Archivo por días: 1 junio, 2014

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Jn 16, 29-33

Vencedores o vencidos.

¿Creemos que por ser un matrimonio cristiano no vamos a tener dificultades? Quizás antes de casarnos sabíamos que las tendríamos, pues nadie está exento de ello, pero nunca pensábamos que iba a ser esto… probablemente me equivoqué casándome con mi esposo (genérico).

Dice Crisóstomo, ut supra: “Esto es, para que no me echéis de vuestro corazón, porque la adversidad no sólo os dispersará cuando yo seré aprehendido, sino que mientras estaréis en el mundo seréis atribulados y perseguidos…” ¿Qué pasará ante las dificultades si los esposos echamos a Cristo de nuestro corazón?

Todos los matrimonios cristianos creemos en Cristo, pero en medio de la tempestad de las realidades de la vida, de ese problema concreto ¿Creemos realmente que Él tiene poder sobre la materia, que puede andar sobre las aguas, que también tiene poder sobre mi problema?

¿Ahora creéis? ¿Qué es lo que crees? “Pues mirad: está para llegar la hora”, “Os he hablado de esto para que encontréis la paz en mí.”
La cruz, esposos. Este momento de dolor para vosotros, es vuestra hora. En la tribulación se hace posible la salvación y de esta hora nacerá vuestra verdadera alegría recibida de lo alto.

Seguimos con Crisóstomo, ut supra: “Esto es: levantad vuestro corazón, pues no es digno de que los discípulos desfallezcan, habiendo el maestro triunfado de sus enemigos. Y sigue: ‘Porque yo he vencido al mundo’.”

No olvides nunca amigo esposo, lo que hoy te dice Cristo en tu dificultad: ¡Ten valor, yo he vencido al mundo! ¡A tú mundo!

Todos los santos de la historia, encontraron la paz de Cristo después de la lucha. Todos confiaron en el Señor y en el momento oportuno les llegó su recompensa. La paz de Cristo a sus almas. Por ello, si tenemos a Cristo en nuestro corazón: adiós tristezas, adiós angustias, adiós soledad. Nada hay que temer porque Jesús está con nosotros.
Pero no lo olvides, primero hay que pasar por la hora.

Todo es posible con Él. Solo debemos ponernos en su sintonía, alineados con su Voluntad, que no es otra que la del Padre. Entonces Dios hará su obra, déjate fundir, no tengas miedo, es así como Dios esculpe las obras de arte.

Oramos con el salmo: “Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian; como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego… los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.”

Comentario del Evangelio para Matrimonios: Mt 28,16-20

¿Cara o cruz?

Siempre nos ha parecido muy significativo en relación al matrimonio, que Jesús dijese que donde haya dos o más reunidos en su nombre, ahí estará Él en medio de ellos.
El matiz de la intencionalidad es importante. En Su nombre.

El corazón del hombre está herido. La pureza con que se miraban Adán y Eva antes del pecado se ha corrompido. Esto lo descubren los novios, después de un tiempo. Su visión del otro como alguien perfecto se desvanece y ambos descubren la fragilidad del amado. Es el momento de la madurez del amor, que consiste en amarle tal como es.

“El amor crea siempre espacio para el amado, llamando al amante a aceptar con alegría la novedad que el amado le trae. Y así el amor es capaz de hacerse pequeño, de humillarse para dejar sitio al amado, para hacerlo crecer.” (Llamados al amor). Dios se revela como amor, precisamente en la humildad del cuerpo.

Después de muchos años, hay puntos débiles en nuestra relación de esposos. Puede haber temas que cuando se tocan, suelen acabar en dolor, en un alejamiento mutuo. Sentirse incomprendidos por el esposo (genérico), decirse cosas que hieren, recordar situaciones del pasado en que sentimos traicionado nuestro amor, reabrir heridas…

Solo hay una solución: “aceptar con alegría la novedad del amado”. Cada día es una persona nueva, que va cambiando, luchando por encontrar la verdad. Al igual que Cristo es capaz de hacerse pequeño, de humillarse esperando nuestra conversión, así tenemos que ser capaces de humillarnos el uno por el otro. Él/Ella merece la pena. Su dignidad, merece la pena. ¿Le vas a hacer sufrir? (cara) o te vas a entregar (Cruz).

Sigamos intentándolo, unámonos en Su nombre para que Cristo esté en medio de nosotros. Él eligió cruz.

Oramos con el Salmo: tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría.