como Tú, en la dificultad, en el dolor. Amando de verdad, porque se ama con todo. No se ama a medias tintas. La entrega a disgusto es egoísta, y ahí no cabe Dios.

Dios está en la entrega oculta, generosa, sincera. Es la pasión del amor esponsal. El no lloréis por mí y aguantar en silencio muchas situaciones difíciles.
Amar es deshacerme por ti. Y luego el Padre nos resucita, en silencio.

Ven a nosotros, Espíritu de Dios. Lleno nuestros corazones de Tu Amor.
María, Tú estabas al pie de la Cruz. No nos dejes solos en la nuestra. Reina de las familias, Ruega por nosotros.

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mateo 5, 43-48

Más que una reparación.

Para el comentario del Evangelio de hoy, nada mejor que las palabras de S. Juan Pablo II (Catequesis 18/05/83) y referirlas a nuestro matrimonio:

Las diferencias no pueden ser motivo de separación entre los esposos: “…Pablo no niega que subsistan diferencias entre los hombres. Lo que quiere afirmar es que estas diferencias no pueden ser ya motivo de división, porque Cristo ha unificado todo en su persona.”

Jesús establece un nuevo modelo de unión entre marido y mujer: ‘Pidiendo al Padre que todos sean uno como el Padre y Él son uno (cf. Jn 17,21-22), Jesús indica el modelo perfecto de la unión que quiere establecer. …La reconciliación es, pues, más que una reparación de la unidad perdida; eleva el acuerdo entre los hombres al nivel de una participación en el acuerdo perfecto que reina en la comunidad divina. No por casualidad subraya la Escritura el papel fundamental que tiene en esto el Espíritu Santo: siendo el amor personal del Padre y del Hijo, es Él quien actúa en la humanidad para realizar una unidad, de la que es el fundamento y el modelo la unidad divina.´

¿Hasta dónde se nos pide esta unión?: ‘Sea cual fuere la ofensa cometida, y aún cuando se haya repetido con frecuencia, el esfuerzo de reconciliación no debe abandonarse jamás, porque el discípulo no puede poner límites a su perdón, según la prescripción que hizo a Pedro: «No hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18,22).’

Con el mandato de amarnos incluso cuando los esposos nos percibimos como “enemigos”: ‘Al decir: «Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian» (Lc 6,27), Jesús muestra que la reconciliación debe manifestarse inmediatamente con disposiciones íntimas: aún cuando una reconciliación efectiva no sea todavía posible, a causa de la actitud hostil del otro, el cristiano debe estar animado por un amor auténtico, sincero. Para él está el deber de la reconciliación de corazón, reconciliación personal mediante sentimientos de benevolencia.’

Esposos, no es fácil, por eso no nos deja solos. ¡Somos capaces!: ‘Cristo conoce bien las dificultades que experimentan los hombres para reconciliarse entre sí. Con su sacrificio redentor ha obtenido para todos la fuerza necesaria a fin de superarlas. Ningún hombre, pues, puede decir que es incapaz de reconciliarse con el prójimo, como no puede decir que es incapaz de reconciliarse con Dios. La cruz ha hecho caer todas las barreras que cierran los unos a los otros los corazones de los hombres.’

¿Y dónde está nuestra alegría?: ‘Renovemos, pues, nuestra fe en esta divina energía que actúa en el mundo, y comprometámonos a colaborar con ella para contribuir de este modo a la venida de la paz entre los hombres y a la extensión de la alegría que se deriva de ella.’

Oramos con San Francisco: ¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! … Porque dando es como se recibe; olvidando, como se encuentra; perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se resucita a la vida eterna.